La denominada 'Cumbre del diésel' reunió a los altos ejecutivos de la industria de la automoción alemana y a líderes estatales ayer en Berlín, y se puso más seria de lo que se había imaginado en un principio. Ante las acusaciones al gobierno de una posible connivencia con la industria tras el cártel destapado, la cumbre se vislumbraba como un diálogo unilateral. Sin embargo, el clima comenzó a tensarse tras las protestas fuera del Departamento de Transporte, que forzaron un cambio de última hora.
Daimler, BMW, el Grupo Volkswagen y Ford se han ofrecido actualizar el software de 5,3 millones de vehículos diésel para evitar remedios más costosos y prohibiciones de conducción en las ciudades. Con el objetivo de reducir las emisiones de NOx, se instalarán parches de software en lugar de correcciones de componentes. Los detractores ya han esgrimido sus argumentos.
Mejorar el diésel en lugar de prohibirlo
Las declaraciones del CEO de Daimler, Dieter Zetsche, al final de la reunión, resumen a la perfección el núcleo del delicado asunto: "Mientras los vehículos electrónicos continúen teniendo una pequeña cuota de mercado, la optimización del diésel es la palanca más eficaz para alcanzar los objetivos climáticos en el transporte por carretera".
El objetivo era mejorar la tecnología diésel para evitar que fuera prohibida, y parece que de momento lo han conseguido.
El acuerdo, firmado por Volkswagen, BMW, Daimler AG, y Ford, pasa por rebajar las emisiones de dióxido de nitrógeno en más de un 25% hasta finales de 2018. Para ello, los fabricantes instalarán un nuevo software de manera gratuita para los clientes en 5,3 millones de vehículos de las clases Euro 5 y Euro 6.
La medida debería reducir la contaminación al menos tanto como las prohibiciones de conducción propuestas en las principales ciudades, no secundadas por el gobierno. Tal y como informa Automotive News, el ministro alemán de Transportes, Alexander Dobrindt y la Ministra de Medio Ambiente, Barbara Hendricks, dijeron que el gobierno haría todo lo posible para evitar la prohibición de conducir vehículos diésel en ciudades alemanas.
También se ha acordado promover la compra de coches diésel menos contaminantes así como de eléctricos con ayudas. BMW, en su caso, anunció un "premio de medio ambiente" de hasta 2.000 euros para los propietarios que deseen cambiar sus coches de la clase Euro 4, pero han de comprar el híbrido i3.
Daimler por su parte prometió ofrecer una suma de cuatro dígitos a los propietarios de coches de la clase Euro 1 hasta Euro 4 si adquieren un nuevo modelo Mercedes-Benz. Se espera que Volkswagen y Ford imiten los incentivos.
Oxígeno a unos motores moribundos
Como suele ocurrir con los tratados comerciales, las decisiones que se toman de puertas para adentro pertenecen a un número determinado de esferas privilegiadas que decidirán en última instancia el futuro de los que se quedan fuera. Ocurrió en el TTIP (Tratado Transatlántico entre los Estados Unidos y la Unión Europea) y ha ocurrido con la Cumbre del clima.
Las asociaciones de consumidores y ecologistas no estuvieron invitadas.
Tal y como informa el diario alemán Deutsche Welle, consumidores y ambientalistas han criticado la decisión de “dar oxígeno a unos motores moribundos”. Han sido las palabras de Greenpeace, que alzó una pancarta de 20 metros de largo con el lema "Bienvenidos al Fuerte NOx" para protestar por la connivencia entre gobierno e industria, que dejan a un lado la salud de los habitantes.
Por su parte, el presidente de la Asociación de Consumidores, Klaus Müller, ha afirmado que no se necesitaba una cumbre para algo que era evidente: que los fabricantes asumieran los costos de las actualizaciones de software. Las asociaciones dudan de que las actualizaciones de los 5,3 millones de vehículos diésel y las primas para incentivar los modelos nuevos sirvan de algo.
La asociación Deutsche Umwelthilfe calificó la cumbre como un “enorme fracaso”, ya que menos del 20 % de los 15 millones de vehículos diésel que existen en Alemania son alcanzados por la medida. El líder de los Verdes, Cem Özdemir, ha afirmado que los resultados de la cumbre son poco serios: la mitad de los vehículos afectados por la medida habrían tenido que volver a talleres sí o sí tras el escándalo Dieselgate.
Clima tenso entre detractores y partidarios
La semana pasada, un juez del Tribunal de lo Contencioso Administrativo pidió una rápida prohibición de la circulación de vehículos diésel en Stuttgart; sentencia que fue apoyada por otro juez que dio la razón a su vez a una demanda presentada por la organización Deutsche Umwelthilfe (Ayuda para el Medio Ambiente alemán).
En ella se pedía prohibir la circulación de coches diésel a partir del 1 de enero de 2018 en esa ciudad, pudiendo ser ésta la primera de muchas ciudades alemanas donde los diésel desaparezcan de las carreteras. Ante la posibilidad de sacar del mapa a 15 millones de vehículos, se acordó celebrar la Cumbre con ministros y líderes estatales en Berlín ante el creciente nerviosismo de la industria de la automoción.
La celebración de la reunión que salvaría el diésel tuvo lugar en la sede del Departamento de Transporte, pero tuvo que trasladarse al Ministerio del Interior tras las protestas de activistas como Greenpeace en los alrededores.
Mientras se esperan acciones en el recién destapado cártel de la industria automotriz alemana, la Cumbre ha querido dar solución de manera fulminante a la amenaza que se cernía sobre el diésel, claro ganador de la batalla medioambiental e industrial.
Vía | Automotive News | El País