Las ventas de los coches diésel en Europa y Japón son diametralmente opuestas. En Europa, durante décadas se nos incitó a comprar coches diésel, mediante sobre todo una fiscalidad favorable, porque emitían menos CO₂. Mientras tanto en Japón, el diésel pasó de ser el 20 % del parque móvil a representar en 2015 menos del 1 %. Japón nos avisó de los peligros del diésel y no le hicimos caso. Ahora, en Japón creen que es preciso invertir esa tendencia. Y tampoco le hacemos caso.
Europa era y es un mercado dominado por el diésel. El éxito de las ventas de esta tecnología fue tal que cualquier fabricante que quisiese vender en números significativos en Europa debía tener motores diésel en su gama.
Así, las marcas niponas se vieron obligadas a desarrollar motores diésel casi exclusivamente para nuestro mercado. Honda, Subaru, Nissan o Toyota tardaron años en disponer de un propulsor de este tipo realmente competitivo en nuestro mercado. Honda, por ejemplo, no tuvo un motor diésel hasta 2005 (y se fabricó en el Reino Unido). Sin embargo, los fabricantes dan actualmente marcha atrás.
Los fabricantes japoneses dicen adiós al diésel
Toyota y Subaru han anunciado en el pasado Salón de Ginebra que dejarían de vender motores diésel en Europa. A Toyota, apóstol de la hibridación, nunca le ha gustado el diésel, mientras que Subaru, con sus motores bóxer, se pasó al diésel para poder tener ventas dignas en Europa.
Finalmente puede que el 2.2 boxer turbodiésel de Subaru sea una rareza en la historia de la compañía, ya que el nuevo XV no contará con motor diésel en su gama. Honda, por su parte, ya no dispone de versión diésel para el CR-V de nueva generación ni tampoco para su renovado HR-V.
Las razones de ese progresivo abandono de los motores diésel es sencillamente que sus ventas ya no justifican la inversión. La rápida demonización del diésel en Europa (prohibiciones puntuales de circular, ciudades cerradas al tráfico de los diésel más antiguos, como Fráncfort), hace que las ventas caigan en picado.
En el caso de Toyota, el diésel supone tan solo el 10 % de sus ventas a nivel global, mientras que la de los híbridos es el 78 %. En cuanto a su filial de lujo, Lexus, prácticamente solo vende híbridos en Europa (mantiene las versiones V8 deportivas, como el LC 500, pero son ventas anecdóticas). Las marcas niponas nunca han creído en el diésel. Y es que en Japón, el diésel fue tocado de muerte en los años 90.
El año pasado en España los coches diésel perdieron, tras muchos años, el trono de los más vendidos. En sólo cinco años su cuota de mercado ha pasado del 68,9% (2012) al 48,3% (2017) y todo apunta a que esta tendencia no va a parar.
Tokio provocó el destierro del diésel en Japón
Los coches diésel nunca fueron los favoritos del público japonés y en los años 90, los modelos con ese carburante fueron señalados como muy nocivos. A principio de la década de 1990, el parque móvil nipón cuenta con 5,1 millones de coches diésel y ocho millones de vehículos industriales diésel.
Es decir, supone en total tan sólo el 20 % del tráfico nipón. Aún así, los estudios llevados a cabo determinan que ese 20 % del tráfico es la principal fuente de emisiones de partículas finas (PM) y de óxidos de nitrógeno (NOx).
En abril 1999, Shintaro Ishihara es elegido gobernador de Tokio, con entonces casi 12 millones de habitantes (y casi 34 millones si incluimos toda el área metropolitana), e instaura cuatro meses después la campaña “Di no al diésel”. Incita a los habitantes y a las empresas de Tokio a no comprar, vender o usar los vehículos diésel.
Al mismo tiempo consigue que se revise la fiscalidad del diésel para equipararlo con la gasolina. Además, se instauran controles técnicos cada vez más severos, se persigue al infractor, las empresas con más de 30 vehículos en su flota deben empezar a reducir su impacto eliminando los diésel, se ponen en marcha ayudas para cambiar de coche, etc.
El resto de jefaturas niponas y vecinas de Tokio siguen el ejemplo. Las medidas surten efecto y en 2015, en Japón había tan solo 738.615 vehículos diésel en un parque móvil de más de 60 millones de vehículos. Vamos, menos del 1 % del tráfico de todo el país.
El retorno del diésel
Curiosamente, desde 2010, las autoridades japonesas se han propuesto devolver el diésel al mercado. Basándose en los datos de los fabricantes, el gobierno nipón considera que los diésel actuales con filtros de partículas y sistemas anticontaminación son vehículos limpios, desde el punto de vista del medio ambiente.
Los que funcionan con “diésel limpio” (sin azufre) son considerados coches ecológicos y están exentos de algunas tasas. Además, se benefician de un descuento del 75 % sobre el impuesto de circulación.
El objetivo de las autoridades niponas es que en 2030 entre el 5 y el 10 % del parque móvil nipón de los particulares sea diésel. Mientras tanto, en Europa, vamos tarde y empezamos a demonizar el diésel -el vehículo de motor de combustión interna que menos CO₂ emite- justamente cuando los diésel actuales son los coches de combustión interna más limpios del mercado.
Y es que es importante eliminar las fuentes de creación de NOx y partículas finas, que no son exclusivas del diésel, pero no podemos hacerlo a costa de incrementar la producción de gases de efecto invernadero como el CO₂.