Señoras que te destrozan el coche y se van

Y luego vuelven, justo cuando se dan cuenta de que alguien les ha tomado la matrícula y la ha dejado en un papelito bajo el limpiaparabrisas del coche siniestrado. Y retiran el papel y se vuelven a ir. Y se estampan contra otro coche. Y luego se van otra vez. Señoras curiosas que hay por ahí.

Hace unos días coincidí en una presentación con varios compañeros de esto que hago. Como no suelo salir mucho a que me dé el aire, más de uno se puso a asociar mi nombre y mi cara con mis obras perpetradas aquí en Motorpasión, lo que se traduce básicamente en: “Ah, tú eres el de los dibujos esos raros, ¿no?” (hola, Dani). Pues sí, pero hoy no va a haber más dibujos, se siente.

Hoy hay fotos de lo que podría haberse publicado ayer como Dolorpasión™, sobre todo después de tener que tirar atrás el vídeo de un Porsche 911 en Nürburgring porque su propietario lo había hecho privado. Pero como quizá me habrías dicho que un Golf apaleado no resulta doloroso (oye, pues para mí lo es, pero será porque es el mío) me lo he reservado para el fauna en ruta de hoy.

Primero, los hechos, que así mola más.

Llega mi mujer a un centro comercial y deja allí el coche, bien aparcadito. Si la vieras… Salvo que vaya con prisas, si al bajar del coche descubre que le ha quedado algo torcido se cabrea consigo misma y lo mueve hasta que le queda perfectamente alineado y centrado dentro de la plaza. Más maja… Se va a comprar unas cosas para una cena con una amiga que estuvo muy enferma pero ya no lo está. Alegría. Hay que celebrarlo.

Vuelve al coche con el carro y con las cosas. Digamos que en casa mi mujer tiene dos grandes amores: uno soy yo – mal me está decirlo, pero ya son muchos años y entiendo que es así – y el otro es su coche, que lo pusimos a mi nombre por aquello de que hemos ido pasando el seguro de uno a otro y tal, pero vamos, que normalmente lo lleva ella. Y lo quiere con locura. Pasión en estado puro, oye.

Perdón por la digresión (una de tantas, ya me conoces). Digo que vuelve al coche con el carro de la compra y ya desde lejos ve algo raro. Ay… ¿Qué es eso que tiene su Gunter? Se llama Gunter, sí. No parece un reflejo… Será una mancha, una salpicadura. ¿Alguien le ha salpicado en la chapa blanca que – por cierto – dejamos como los chorros del oro hace unos días? Pues tiene todo el lateral sucio…

Y a medida que se acerca al coche a mi mujer empieza a acelerársele el pulso. Los latidos le resuenan ya en las sienes. No es una mancha. Está rayado. ¿Rayado? ¿Qué rayado? ¡Está destrozado! Tiene todo el lateral derecho como si alguien se hubiera estado frotando contra él armado con un coche de color azul oscuro. ¿¡Pero qué mierda es esta!?

Mientras el subidón de sangre le hace tambalearse, llega un chico que le pregunta si el coche es suyo. Temblando, mi mujer musita que sí. El chico le entrega un papelito con la matrícula de otro coche, otro Volkswagen Golf – este de color azul – cuya conductora lo ha estampado. Al chaval y a su amigo les ha sorprendido el ruidaco que se ha oído en el parking, han mirado, y han presenciado atónitos la escena. Eso es lo que cuenta mientras da su teléfono a mi mujer para prestarse como testigo de lo sucedido.

Al apuntar la matrícula y dejarla en el parabrisas, han visto cómo la mujer detenía el coche y retiraba el papel para luego huir del lugar. El chico ha decidido entonces apuntar de nuevo el dato, avisar a Seguridad y esperar pacientemente a que mi mujer, ajena a todo lo que sucedía en el aparcamiento público, volviera al lugar donde había estacionado correctamente. Los datos ya están en manos de la aseguradora, que se encargará de poner todo de su parte para que las cosas fluyan.

¿Qué le pasa a la gente?

Ya hace tiempo que estamos viendo tú y yo que la gente no anda muy fina, que la primavera y la crisis hacen estragos sobre los conductores, y que estamos dejando demasiado protagonismo a la diosa Fortuna para lo mucho que nos jugamos cada día por ahí con el coche.

Lo de hoy, sin embargo, le da una vuelta de tuerca al tema y va más allá en el tema de las actitudes. Ya no hablamos de que la cabra tira al monte, sino de una cabra (siguiendo con aquel símil de hace días) que ni siquiera es del todo consciente de cuáles pueden ser las consecuencias de ser como es.

Soy de los que piensan – y mi experiencia como formador vial me avala – que el manejo de vehículos es una actividad que a algunas personas les hace sentir tremendamente inseguras. Tanto, que afrontan sus inseguridades como buenamente pueden. Los hay que vencen sus reticencias y conducen sin problemas, los hay que se achican y pasan miedo al volante y los hay que reaccionan con violencia, como suelen hacer los animales cuando se sienten inseguros y atacan.

Siguiendo el relato del testigo, tengo la sensación de que la presunta culpable del choque pertenece a este último grupo. Quiero creer que no es cuestión de maldad, sino de inseguridad, del pánico que le produce a algunas personas saberse responsables de un daño que han infligido a otras personas. En el fondo, creo que hablamos de gente que necesita ayuda, antes de que hagan algo más doloroso que rayarle el coche a alguien. Total, esto con un poco de chapa y pintura se arregla.

Nota: Este artículo se lo dedico a mi señora, si no te importa.

Actualización: Tal y como habéis comentado infernum y Boxter (gracias), en forocoches tenemos la versión del buen shurmano que apuntó la matrícula del vehículo utilizado como arma arrojadiza contra el coche de mi mujer y contra un Citroën C4 que tampoco había hecho nada como para merecer semejante castigo. Su relato de lo sucedido es muy bueno y dice mucho de su sentido de la ética. Si podéis, dejadle un comentario de agradecimiento a Alemar de mi parte, que yo… o he perdido mi usuario en forocoches o nunca lo tuve; no lo recuerdo ahora, la verdad.

Ah, y gracias a todos por vuestro apoyo, claro. De verdad que se agradece.

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