Apostar antes que nadie por una tecnología nueva siempre es arriesgado. Es algo que hace poco más de una década podía aplicarse a los coches eléctricos de batería y ahora puede aplicarse a los coches eléctricos de pila de combustible de hidrógeno.
Puede confirmarlo Till Westberg, un alemán que compró uno de los primeros coches de hidrógeno de producción hace siete años y ahora que se ha averiado se ha encontrado con un presupuesto desorbitado para repararlo.
Cuando reparar el coche cuesta el doble que el coche
La falta de hidrogeneras no es el único impedimento que tienen actualmente los pocos coches de hidrógeno que se pueden comprar. En España únicamente son dos: el Toyota Mirai y el Hyundai NEXO. Este último tuvo un predecesor que se puso a la venta a principios de la década anterior en algunos mercados: el Hyundai ix35 FCEV.
El SUV coreano no llegó a España, pero sí a Alemania. Hubo adelantados a su tiempo que decidieron comprarlo, o más bien valientes, como Till Westberg, un alemán que acaba de contar en Autobild el problema al que se está enfrentando con su coche de pila de combustible de hidrógeno.
Westberg compró su Hyundai ix35 FECV en el año 2016. Le costó unos 50.000 euros y en ese momento fue una alternativa con más autonomía a los coches eléctricos de batería porque puede recorrer entre 450 y 500 kilómetros con un repostaje.
Durante siete años lo ha estado utilizando sin ningún problema, de hecho, ha recorrido 84.000 kilómetros en todo este tiempo. El único impedimento ha sido tener que planificar muy bien sus trayectos por la falta de hidrogeneras, especialmente los primeros años porque la red de hidrogeneras alemana ha mejorado un poco desde que Till se compró su Hyundai.
Cualquier coche puede tener una avería, el problema con el ix35 FCEV de Till es el coste de reparación. Para empezar, le ha costado encontrar un taller oficial preparado para arreglar su coche; se vendieron tan pocos en Europa que no todos los servicios técnicos de Hyundai están habilitados para reparar este modelo.
Pero lo peor vino cuando recibió el presupuesto. Arreglar su coche le costaría 103.764,17 euros. Es más del doble de lo que le costó comprarlo nuevo. Autobild ha publicado la foto de la factura y solo la celda de combustible tiene un precio de 84.000 euros. El mismo medio señala que Hyundai está buscando soluciones, pero la cosa no pinta nada bien y seguro que Till ya está pensando en cambiar de coche.
Según apunta The Drive, la celda de combustible de un Hyundai NEXO cuesta unos 42.000 euros, sigue siendo carísima, pero cuesta la mitad que la del ix35.
Con semejante coste, reparar este Hyundai ix35 FCEV no tiene sentido. El Hyundai NEXO nuevo está a la venta desde 77.490 euros en Alemania y en el mismo país hay varias unidades de segunda mano del Hyundai ix35 FCEV con menos kilómetros que el coche de Till por menos de 21.500 euros. Incluso se pueden comprar por menos de 15.000 euros.
Ese es otro de los problemas que tienen los modelos pioneros como el Hyundai ix35 FCEV: una enorme depreciación. Cuando se puso a la venta este coche hace más de 10 años había que preparar 125.000 euros para comprarlo.
Con el paso del tiempo su precio fue bajando. Que siga sin haber una buena red de hidrogeneras para respostarlos contribuye a su depreciación y casos como el de Till tampoco ayudan.
Más allá de este caso, todo apunta a que el hidrógeno puede tener un papel fundamental en el futuro de la industria del automóvil, o más bien del transporte en general porque también está empezando a utilizarse en furgonetas, camiones, autobuses, maquinaria industrial, aviones, barcos y trenes. Incluso en competición.
Sin embargo, a esta tecnología todavía le queda mucho desarrollo por delante, como demuestra el caso de Till. Aunque ya es posible comprar coches de hidrógeno con tecnología de pila de combustible, puede que no sea la mejor idea.
Por supuesto, depende de muchos factores y, desde luego, tiene más sentido en países como Japón y Corea del Sur, donde la red de hidrogeneras empieza a tener una dimensión considerable. En cambio, en Europa es todo lo contrario, especialmente en algunos países, como España, aunque eso debería cambiar a lo largo de los próximos años.