España y Portugal acuerdan crear dos corredores experimentales en la Península para probar coches autónomos

Dos corredores experimentales van a conectar España y Portugal gracias a la conducción autónoma: funcionarán entre Oporto y Vigo y entre Évora y Mérida, aunque por el momento no se conocen las fechas en las que entrarán en funcionamiento. Los dos países quieren unificar su estrategia ante una Unión Europea rezagada, muy rezagada.

Un centro tecnológico "neutral" para la industria

Entre los pocos detalles que se han publicado en la prensa portuguesa, sabemos que estos dos corredores ofrecerán acceso a 5G, lo que permitirá disponer de un mayor ancho de banda y enviar y recibir mayores cantidades de información a cada momento, y sobre todo reducir la latencia al mínimo.

Y no solo eso, también facilitarán la comunicación 'V2V' o coche a coche de los vehículos de pruebas que rodarán por estos corredores. El acuerdo contempla además que ambos países participen en un intercambio de datos respecto al estado de las carreteras y el tráfico y definir reglas comunes.

Lo que es seguro es que se tratará de coches con conductor.

Con este plan se pretende impulsar la tecnología autónoma y convertir estos corredores experimentales en un lienzo sobre el que la industria pueda empezar a dibujar el futuro de la conducción sin conductores. Así, el documento habla de "un centro tecnológico neutral para la industria, centros de investigación, académica y otros agentes que quieran probar y evaluar tecnologías innovadoras de movilidad".

España también participa en el proyecto europeo 'C-Roads', impulsado y cofinanciado al 50 % por la Unión Europea con el que se pretende asentar las bases del uso de los sistemas inteligentes de transporte cooperativo y sistemas de conducción autónoma. El presupuesto del proyecto asciende a 17,9 millones de euros e incluye pruebas en Galicia, Madrid y las costas Cantábrica y Mediterránea.

¿Conducción qué?

La situación de España es similar a la de Unión Europa: poca proactividad. La actual normativa internacional tiene su base en La Convención de Viena sobre Circulación por Carretera, de 1968 y marca el conjunto de obligaciones de las carreteras a nivel internacional.

Pero he aquí lo interesante: en el artículo 8 especifica que "todo vehículo en movimiento deberá tener un conductor", y aquí es donde entra en juego España, ya que no ha ratificado el acuerdo, al igual que Portugal y Estados Unidos, y esto les permite mayor flexibilidad a la hora de modificar su normativa.

De hecho, General Motors ya está pidiendo los permisos necesarios para echar a rodar su Chevy Bolt sin volante ni pedales, e incluso comenzar a fabricarlo el año que viene.

Desde el Comisariado Europeo del Automóvil apoyan la conducción autónoma porque creen que reducirá la siniestralidad, pero no consideran viables los niveles 4 y 5, y ni siquiera les gustaría que se planteara el hecho de prescindir de la consciencia del conductor.

Además plantean, como muchas otras instituciones, el problema de las infraestructuras, que no están preparadas para la llegada de estos vehículos. El cambio vendrá con cuentagotas.

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