Que la comunidad internacional imponga sanciones a Rusia y las marcas europeas hayan abandonado ese mercado no impide que las ventas de coches de lujo europeos crezcan en ese país.
Al máximo responsable de Rolls-Royce le preocupa, pero confiesa que no pueden hacer nada contra los contrabandistas de coches de lujo. Las leyes de protección de datos tienen mucho que ver.
El mercado negro de coches de lujo en Rusia no deja de crecer
Una de las cosas que suele hacer la comunidad internacional para castigar a algún país es aplicar sanciones económicas. Lo hemos visto con Cuba, con Siria, con Corea del Norte y, más recientemente, desde que comenzó la guerra de Ucrania, también con Rusia. En teoría, estas sanciones tratan deberían afectar a la economía del país, pero, en la práctica, tienen más efectos sobre su población general que sobre las élites económicas del país.
Solo hay que ver la colección de coches de lujo que tenía el dictador sirio Al Assad. Mientras mucha gente lo pasaba realmente mal en Siria, Al Assad guardaba en una nave joyas de la talla de un Ferrari F50, un Mercedes-Benz SL 65 AMG Black Series o un Lamborghini Diablo. Lo mismo se puede decir de la limusina blindada Mercedes-Benz que tiene Kim Jong-un en Corea del Norte, sin que Mercedes sepa cómo llegó allí.
Cuando se limita un mercado, de la manera que sea, el mercado negro entra en juego. Para seguir comprando lo que sea en los países con sanciones económicas impuestas por la comunidad internacional, solo hay que tener dinero y contactos.
Prueba de ello es la cantidad de coches de lujo europeos que están comprando los rusos más ricos. Cuando estalló la guerra de Ucrania, marcas como Rolls-Royce, Bentley o Mercedes-Benz salieron del país, pero eso no ha impedido que se sigan vendiendo modelos de estas compañías en Rusia.
Según señala The Times, medios rusos aseguraron que enero de 2024 y septiembre de ese año, las ventas de Rolls-Royce en Rusia crecieron un 39%. Y eso está empezando a preocupar a Rolls-Royce.
En declaraciones a The Times, el CEO de Rolls-Royce, Chris Brownridge, aseguró que ninguno de esos coches se vendió en un concesionario Rolls-Royce en Rusia, sino que todos venían a través de terceros. Es sencillo: en lugar de que las marcas vendan coches de lujo en Rusia, los venden los contrabandistas.
“Con cada Rolls-Royce que vende cualquiera de nuestros concesionarios a un cliente, validamos quién es ese cliente y hacia dónde va ese coche. No hay concesionarios que vendan coches a clientes fuera de áreas donde deberíamos estar vendiéndolos. Estamos absolutamente seguros de ello. Y cualquier traficante que no se tome en serio esas responsabilidades recibirá, digamos, un impacto bastante significativo por nuestra parte”.
El problema que tiene Rolls-Royce (y el resto de marcas) es que solo pueden controlar quién es el cliente que compra el coche en el concesionario, pero no lo que hace luego, es decir, no puede diferenciar entre un cliente que se compra el coche para él y un intermediario.
Cuando el coche pasa a manos privadas, Rolls-Royce no puede rastrear los movimientos del vehículo por las leyes de protección de datos. “No podemos impedirlo”, dice Brownridge, que aclara que la marca no tiene evidencias de malas acciones por parte de ninguno de sus concesionarios, pero que, si hubiera pruebas claras, “no dudaríamos en tomar medidas punitivas”.
Como contó hace unas semanas mi compañero Daniel Murias, hay quien defiende que ahora es más barato y rápido pasar coches de gama alta a Rusia a través de Corea del Sur. Sencillamente porque las sanciones que aplica Corea del Sur contra Rusia son mínimas y a los intermediarios les sale más a cuenta que llevar a Rusia coches de lujo a través de otros países, como Armenia o Kazajistán.
Lógicamente, el intermediario gana dinero con la operación y eso implica que el comprador ruso pague más dinero por su Rolls-Royce de lo que realmente cuesta, pero es algo que la gente que opta por el contrabando está dispuesta a asumir. Al fin y al cabo, son personas con mucho dinero y no les importa el sobrecoste a cambio de tener su coche, sea como sea.