El primer coche de hidrógeno de BMW será un X5, y llegará en 2025 con la ayuda de Toyota

Las alianzas entre grandes grupos automovilísticos son el futuro, y ya están dando sus primeros frutos en el presente. El Toyota GR Supra y el BMW Z4 ejemplifican a la perfección los desarrollos conjuntos que la marca japonesa y la alemana han iniciado, pero no será el único puesto que habrá más sinergias entre ambas.

Después de más de 25 años experimentando con el hidrógeno, BMW ha anunciado que para 2025 tendrán un BMW X5 propulsado por pila de combustible, y lo harán gracias al know-how compartido con Toyota, según recoge Forbes.

BMW se beneficiará de la experiencia de Toyota con las pilas de combustible

Llaman la atención los tiempos de BMW en la guerra del hidrógeno. Mientras que Mercedes-Benz lleva años desarrollando su tecnología de pila de combustible y ya tiene sobre la mesa al Mercedes-Benz GLC F-Cell, en Audi aseguraron hace no demasiado que en 2019 ya tendrían un primer prototipo de coche de hidrógeno, el h-tron, que llegará en forma de modelo de producción a pequeña escala en 2021.

Pero no son los únicos con experiencia en este campo. Honda con el FCX Clarity fue quien abrió el camino en 2008 con el primer coche de producción de hidrógeno mientras que Hyundai comenzó a comercializar el ix35 Fuel Cell en 2013 y ya tiene un segundo modelo, el Nexo. Mazda también ha hecho algunos experimentos con H₂.

Con sus competidores más directos tomando posiciones en firme y a corto plazo sobre el tablero del hidrógeno, BMW parece haberse mantenido un tanto al margen sin haberse mojado demasiado. A mediados de 2018 anunciaron unos escuetos datos de 245 CV y 500 km de autonomía para un supuesto BMW Serie 5 Gran Turismo alimentado por pila de combustible, pero por entonces aseguraron que su intención era tener un coche de hidrógeno para alrededor de 2025.

En realidad la colaboración con Toyota en el campo del hidrógeno ya tiene solera, pues allá por 2015 desvelaron el BMW i8 Hydrogen Fuel Cell, una adaptación del deportivo híbrido alemán con mecánica probada ya en el Toyota Mirai. Aunque por aquel entonces no hubo ningún tipo de anuncio de alianzas, ahora parece más que obvio que Toyota y BMW van a ir de la mano en este campo, así que en un futuro veremos coches de pila de combustible con el emblema de la hélice como complemento a sus híbridos y eléctricos.

El momento en el que BMW quiere entrar de facto en este segmento no será hasta 2025, coincidiendo con la afirmación de 2018, y ahora sabemos algún dato más sobre sus intenciones. El modelo elegido para el desembarco será el BMW X5 recientemente renovado, que a principios de la década de los 2020 iniciará su andadura como modelo de serie corta, aunque Klaus Frölich (director de desarrollo de BMW) no ha detallado cuándo.

Lo cierto es que aunque los horizontes temporales no están muy definidos aún, BMW sabe que necesita a Toyota para embarcarse en esta aventura, pues el coste de desarrollo de un coche de hidrógeno partiendo desde cero duplica al de un coche 100% eléctrico.

El hidrógeno es para muchos la solución a largo plazo. Con los vehículos alimentados por combustibles fósiles en declive y la escasez de materias primas para la producción de baterías para coches híbridos y eléctricos, la pila de combustible puede ser la tecnología más viable de todas en un horizonte lejano.

Puede que BMW vaya un poco tarde en esto del H₂, pero en realidad llevan más de 25 años trabajando con esta alternativa, aunque en un principio su aplicación era muy diferente ya que utilizaron al hidrógeno como combustible inyectándolo en el interior de los motores. Con este planteamiento consiguieron en 2004 batir nueve récords de velocidad para vehículos de hidrógeno con el BMW H₂R Record Car, una especie de barqueta equipada con un motor V12 de 6.0 litros que quemaba hidrógeno para conseguir 285 CV de potencia y una velocidad máxima de 302,4 km/h.

¿Cómo funciona un coche de hidrógeno?

La tecnología de pila de combustible hoy por hoy sigue siendo cara debido a lo complicado del proceso para la obtención de energía. Del hidrógeno almacenado en los tanques del coche se genera electricidad descomponiendo el hidrógeno al mezclarlo con oxígeno. El resultado es electricidad y vapor de agua, y dicha electricidad es la que se utiliza para alimentar el motor o los motores eléctricos del coche.

La electricidad que se produce con la pila de hidrógeno se va almacenando en baterías por lo que el sistema de descomposición del hidrógeno no tiene por qué estar funcionando continuamente, pero la autonomía se determina en función de la cantidad de hidrógeno almacenada en los tanques, el ritmo al que se consuma y sumando eventualmente una recarga de las baterías vía enchufe.

Pero precisamente en su tecnología se encuentran los mayores inconvenientes. El hidrógeno es el elemento químico más común en la Tierra, pero no se da por sí mismo. El hidrógeno se produce a través de una obtención cara que consume cantidades ingentes de energía, y si esta energía no es limpia el propósito ecofriendly de la pila de combustible pierde todo su sentido.

Aparte el hidrógeno supone un reto extra a la hora del almacenamiento y el repostaje. El H₂ posee una gran difusividad y permeabilidad, es decir, que se fuga con extrema facilidad, así que por ello los tanques de almacenamiento, las hidrogeneras y las mangueras han de ser especialmente seguras y, por tanto, hace que su infraestructura sea cara.

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