De verdad que no tengo ningún asunto turbio (ni claro tampoco) con la Guardia Civil. Pero hay temas que hasta el más ciego vería como un filón para aprovecharlos en ese ejercicio semanal que realizamos tú y yo los lunes, cuando analizando la fauna en ruta que nos rodea echamos pie a tierra y nos dedicamos, por un rato, a reflexionar sobre lo que tenemos en la carretera.
Y la reflexión viene hoy de la mano de una noticia que tiene como elementos los siguientes: una colisión salvaje a 180 km/h, la M-40 como escenario y un capitán de la Guardia Civil de Tráfico que --lo veremos enseguida-- no es un capitán cualquiera. Resulta difícil pasar de largo, ¿verdad?
Empezamos con el titular que dio ABC a la noticia:
Sucedió en el punto kilométrico 51,200 de la M-40, a la altura de El Pardo aproximadamente. Ocurrió el miércoles, 31 de julio, a las 19:43. Es decir, en pleno cambio de guardia de las vacaciones de verano. Unos que vienen, otros que se van, y un coche de la Guardia Civil, un Alfa Romeo 159 para más señas, impacta cuando circula --dicen-- a 180 km/h. A bordo del vehículo policial viajaba Carlos Gascón, capitán del Subsector Norte de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil en Madrid.
“Bajo su exclusiva responsabilidad”
No, el coche no lo manejaba Gascón sino un subalterno, y por lo que cuentan circulaban en servicio de urgencia. Por eso, al conductor se le aplica el Artículo 68.1 del Reglamento General de la Circulación, ahí donde habla sobre las facultades de los conductores de vehículos prioritarios:
Los conductores de los vehículos prioritarios deberán observar los preceptos de este reglamento, si bien, a condición de haberse cerciorado de que no ponen en peligro a ningún usuario de la vía, podrán dejar de cumplir bajo su exclusiva responsabilidad las normas de los títulos II, III y IV, salvo las órdenes y señales de los agentes, que son siempre de obligado cumplimiento.
Los títulos II, III y IV constituyen el grueso del Reglamento, y hacen referencia a las normas generales de circulación, incluyendo señalización y, por supuesto, limitaciones de velocidad. Pero aquí hay que hacer hincapié en lo de "bajo su exclusiva responsabilidad". A todas estas, no ha trascendido qué tipo de servicio motivaba circular a 180 km/h en una autopista de circunvalación. Y sí, a todos nos gusta que las fuerzas del orden lleguen cuanto antes si estamos en apuros, pero... ¿a qué precio?
Me queda la duda sobre qué responsabilidad tiene el conductor --legalmente, toda-- cuando lleva a su lado a un mando superior que manda sobre sus actuaciones como agente de la Guardia Civil, aunque el conductor fuera según ABC un subalterno y no un subordinado (sinceramente, dudo de la palabra empleada por el rotativo). Entre esas actuaciones está conducir el coche en servicio urgente.
El rigor por el cumplimiento de las normas
Más allá de la responsabilidad del conductor, está el papel de su acompañante. ¿Quién es el capitán que iba en el coche? Carlos Gascón es un celoso cumplidor de las normas. De hecho, tal es su afán por que los conductores conduzcan con arreglo a las leyes de tráfico que en enero de este año la Asociación Unificada de Guardias Civiles denunció así su extremado rigor:
El capitán del Subsector Norte de Madrid exige a los agentes de tráfico de los destacamentos de Madrid y Especial poner 50 multas de tráfico como mínimo para cobrar a final de mes la productividad.
Por cierto, no hay que confundir al capitán del Subsector Norte de Madrid con el capitán jefe interino del Subsector de Tráfico de Madrid, que era aquel del que hablamos hace tres semanas. Son personas diferentes. Y ya que estamos entre paréntesis, digamos también que la Dirección General de la Guardia Civil negó que los pluses estuvieran vinculados a las multas impuestas.
Una vez aclarado esto, añadamos que en el siniestro se vieron implicados, además del vehículo policial, un Audi A-4 que en un primer momento se identificó como Audi A-6 y en el que viajaba un matrimonio con dos niños pequeños, y un Seat Ibiza, sin que se conozca su número de ocupantes.
La parte menos negativa es que en el siniestro no se registraron heridos de gravedad. Sólo tres de los ocupantes de los turismos sufrieron lesiones leves por abrasiones. Afortunadamente, la seguridad pasiva funcionó donde no funcionó ni el rigor del capitán ni el sentido común del conductor.
En la zona del siniestro no hay cámaras de vigilancia --seguramente porque con un capitán tan entregado ni siquiera son necesarias--, de manera que no hay un registro mínimamente objetivo de lo que sucedió y que pueda ayudar a esclarecer los hechos. Y ahora, una vuelta de tuerca que te va a apasionar, lo sé. Como el siniestro tuvo lugar en el Subsector Norte de Madrid, será la misma unidad, comandada por el propio capitán Gascón, la que investigue lo sucedido.
¿Que es lo lógico dada la ubicación del siniestro? Sí. ¿Qué todo esto ya de entrada huele fatal? También. Esperemos que por lo menos alguien se haga cargo de las víctimas ajenas a la Guardia Civil, aunque fueran leves, y de sus respectivos vehículos. Porque si no el asunto ya sería de traca.