La crisis ha hecho que recurramos a algunas prácticas dudosas a la hora de gastar dinero en el mantenimiento de nuestro coche. Cada vez es más común alargar la vida de los neumáticos, algo realmente peligroso si nos sabes cómo se hace. Sin embargo, a pesar de que alargues su vida lo máximo posible, siempre llega un momento en el que cambiar de neumáticos se convierte en algo totalmente necesario. Ya sea porque el dibujo es inferior a los 1,6 milímetros permitidos, porque has notado algún tipo de desgaste irregular o simplemente porque han llegado al final de su vida útil y no quieres seguir jugando con tu seguridad y la de tus ocupantes.
Llegado este momento, en nuestro país se ha extendido mucho la práctica de optar por neumáticos de segunda mano. Una práctica que puede servir para ahorrar unos euros, pero que no está exenta de algunos posibles riesgos.
El 95% de los que montan neumáticos usados son los particulares, una práctica que apenas se utiliza en el caso de los coches de empresa (3%). Por otro lado, apenas el 5% de los propietarios de coches nuevos opta por neumáticos usados, una tasa que se va hasta el 35% en el caso de los coches de entre 5 y 10 años. Una vez pasados los 10 años, el porcentaje se dispara: el 60% utiliza neumáticos de segunda mano. Cuanto más viejo se hace el coche, menos dinero se gasta su propietario en neumáticos nuevos.
Cuando uno compra un neumático usado, lo normal es que desconozca por completo su procedencia, su anterior uso o si tiene algún defecto interno, entre otras cosas. Lo más normal es comprobar que los surcos tienen la profundidad mínima, y a partir de ahí dar el neumático por bueno. La realidad es que los problemas que podemos encontrarnos en un neumático de segunda mano son muchos y muy diversos.
Cristalización del caucho
A pesar de que el neumático aparente estar en buen estado, no tiene por qué ser así. Los neumáticos se deterioran con el paso del tiempo, incluso si no han sido utilizados. A este proceso se le conoce como cristalización, donde el caucho pierde parte de su flexibilidad y se endurece. La principal consecuencia es la pérdida de adherencia y una mayor distancia de frenado.
Desconocimiento del estado de conservación
Lo normal es no saber la procedencia de un neumático de segunda mano. De hecho, desde el año 2009 España tiene un balance importador de neumáticos usados, siendo Alemania y Francia nuestros principales suministradores de neumáticos de segunda mano.
Al no conocer la procedencia del neumático, es difícil conocer su estado real de conservación. Éste puede contener defectos ocultos en su estructura interna o talón por algún golpe que se haya dado con su anterior propietario. Además, tampoco sabemos en qué condiciones han sido almacenados hasta su segunda venta y cambios climatológicos bruscos pueden generar defectos ocultos.
Sus propiedades no están garantizadas
En España no existe ninguna regulación que garantice la comercialización de neumáticos usados seguros y en buen estado. Por lo tanto, la compra de neumáticos de segunda mano no garantiza que estos cumplan su función al cien por cien cuando sea necesario realizar una frenada de emergencia o pasar por una zona deslizante.
Desgaste irregular
Cada vehículo es diferente, tiene una dirección diferente, un reparto de pesos diferente, ha sido conducido por carreteras diferentes...por lo tanto, es más que probable que la forma de desgastarse de un neumático no sea igual de un coche a otro. Igualmente, es posible que hayan circulado con exceso o defecto de presión, con sobrecarga de peso o un sinfín de posibilidades.
Al comprar unos neumáticos de segunda mano cabe la posibilidad de que estén desgastados de una manera concreta. Al equiparse en otro coche, ese desgaste irregular puede aumentar la inestabilidad en carretera y reducir el confort de marcha.
La falsa rentabilidad
Por el hecho de comprar un neumático más barato, se da por hecho que estamos ahorrando dinero. Sin embargo esto puede llegar a no ser cierto.
El motivo es sencillo si un neumático usado tiene un dibujo de 5 milímetros y cuesta 50 euros, sólo quedarán 3,4 milímetros hasta que llegue al límite legal de 1,6. Lo normal es que un neumático nuevo tenga 8 milímetros de profundidad de fábrica. Por lo tanto, podríamos llegar a desgastar 6,4 milímetros su dibujo hasta llegar al límite legal.
Supongamos que el neumático nuevo vale 80 euros. En el caso del usado, el milímetro de neumático no estaría saliendo a 14,7 euros. En el caso del nuevo, a 12,5 euros. Por lo tanto, comprar un neumático de segunda mano nos está saliendo más caro de primeras, sin contar los riesgos que corremos en cuanto a posibles defectos en su estructura.
Desde Continental se recomienda revisar periódicamente el estado de los neumáticos: si están desgastados, con grietas, abultamientos… Si presentan algún deterioro importante o la profundidad del dibujo es inferior a los 1,6 milímetros que marca la ley es el momento inaplazable de su sustitución. No nos podemos olvidar que sin unos neumáticos adecuados se pone en riesgo nuestra seguridad y la del resto de conductores. A veces lo barato puede salir caro.
Precisamente, es en el terreno de la concienciación desde donde trabaja Continental con su proyecto VisionZero, con el ambicioso objetivo de reducir drásticamente las víctimas de accidentes en carretera.
Fotos | Pixabay, Continental
En Continental VisionZero | Diferencias entre un neumático caro y uno barato que influirán en la seguridad de tu coche