Si hace sólo unos días os hablábamos sobre la Ford "F-22" Raptor inspirada en el caza-bombardero moderno, ahora le toca el turno a otro avión con ruedas de inspiración aeronáutica. Se trata del Roush P-51 Mustang, una modificación muy bestia del popular preparador americano que lleva al Ford Mustang hasta unos brutales 737 CV.
El avión de cuatro ruedas que toma su nombre del conocido caza de combate de la Segunda Guerra Mundial es el Mustang más potente que ha salido de las instalaciones de Jack Roush, y bajo su capó esconde muchas y muy buenas modificaciones.
Un coche de 737 CV por menos de 70.000 euros
Al motor Coyote V8 de 5.0 litros de serie se le añaden un supercargador TVS de 2.3 litros, transmisión reforzada con material TrakPak, línea de escape Roush, cubiertas del motor Roush con emblemas Active Quad y amortiguadores tipo coilover ajustables en tres vías para mantener al pony car bien pegado al asfalto.
A la hora de detener a este caballo furioso se recurre a un equipo de frenos Brembo y llantas Weld con neumáticos Continental ExtremeContact Sport.
Los cambios exteriores se extienden por toda la carrocería con una nueva parrilla con luces suplementarias, tomas de aire más generosas en el frontal, un alerón cola de pato o splitter frontal de fibra de carbono.
En el capó aparecen nuevas salidas para el aire caliente además de una nueva gran entrada para el aire fresco, entradas que también aparecen en las ventanillas traseras y por delante de los pasos de rueda del eje posterior. Todo decorado con una elegante pintura en gris y negro que le queda perfecta.
En el interior también encontramos novedades con una tapicería en cuero Amaretto Tuscany, una pedalera nueva, indicadores, placas identificativas y una palanca de cambios Roush.
Y ahora viene lo mejor, el mindblow para los europeos. El precio de esta bestia de 737 CV es de 42.500 dólares, que sumados al precio del Mustang GT en estados unidos se convierte en un pepino radical por menos de 70.000 euros al cambio. Por supuesto, sólo se producirán 51 unidades de esta preciosidad.
Hay que ver qué escenarios tan diferentes. Dan ganas de irse a vivir a los Estados Unidos, ¿verdad?