El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, presentó hace tan solo unos días la nueva campaña de concienciación de la DGT junto con el dispositivo de vigilancia para el verano que se desplegará en el marco de una Operación Salida que arranca este viernes 3 de julio y cuya principal novedad es la inclusión de furgonetas camufladas al amplio repertorio de dispositivos de control que maneja Tráfico.
El objetivo, como cada año, es reducir la siniestralidad en las carreteras españolas. Pero este 2020 parece incluso más relevante si cabe que en ejercicios anteriores a ojos de la DGT, que ha basado su campaña divulgativa en el mensaje "este país no puede soportar más muertes", estableciendo un vínculo entre las intolerables cifras de muertes en las carreteras y el resultado de la devastadora crisis sanitaria del COVID-19, que a día de hoy se ha saldado 28.368 fallecidos y más de 250.000 casos de contagios en España.
"El coronavirus nos ha enseñado como sociedad la importancia de cumplir las normas y las precauciones que tenemos que tener para que el virus no se propague, conductas similares a las que hay que adoptar para hacer frente a los accidentes de tráfico", relata Tráfico en su comunicado.
"El uso de mascarilla, el distanciamiento social y la higiene de manos es al coronavirus lo que el cinturón de seguridad y el casco, la distancia de seguridad más la velocidad y la atención a la conducción es a la seguridad vial. De ahí, que se haga un llamamiento a la responsabilidad y a la colaboración", añade el escrito.
Un campaña impactante, pero fuera de foco
Un mensaje que se ha intentado trasladar a los ciudadanos por medio de un spot protagonizado por Javier Fernández López, patinador sobre hielo español bicampeón del Mundo y heptacampeón de Europa, y rodado sobre el Palacio de Hielo de Madrid, que se utilizó como morgue durante la crisis del COVID-19.
Como @javierfernandez, es hora de volver a esos lugares a los que llevamos tanto tiempo esperando ir. Hagamos que todo lo aprendido en estos meses tan duros, no sea en vano.
— Dir. Gral. Tráfico (@DGTes) June 29, 2020
Antes de conducir, extrema las precauciones.#NoMásMuertesDGT pic.twitter.com/rzKGPpFsDr
Ya sea en su versión de 60 segundos o en la de 30" hecha para redes sociales junto con elhashtag '#NoMasMuertesDGT', a las que se sumará durante el verano un documental que reúne testimonios de personas que han estado en primera línea de la pandemia, el vídeo sobrecoge.
Es innegable la carga sentimental del spot, en el que puede verse a Javier Fernández patinando bajo un ambiente tenue en un escenario que desde finales de marzo hasta el 22 de abril perdió toda su magia deportiva transformándose en una morgue provisional para fallecidos por el coronavirus.
Pero también es verdad que era innecesario y fuera de lugar establecer un paralelismo entre los efectos de la COVID-19 y los siniestros viales.
Revivir el dolor que han pasado o están sufriendo todavía un gran número de ciudadanos tras la pérdida de familiares por la crisis sanitaria, aún candente, carece en cierto modo de sentido pues en realidad se aleja del problema real y propio de la DGT: la siniestralidad vial.
Basar una campaña de concienciación vial en una pandemia mundial con efectos atroces parece más un parapeto tras el que esconder la falta de éxito en campañas anteriores que una medida con efectos de impacto que realmente puedan trascender positivamente a las conductas sobre las carreteras.
"Informar, concienciar, vigilar y controlar" son los pilares en los que basa la DGT su política de actuación, según explicó recientemente Pere Navarro, director general de Tráfico, en la Comisión de Seguridad Vial del Congreso de los Diputados.
Y es verdad que hemos visto cómo la institución ha apostado estos años atrás por introducir nuevos mecanismos de control estableciendo primeramente un periodo de información a los conductores sin emitir sanción, como las cámaras para vigilar el uso del móvil al volante, y la implantación de nuevos y más radares, amén de un amplio repertorio de dispositivos para multar que no cesa de crecer.
Las furgonetas, camiones y motos camufladas son los últimos en llegar. De hecho, este tipo de furgonetas operarán este verano en la Operación Salida 2020 junto a un total de 1.324 radares (548 móviles y 764 fijos, 80 de ellos de tramo), 216 cámaras fijas, 12 helicópteros y 11 drones.
Pero el despliegue no acaba ahí. Navarro ya avisó de que llegarán más radares, especialmente a las carreteras convencionales, y se aumentará la lupa a la hora de controlar el uso del móvil en el coche, infracción que además pasará a castigarse con la detracción de seis puntos del carnet y de no de tres como hasta ahora.
Más control y multas, pero mismas conductas al volante
En cualquier caso, esa mayor vigilancia no es nueva sino que durante los últimos años se ha ido reforzando, y es precisamente la que evidencia, o cuando menos deja en entredicho, la falta de efectividad de las campañas de la DGT.
Si se observan los datos de 2019, la DGT emitió el año pasado un total de 4.505.867 multas de tráfico, a ritmo de 514 sanciones por hora, y casi un 10% más con respecto a las formuladas en 2018 (4.119.018) pese a que se recaudó menos dinero.
Por tanto, sí, hay más control sobre los conductores, pero algo falla en la concienciación cuando las infracciones detectadas siguen creciendo.
Atendiendo a las cifras de fallecidos, en 2016 se produjo un importante repunte de fallecidos superando la barrera de los 1.800 y desde entonces se han mantenido año tras año unos guarismos similares: en 2018, último año del que hay datos de accidentes con víctimas consolidados, se cerró con 1.806 muertes; en 2017 perdieron la vida en la carretera 1.830 personas, 20 más que en 2016 (1.810).
Un bagaje alarmante que llevó a Pere Navarro a reconocer el fracaso de la DGT y a España a errar en el intento de cumplir con las pretensiones de la ONU de cara a 2020.
Asimismo, la DGT ha cumplido solo con cinco de 11 indicadores en la Estrategia de Seguridad Vial 2011-2020, en base a los mencionados datos consolidados de 2018, por lo que a día de hoy quedan múltiples problemas que atajar, como el consumo de alcohol y la conducción, los excesos de velocidad o el número de fallecidos de los colectivo de vulnerables.
"Lo hemos intentado todo", dijo Navarro el pasado mes de junio en la Comisión de Seguridad Vial, en referencia a las campañas de concienciación lanzadas. Tan pronto hemos visto a Tráfico regalando chalecos reflectantes para reducir el riego de atropello a peatones, o dando las gracias a los ciudadanos por "sus comportamientos correctos en la carretera" como recuperando su línea dura de anuncios de los anuncios de los años 90.
Aquel "en un accidente de tráfico, ¿quién prefieres ser?" de 2018 estuvo seguido por el "tú decides quién te lleva" de la campaña de Navidad de 2019, eslogan acompañado de una imagen en la que aparecían un taxi, un coche de Policía, una ambulancia y un coche fúnebre.
Ahora, en 2020, la DGT mantiene esa dureza de una forma más sutil, que a mi juicio no más elegante, hurgando en más de 28.300 cicatrices en forma de fallecidos que ha dejado el COVID-19, y pasando a un segundo plano la incesante concienciación que se debe realizar focalizando los esfuerzos en erradicar los millones de infracciones que se siguen viendo cada año sobre las carreteras españolas.
Cuando anualmente se tienen más de 1.800 muertos sobre las carreteras, aún no se ha hecho de todo por mucho que de ello se vanaglorie Pere Navarro.
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