El coche barato ha muerto para salvarnos la vida. Europa está obligando a las marcas a hacer coches más seguros (y caros)

Hay que asumirlo, los coches nuevos son cada vez más caros. La inflación de 15,2 % de 2020 a 2023 no es la única explicación para unos coches siempre más caros. El deseo de las marcas de aumentar su margen, tanto para compensar los malos años de la pandemia como las ingentes inversiones en los modelos eléctricos, se han dado la mano con un marco regulatorio que obliga a cada vez más equipamientos de seguridad a bordo. Y claro esos equipamientos se pagan.

Durante un tiempo se temió que la nueva norma Euro 7, que entrará en vigor el 1 de septiembre de 2024, podría haber supuesto la muerte de una multitud de coches polivalentes y compactos. Finalmente, la Euro 7 tendrá un limitado impacto sobre el coste del coche. “Añade costes al vehículo, pero no demasiado", explicaba Thomas Schäfer, Consejero Delegado de Volkswagen. "Lo que añade un coste tremendo es el Reglamento General de Seguridad 2, que exige cámaras interiores y un par de cosas que hay que añadir a la plataforma”.

El Reglamento General de Seguridad 2, conocido como GSR 2, por General Safety Regulation 2, es una serie de normas recogidas en el  Nuevo Reglamento de Seguridad 2019/2144 de la UE con las que se obliga a los fabricantes a equipar una serie de sistemas de seguridad en sus coches.

Coches más seguros y equipados, pero también más caros

El GSR 2 es, también, la razón por la que algunos modelos dejarán de venderse pasado el verano, a pesar de seguir teniendo una buena aceptación en el mercado, como el Toyota GR 86 o el Porsche Macan de gasolina, sustituido exclusivamente por la nueva versión eléctrica.

La GSR 2 fue adoptada inicialmente en Europa a finales de 2019, pero el Reglamento actualizado introduce una serie de cambios y muchos nuevos requisitos, entre ellos la atención por primera vez a los usuarios vulnerables de la vía pública, como ciclistas o peatones. También contribuye a allanar el camino para la conducción autónoma y conectada.

Así, entre el numeroso equipamiento de seguridad que debe equipar absolutamente todo coche nuevo que se matricule a partir de julio de 2024, nos encontramos, entre otros, con la frenada automática de emergencia, el asistente inteligente de velocidad, sensores (o cámara) de marcha atrás, el sistema de advertencia de abandono de carril (o asistente de mantenimiento en el carril), detector de fatiga y una caja negra que registra los datos del vehículo (consumo, velocidad, régimen motor, etc). Pero también obliga a cinturones de seguridad mejorados y a zonas de protección mejoradas en caso de atropello de un cliclista o un peatón, por ejemplo con un parabrisas con un cristal de seguridad mejorado.

Este equipamiento, con el que muchas marcas sacan pecho anunciando que es de serie en su coche, aludiendo así a una ventaja comercial sobre sus rivales, es en realidad obligatorio. No es ninguna ventaja ni oferta comercial. Eso sí, tiene un coste que lógicamente las marcas repercuten sobre el precio final del coche.

Si bien no queda otra que aceptarlo, al menos, el consumidor ve ese equipamiento, lo usa y puede ver el valor. Sin embargo, el GSR 2 también obliga a equipar los coches con sistemas que en ocasiones ni siquiera sabe que está ahí ni para qué sirve.

Para preparar los coches actuales de cara a la introducción de coches autónomos, la GSR 2 también obliga a que los nuevos modelos equipen sistemas para sustituir al conductor en el control del vehículo, incluidos la señalización, la dirección, la aceleración y el frenado.

Además, deben incluir sistemas para proporcionar al coche información en tiempo real sobre el estado del vehículo y la zona circundante, sistemas que comprueben si el conductor está disponible, para proporcionar información de seguridad a otros usuarios de la carretera o un formato armonizado para el intercambio de datos, por ejemplo, entre coches de diferentes fabricantes.

Todos estos sistemas de conducción autónoma no son obligatorios en los coches de nueva matriculación, no los veremos en un SEAT Ibiza, por ejemplo, pero sí en los de nuevo desarrollo. Y eso implica que aunque el cliente no use las funciones de conducción autónoma, las pagará porque su coche estará preparado para ello.

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