El 30 de septiembre de 2022, Phillip Paxson volvía de la fiesta de cumpleaños de su hija en casa de un amigo en Hickory, Carolina del Norte, y utilizó Google Maps para orientarse. Como suele ocurrir, Paxson siguió al dedillo las indicaciones de la herramienta de navegación, que le dirigían a un puente.
Por desgracia, ese puente había colapsado hacía una década y era intransitable, pero Google Maps no había actualizado sus mapas en esa zona.
Desafortunadamente, y aunque viajaba solo, Paxson murió tras una caída de seis metros. Sus familiares han demandado no solo a Google Maps, sino también a dos empresas y un particular relacionados con la seguridad del puente.
Según la demanda, Paxson conducía en condiciones climáticas adversas en una noche oscura y lluviosa, y no pudo anticipar la caída a pesar de que las condiciones del puente eran evidentes.
Sin embargo, es más que posible que la familia del fallecido tenga oportunidades de ganar el caso. La policía detectó que el puente carecía barreras, señales de advertencia u otras características que alertaran a los conductores sobre el peligro. Las autoridades también aseguran que no fue mantenido por funcionarios locales o estatales y que la empresa constructora se había disuelto.
"Al no estar familiarizado con las carreteras locales, confió en Google Maps, esperando que la aplicación lo llevara a casa con su mujer y sus hijas", explican los abogados de la familia en un comunicado recogido por la BBC.
Además, los vecinos de la zona se habían puesto en contacto en repetidas ocasiones con Google para que cambiara sus mapas después de que el puente se derrumbara en 2013, afirma la demanda.
Según ha explicado Google, están investigando las causas del suceso. Mientras tanto, el puente se encuentra en las mismas condiciones que cuando murió Paxson.
En 2015 una pareja acabó cayendo de un puente en obras en Chicago por seguir las indicaciones del GPS, pesar de las numerosas advertencias que indicaban que el puente estaba cortado. La mujer del conductor falleció.
Como describió Josep Camós allá por 2016, las consecuencias de perderse con un GPS pueden quedarse en una simple anécdota, o bien implicar un grave siniestro vial en el que los ocupantes del vehículo se arriesgan a quedar heridos o fallecer. Hay ejemplos de todo tipo.
Está aquel turista que se perdió en Australia por culpa de su iPhone, aquella señora que, siguiendo un GPS, decía que había viajado de Francia a Bélgica pasando por Croacia (aunque luego resultó que no fue así)... pero también está aquel que, haciendo caso al GPS y sin advertir lo que le decía una señal mal colocada, acabó en el fondo de un pantano de Badajoz en mitad de la noche.
Se nos plantea una vez más si el uso indiscriminado del GPS nos vuelve más tontos, atrofiando nuestra capacidad para tomar decisiones y nuestro sentido de la orientación.
Foto | Morgan Frances