El Servicio Catalán de Tráfico ha detectado que dos radares han recaudado, ellos solos, 3 millones de euros desde que llevan instalados, una cantidad muy superior a la media del resto de los radares de Cataluña.
El director del SCT, Joan Aregio, ha calificado el comportamiento de estos radares como “un poco extraño”, y ha asegurado que uno de estos radares será sustituido, y el otro retirado.
El propio Aregio ya informó durante la primera semana del mes de abril al Parlamento Catalán de la necesidad de cambiar la ubicación de algunos radares, al comprobar que uno de ellos, situado en la frontera de la llamada “Zona 80” recaudó 5 millones de euros (el que más en toda Cataluña) en los tres años que lleva instalado.
Este radar ha tenido, según la SCT, un comportamiento que puede ser calificado como normal desde que se ha suprimido la “Zona 80” de límite de velocidad en los accesos a Barcelona.
Por último, el director del SCT ha dicho que se colocarán otros 30 radares repartidos por toda la red vial catalana, con lo que el cómputo total ascenderá aproximadamente a unos 200 radares.
Personalmente creo que como ciudadanos no podemos vivir en esta indefensión jurídica. No es de recibo que unos radares puedan tener un comportamiento “un poco extraño”. Cualquier radar debe estar plenamente operativo siempre, porque de otra manera se siembran dudas acerca de la intención de las autoridades en que estos aparatos sean algo imprecisos.
Estaríamos ante la misma situación si, aunque el radar funcione perfectamente, está colocado en un lugar inadecuado. Situaciones como estas son las que a la larga crean un clima de desconfianza entre los conductores y los responsables de la movilidad en las carreteras españolas.
Vía | ADN
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