“¿Cómo protegemos la libertad de movilidad de quien no puede permitirse un coche eléctrico?”. Carlos Tavares, CEO de Stellantis
Uno de los mayores retos del coche eléctrico es que sea asequible, que no se convierta en un objeto de lujo al alcance de una minoría limitando así la libertad de movilidad de las masas.
"¿Cómo protegemos la libertad de movilidad de las clases medias que no pueden permitirse comprar un coche eléctrico de 35.000 euros cuando por el mismo producto convencional [de gasolina] pagan la mitad?", preguntó Carlos Tavares, CEO de Stellantis, en la cumbre Future of the Car del Financial Times.
Para el máximo responsable del cuarto fabricante mundial de automóviles, los gobernantes se han olvidado de lo importante, la gente. Y es que no todo el mundo se puede permitir un coche eléctrico.
"La brutalidad con la que se impone el cambio en esta industria es un eufemismo”, dijo el miércoles en la Cumbre del Futuro del Automóvil. Aunque los precios de los coches eléctricos están bajando, no se espera que sean más baratos que sus rivales de gasolina hasta la segunda mitad de la década. El precio global de los coches de gasolina aumentará a partir de 2025 en la UE debido a la nueva tecnología de reducción de emisiones que exige la normativa.
La necesidad de cumplir con las normas, con coches convencionales cada vez más caros y eléctricos que no bajan de precio todo lo rápido que se desearía, hace que no solamente dejará a muchos automovilistas sin coche y traerá un parque móvil cada vez más envejecido y contaminante, sino que también se corre el riesgo de cerrar fábricas, pues algunos fabricantes podrían no sobrevivir al cambio.
El coche eléctrico no debería ser una imposición
"¿Cómo mantener una movilidad más limpia y asequible para que tenga un impacto significativo en el número de toneladas de CO₂ que emitimos? No es tan sencillo como tener coches a la venta: se necesita gente dispuesta a comprarlos y que se los puedan permitir. Si no mantenemos el aspecto asequible, afectaremos a la libertad de movilidad, que es un problema importante para las democracias modernas", aseguró el jefe de Stellantis.
Para Carlos Tavares, apostarlo todo al coche eléctrico de batería es un error. "Creo que podríamos ser más eficientes con múltiples tecnologías, no con una sola", dijo. Y es que "cuando se analizan las emisiones de carbono, deberíamos tener en cuenta las emisiones del ciclo de vida para las masas. Si hacemos que la movilidad del futuro [en concreto, los coches eléctricos] sólo sea asequible para la gente rica, tendremos una flota de coches viejos que seguirán emitiendo".
Con estas decalraciones, se podría pensar que Carlos Tavares está en contra del coche eléctrico. Sin embargo, se mostró partidario de introducir los vehículos eléctricos tal y como exige la legislación, pero aún más de reducir las emisiones. Según él, el problema es que los gobiernos que se limitan a imponer las emisiones del tubo de escape no tienen en cuenta la visión global, encareciendo el coste de los vehículos para los consumidores al imponer un cambio tan radical con demasiada prisa.
"En una década, los dispositivos de movilidad serán entre 300 y 500 kg más pesados que los actuales", dijo. "Eso pondrá sobre la mesa el tema de los materiales, la escasez de los mismos y los renovables”.
"Nadie debe olvidar de dónde viene la decisión: no es la industria del automóvil. Debemos tenerlo en cuenta para el futuro. Estamos haciendo las cosas bien, cumplimos con todas las normas y nos comprometemos a aportar nuestro granito de arena a las emisiones globales".
Pero al mismo tiempo considera que "los gobiernos están surfeando sobre la opinión pública" en torno a un mandato de cambio a los vehículos eléctricos, "lo cual me parece bien, pero hay que entender la ciencia, el análisis del ciclo de vida completo, no sólo las emisiones del tubo de escape, que no son lo mismo".
En cuanto a cómo hacer que el coche eléctrico se imponga, esos mismo gobiernos lo tienen fácil, “pueden hacerlo prohibiendo algunos tipos de motores de la noche a la mañana. Así que vas a la oficina en bicicleta o te compras un coche eléctrico”.
Carlos Tavares barre (un poco) para casa
A priori, Carlos Tavares puede parecer que está arremetiendo contra el coche eléctrico. En el caso de las marcas del antiguo grupo PSA, que dirigía Tavares, cumplían con las normas de emisiones y no estaban amenazadas con una multa de la UE por superar los límites, como si lo fueron el grupo Volkswagen y Jaguar Land Rover.
Las marcas que conformaban el antiguo grupo PSA y en menor medida las del antiguo grupo Fiat Chrysler ahora bajo la dirección de Tavares, no han tardado en lanzar al mercado coches eléctricos. Peugeot, DS, Citroën y Opel tienen uno o más modelos eléctricos en su gama y a la que se ha sumado Fiat.
Tampoco se le puede criticar en el hecho que en lugar de apostarlo todo al coche eléctrico con batería, sería más eficiente utilizar otras fuentes de energías en función de la necesidad: batería, en algunos casos, y pila de combustible de hidrógeno en otros, como el transporte de largo recorrido de mercancías.
Y sobre todo, no podemos olvidar que un coche eléctrico contamina lo que contamina el mix energético del país donde se recargue su batería (salvo en los casos puntuales de autoconsumo). En Francia, España, Portugal o Noruega con mix positivos hacia las energías renovables y nucleares, es positivo. En Alemania, Polonia o China, donde las centrales térmicas siguen teniendo mucho peso, es discutible.
Eso no quita, por supuesto, que como jefe de empresa tiene un discurso adaptado a los intereses de su compañía. Sí, Stellantis tiene una amplia gama de eléctricos, principalmente en las marcas del antiguo grupo PSA y Fiat, pero la vertiente americana está todavía muy atrasada en ese aspecto. Stellantis necesita más tiempo para desarrollar la gama eléctrica de Jeep, Chrysler y Dodge.
Además, técnicamente, los modelos eléctricos de Stellantis no están siendo los mejores del mercado, en términos de consumo y por tanto de autonomía, ni tampoco de precio con respecto a sus prestaciones, como hemos comprobado con el DS 3 Sportback E-Tense y el Peugeot e-208.
Aún así, es cierto que una transición forzada y rápida, podría tener consecuencias dramáticas en la industria y por tanto en el empleo. Y es que al final todo se resume a encontrar el equilibrio entre ir abaratando el coste de los eléctricos sin perjudicar al mismo tiempo las ventas de coches con motor de combustión más asequibles. Y no es el único reto al que se enfrenta el coche eléctrico para que triunfe, también hay que solucionar escollos técnicos, como los tiempos de recarga.
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