Tras años de tira y afloja, el Bundestag (la cámara baja del parlamento alemán) ha aprobado la creación de una tasa que deberán sufragar los propietarios de vehículos matriculados fuera de las fronteras de Alemania que quieran transitar por las vías de ese Estado miembro de la Unión Europea.
Para evitar un más que previsible veto por parte de Bruselas, la propuesta inicial fue maquillada añadiendo los vehículos menos contaminantes a la ecuación, así como eximiendo a los turistas que pasaran menos días por Alemania. De esta manera, ahora mismo esta propuesta está a punto para que la ratifique el Bundesrat (cámara alta, cámara de los länder).
El peaje tendrá forma de viñeta, o adhesivo que autorizará a la circulación durante un año, dos meses o 10 días por las autopistas alemanas. Su precio, que estará entre los 67 y los 130 euros anuales, dependerá no sólo de su plazo de vigencia, sino también del tipo de vehículo y del nivel de emisiones que acredite.
Una medida que nació siendo polémica en el propio Parlamento de Alemania...
La forma en la que el Bundestag introdujo la medida en el debate parlamentario en 2015 fue, como mínimo, curiosa. El peaje en las autopistas alemanas se hará pagar a todos los conductores, con independencia de su nacionalidad, aunque más tarde los ciudadanos alemanes verán compensada la tasa a través del impuesto de circulación.
Esta fue una propuesta que llevaron en el último programa electoral la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU) y la Unión Demócrata Cristiana (CDU), donde milita la canciller Angela Merkel. Por su parte, el ministro de Transportes, Alexander Dobrindt (CSU) se convirtió en el abanderado de este novedoso peaje, lo que le valió las críticas del grupo parlamentario de Los Verdes, que no dudó en tildar la medida de "evidentemente absurda".
Así, Anton Hofreiter, líder de Los Verdes en el Bundestag, caricaturizó en su día al ministro Dobrindt, acusándole de haber convertido un ministerio clave para Alemania en "el ministerio del peaje para los extranjeros".
También se pronunció en contra de la tasa el primer ministro de Baja Sajonia, Stephan Weil, por entender que el peaje sentaría un precedente para otros Estados miembros de la Unión, lo que perjudicaría el tráfico internacional: "Si nosotros cobramos entrada, es cuestión de tiempo que otros también empiecen a hacerlo, y eso será un golpe para el tráfico en la frontera".
... y que continúa siendo polémica aún hoy
La aprobación en sede parlamentaria por el Bundestag no ha estado exenta de airadas declaraciones. Sin ir más lejos, el vicepresidente de los socialdemócratas, Sören Bartolt, reconoce que su partido ha estado respaldando la medida defendida por la CSU a pesar de creer que el proyecto carece de sentido.
Se trata este, además, de un proyecto con el que el Gobierno federal intenta suavizar las críticas contra la privatización de las autopistas alemanas impulsada por el ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble, que supondría la cesión de hasta el 49,9 % de la sociedad gestora de unas infraestructuras que han sido públicas desde su origen, que se remonta a la década de 1930.
De hecho, las voces críticas contra la privatización de las autopistas alemanas estiman que los costes del peaje podrían superar a los ingresos. Dobrindt siempre ha asegurado que la medida es "justa, equitativa y con sentido", además de mirar al exterior para defender que en otros países hay autopistas de peaje, aunque calla que introducir un factor de pago por nacionalidad extranjera es contrario a la filosofía de la Unión Europea.
Aunque no es necesario que el Bundesrat apruebe la medida votada por el Bundestag, la cámara alta podría retrasar la entrada en vigor del peaje para extranjeros convocando una comisión mediadora entre ambas cámaras, a instancias de dos de los 16 estados federados de Alemania: Sarre y Renania-Palatinado.
¿Por qué? Muy sencillo: porque los representantes de los länder fronterizos piden exenciones para sus territorios, al temer que un peaje como este ocasione daños al turismo de sus zonas y, en consecuencia, pérdidas económicas para sus territorios. Con todo, la posibilidad de hacer excepciones ha sido rechazada de plano por el ejecutivo de Merkel, a través de su ministro Dobrindt.
Esta reacción por parte de la cámara de representación territorial alemana podría ocasionar que la aprobación del peaje para extranjeros se atrasara hasta más allá del 24 de septiembre, que es cuando hay elecciones federales en el país que dirige Merkel.
Más allá de las fronteras germanas, la medida también ha encendido a los representantes de algunos estados limítrofes con el país centroeuropeo, hasta el punto de que Austria y Países Bajos ya han anunciado que denunciarán el peaje para extranjeros ante los tribunales de la Unión Europea.