Se acerca un año más la Semana Santa, y con ella millones de desplazamientos en las carreteras de nuestro país. Sí, millones. Esta época tiene la gracia de concentrar un nivel de movimiento brutal en muy pocos días. A menudo sucede que, a la que estamos llegando a nuestro destino, enseguida nos tenemos que volver. Parece de chiste, pero es lo que hay.
Visto así, ¿qué consejos sobre seguridad vial podemos daros para que paséis una feliz Semana Santa si está en vuestro ánimo hacer aunque sea una pequeña escapada? Pues un poco de todo, y aunque seguramente no habrá nada que os sorprenda, bien os vendrá la lista a modo de recordatorio.
Antes de viajar...
Evita viajar. No, en serio. La probabilidad de riesgo de tortazo aumenta salvajemente durante estos días. Tanto es así, que las cifras de siniestralidad de la Semana Santa se toman como indicadores de tendencia. Como la muestra es tan amplia... Por un lado, están los que se quieren recorrer España de punta a punta en un día, y por la otra están los que, queriendo hacer una escapada, se encuentran con los primeros. Antes de planificar nada, pregúntate si vale la pena.
Planifica tu ruta. Vale, si el primer consejo te ha entrado por una oreja y te ha salido por la otra, quizá con este tengamos más suerte. Si no tienes más remedio que salir, planifica tu viaje y márcate puntos de descanso. Móntatelo como quieras, con Google Maps, con tu GPS, con un mapa de toda la vida repleto de marcas hechas a bolígrafo... Ni te imaginas la de gente que sigue estampándose porque se emperran en hacer larguísimas tiradas de kilómetros y cuando están a punto de llegar, no llegan.
Pilla bebida. No, para montar un bar, no. Se trata de que viajar en coche deshidrata de lo lindo y beber en ruta puede salirte bastante más caro. Para hidratarse, lo mejor es el agua (como su propio nombre en griego clásico indica). Los refrescos tienden a deshidratar, y aunque los que son ricos en cafeína nos espabilan un poco, cuando se les pasan los efectos nos puede coger una modorra muy poco interesante. Por supuesto, el alcohol en el coche lo reservamos para desinfectar el material del botiquín.
Dale un buen repaso al coche. Hay elementos y sistemas de tu coche cuyo estado debe ser como para ir a un desfile: batería, luces (llévate bombillas de recambio aunque ya no sean obligatorias, por si las necesitas), neumáticos, frenos, aceite, líquido refrigerante, limpiaparabrisas y lavaparabrisas. Si llevas remolque, échale un ojo al enganche, a las ruedas y a las luces también. Ah, y verifica antes de salir que ves bien por los retrovisores.
Viajar con lo puesto
Asegúrate de que lo llevas todo. ¡No, la abuela, la mecedora y el canario, no! La documentación necesaria para viajar (permiso de conducir, permiso de circulación, tarjeta técnica, recibo del seguro --sí, sigue siendo obligatorio--) y los elementos necesarios para no quedarte tirado (cadenas para la nieve, por ejemplo, que en determinadas zonas nunca se sabe, guantes y manta para ponerlas, linterna, agua, extintor --aunque no sea obligatorio--, móvil y cargador para el móvil, gafas de sol).
Ojo con la carga. Recuerda que tu coche no es un tráiler y que la tendencia suele ser a cargar hasta que no quede aire en el maletero. Tenlo en cuenta porque el comportamiento del vehículo no será el mismo con todo eso en popa. Si puedes convencer a los tuyos de que no es imprescindible cargar con quince armarios roperos, mejor. Gastarás menos carburante e irás más seguro. Y, por supuesto, ni se te ocurra exceder la masa máxima permitida para tu coche si no quieres acabar las vacaciones en el arcén con un bonito cepo en las ruedas (en el mejor de los casos).
Cuida tu espalda. ¿Cómo? Sí. En estos días de ajetreo, solemos castigar la columna acarreando equipaje de la peor forma posible. Una buena higiene postural al cargar, descargar y transportar el equipaje, y también durante las horas de desplazamiento, te ayudará a llegar más fresco y despejado... y te evitará ir a ver al médico porque te duele un poco aquí cuando haces no sé qué.
Viajar con cabeza
No te pongas horarios. O, si te los pones, ten la mente muy abierta para incumplirlos. Llegar, llegarás igualmente, así que no vale la pena ponerse histérico porque no estás cumpliendo con el horario previsto. ¿No hemos quedado en que sales para desconectar unos días de la rutina? Pues eso. Y si por una de aquellas pillas caravana, no bajes la guardia. Los choques tontos por alcance saben mucho peor cuando lo único que querías era irte de vacaciones.
No te enzarces en mongoladas al volante. Porque no vale la pena. Hay mucha gente dispuesta a hacer el cafre por ahí para demostrarse a sí mismos que no son seres absolutamente infradesarrollados en lo intelectual y, por supuesto, en lo moral. No les sigas el juego, no lo merecen. Y tampoco te vayas a entregar tú al lado oscuro tomando lo que sabes que no hay que tomar antes de conducir. Que hay mucha gente por la carretera y se puede liar con demasiada facilidad.
No apures el depósito. En primer lugar, porque es una guarrería lo que se va a encontrar tu bomba cuando hagas que tu depósito saque lo mejor de sí mismo. En segundo lugar, porque nunca sabes si te vas a encontrar un imprevisto en la carretera. Y en tercer lugar, porque como te quedes tirado por no haber echado gasolina suficiente, el título de Rata Honoris Causa no te lo vas a quitar de encima en la vida. Ah, y te puedes llevar un disgusto.
Hasta aquí, nuestra lista de consejos para viajar por Semana Santa sin acabar haciendo penitencia. Quizá nos hayamos dejado alguno en la guantera, así que ahí quedan los comentarios por si alguien se anima a completar la relación con algo de su cosecha. Para acabar, más que un último consejo, una advertencia: en el coche no hay Control+Z, no existe el comando Deshacer. ¡Buen viaje!