La gente está empezando a atar tablets y móviles al volante. Multar o educar, he ahí la cuestión

Está claro que el mejor detector de locuras nacionales al volante lo encontramos en las cámaras de la DGT y los Pegasus, pero al otro lado del charco también observamos con espanto que la inconsciencia y la adicción a internet están muy presentes en la carretera.

La policía de Vancouver, Canadá, ha pillado al conductor de un vehículo con el móvil y la tablet atados al volante de la manera más clandestina posible. Tal y como ha informado la cabecera canadiense CBC News, la policía entregó al conductor una multa de 81 dólares, no por el temerario invento, sino por no presentar el carnet de conducir. El oficial cambió la multa por una charla sobre la seguridad vial.

Como el perro de Pavlov

Es la eterna batalla entre las dos ideas centrales del conductismo: el refuerzo positivo y el negativo en base a un aumento o disminución de la probabilidad de que algo vuelva a ocurrir. Si lo aplicamos a las infracciones, puede que la decisión de este oficial canadiense haya surtido mayor efecto que una simple multa.

La unidad de tráfico del Departamento de Policía de Vancouver tuiteó una foto de la elaborada tecnología. El teléfono móvil, conectado a un cargador, parecía estar conectado al volante con una especie de bridas o cremalleras, y la tablet encajonada entre el volante y el móvil.

El oficial entabló una larga conversación con el conductor acerca de la seguridad vial, que nos hubiera encantado conocer, y he aquí la mejor parte: "en base a la información recopilada durante su conversación, nuestro oficial decidió que educar al conductor sobre los dispositivos sería el enfoque más efectivo", ha publicado la CBC.

Sí, recibió una multa de 81 dólares, pero porque no disponía (suponemos que en ese momento) de su carnet de conducir. La decisión de usar la asertividad en vez del castigo puede que haya plantado una pequeña semilla de lógica y humanidad en el cerebro del conductor. Y cuando hablamos de asertividad, podemos relacionarlo con un refuerzo positivo: "entendemos que estés hasta arriba de trabajo y tengas que hacer malabares para llegar al final del día, pero si sigues haciendo lo que haces, acabarás matándote o peor, matando a alguien".

Ahora compara una conversación basada en ese mensaje a una simple multa emitida por un agente que probablemente tuvo que multar la semana pasada a otro conductor por jugar al Pokemon Go en su iPad mientras conducía, y que está muy harto.

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Aquí la multa de 368 dólares sí se emitió por la temeridad, y porque se detuvo junto a la policía mientras jugaba.

Ahora bien, es la educación en seguridad vial el remedio para devolver la cordura a las carreteras? ¿Qué tal un paseo por un hospital de parapléjicos? ¿O una sesión en el Congreso de los Diputadostivo que una multa, que más radares? Quizá la respuesta esté en que nada de eso servirá jamás de nada si desde la infancia no nos transmiten valores básicos.

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