Cuando dije que no tenía sentido pedir el Opel Insignia OPC Unlimited, me refería a España. ¿Por qué? Teniendo el límite a 110 km/h, y tanto a 250 como a 270 km/h uno se puede buscar la ruina, no merece la pena pagar por un tablero de instrumentos cambiado y letras azules en las pinzas de freno, curso de conducción aparte.
Sin embargo, en la red de Autobahn de Alemania sí tiene algo más de sentido, porque hay tramos sin límites de velocidad. Por otro lado, teniendo la posibilidad de meterlo en un circuito, para qué os voy a decir más. Por eso nos fuimos a ese país a probarlo en condiciones, y sin peligrar mis antecedentes penales.
La versión Unlimited supera los 250 km/h, esa velocidad “pactada” entre los fabricantes alemanes para no ser superada por la mayoría de sus coches. En el caso más favorable, el Insignia OPC puede llegar hasta 270 km/h (berlina y manual) sin la limitación. ¿Podremos alcanzar esa velocidad? Si quieres saberlo, continua…
El primer día de la presentación hubo que conducir abundantemente. La unidad que me adjudicaron era Sports Tourer (familiar) y automático. Desafortunadamente no era un Unlimited, sino un OPC “convencional”. Lo que sí pude hacer es conducir todo el rato, eso que tanto me gusta, sin tener que ceder el mando a otro periodista.
A la salida del punto de partida tocó lidiar con bastante atasco. Las señales marcaban 80 km/h pero afortunado el que podía ir a ese ritmo, más bien íbamos a 20-30 km/h. Procuré conducir lo más suave posible para ahorrar gasolina, total, me iba a dar igual tener prisa o no. Así nos tiramos unos 20 minutos.
Poco a poco el tráfico berlinés se fue despejando, y ya pudimos alcanzar 120 km/h, el límite de la zona. En Alemania se respetan mucho los límites que hay, total, es fácil “desfogarse” legalmente y hay mucho radar sin señalizar. Pues a 120… el consumo se mantenía por debajo de 9 l/100 km, concretamente no bajó de 8,3 l/100 km.
Estamos hablando de un 2.8 V6 sobrealimentado, con tracción total, automático y familiar, es todo un logro gastar “solo” eso, teniendo que dar de beber a 325 CV (si bien no estábamos usando siquiera 100). No aparecían las zonas deslimitadas y empecé a resignarme. Total, a esa velocidad el Insignia OPC es un coche bastante cómodo dado su enfoque deportivo.
Con el tarado de suspensión más blandito y ruedas de 20 pulgadas de diámetro, se viaja bien para ser un coche durito de suspensión. Si se activa el modo Sport o el OPC en seguida se nota cómo empiezan a aparecer más bachecitos y cómo el volante acusa más vibración. Dicho de otra forma, el coche se vuelve más comunicativo.
Había probado antes este coche con cambio manual, y ciertamente el automático es muy suave y agradable para viajar. A cambio habrá que penalizar algo los consumos, aunque por medio litro no creo que nadie se raje las venas. Eso comparado con una conducción eficiente, si hablamos de alguien que no lo hace, el automático le hará ahorrar un poco.
Hubo un golpe de suerte, me confundí de salida y tuve que dar la vuelta más adelante, y al cambiar de Autobahn topé con la señal de fin de limitaciones. Miré por el retrovisor, me puse a la izquierda y como suelen decir en Latinoamérica, le di a la chancla. El motor se puso a hacer su trabajo rápidamente.
Cuando se conduce un V6, turbo no, y tiene más de 200 CV, es apreciable la facilidad que tiene un coche para atravesar el aire por encima de 120 km/h. Cogió casi 180 km/h en un suspiro, y no pude ir más rápido porque el tráfico no lo permitía. No había necesidad de acosar ni de comer paragolpes, así que rodé pacientemente a esa velocidad.
Obviamente el ruido aerodinámico es más intenso, pero la sensación de control percibida es muy alta, lo que se puede esperar de un coche alemám Premium, que cuenta entre sus premisas de diseño poder circular a todo trapo sin tanto detrimento del confort. La alta velocidad se nota en todos los coches, pero en unos más que en otros.
Di la vuelta cuando pude y repetí la operación, pero nuevamente el tráfico impidió ir a un ritmo superior. Al poco tiempo acabé circulando por carretera secundaria, atravesando pueblecito tras pueblecito, respetando todos los límites de velocidad que me encontré. El reconocimiento de señales es muy útil si no se tiene la costumbre de mirarlas en marcha.
Pese a no tener un sofisticado doble embrague, sino convertidor de par, esta caja de cambios resulta muy agradable para la conducción tranquila. No nos permite hacer correcciones con las levas, solo funcionan en modo manual. El consumo siguió estando en niveles normalitos, en torno a 10 l/100 km.
El paisaje, precioso, todo repleto de verde, de vez en cuando de amarillo, y arbolitos abrazando la carretera… como para tener un despiste. En una carretera así no hace falta ir rápido para disfrutar, y para el que lo piense, hay unos bonitos radares camuflados entre los árboles, y sin previo aviso.
Llegué al destino intermedio. Podía optar entre estar dos horas sin hacer nada o conducir un poquito más. Me dolía la cabeza y estaba estresado, así que opté por el plan B. Di una vueltecita al lago Scharmützelsee, por carreteras locales y pueblecitos. Los alemanes de esa zona me dan envidia, parece que viven en un cuento, ¡qué tranquilidad!
Me sobraban caballos por todas partes, pero lo amenicé con buena música tradicional alemana, como Rammstein. De vez en cuando, alguna aceleración me alegraba el oído, el Opel Insignia OPC suena a coche gordo, un ronroneo muy característico que no puede tener un cuatro cilindros por sofisticados que sean sus escapes.
Descubrí un defecto en el coche, acelerando fuerte hasta unos 100-110 km/h y soltando el acelerador de golpe, no sé qué pasó, pero noté una sacudida fuerte. Lo más parecido que puedo describir es una colisión por detrás a 10-20 km/h, pero estaba más solo que la una. No supieron explicarme el origen de la sacudida, pero no parece que pase en todas las unidades.
Solo conseguí reproducirlo una vez, el resto de las veces fue en vano, tal vez fue cuestión del diferencial trasero, que se acopla mediante multiembragues Haldex. Juraría que el golpecito vino por detrás. Mi corazón bajó de la zona roja de latidos y empecé a tranquilizarme… y a seguir disfrutando del viaje.
Finalicé mi periplo con el Insignia OPC habiendo conseguido un consumo de 9,5 l/100 km, con una media acumulada de 65,9 km/h durante 192 km. Suponiéndolo lleno a la recogida, le quedaba para unos 461 km según ordenador. Al día siguiente cogí una unidad similar, también familiar, blanco y automático.
De camino al circuito hubo más posibilidades de circular por tramos deslimitados de Autobahn. A nivel básico no tiene mucho misterio: guardar MUCHA distancia de seguridad, no perder de vista el retrovisor ni a los del carril derecho y no quitar la vista de la carretera ni durante un pestañeo. Cualquier error a alta velocidad se puede pagar muy caro.
Objetivo: 250 km/h
Tampoco me tocó un Unlimited esta vez. En la primera ocasión que pude pasar de 200 km/h iba detrás de un Audi A5, convenientemente separado por medio kilómetro, para que me diese tiempo a estornudar, rascarme y poder frenar con seguridad. Quizás parezco muy exagerado, pero a casi 60 metros por segundo todo pasa muy rápido.
El tráfico no permitió ir a más de 212 km/h. Aunque muchos penséis que las Autobahn son el paraíso de la velocidad, eso depende mucho del tráfico. Un alemán me ha comentado que si atraviesas el país de punta a punta a 110 km/h de media, considérate afortunado. Lo cierto es que correr corre muy poquita gente, y con bastante respeto y educación con los demás.
El Opel Insignia OPC sube de velocidad muy fácilmente, por ejemplo el paso de 180 a 220 se lo ventila en un momentito. El ruido aerodinámico a más de 150 empieza a intensificarse y a 200 hay que estar sordo para no notarlo. Ni mucho menos es como ir en un utilitario a 120 km/h, el típico comentario facilón sobre este tema.
En Motorpasión | Opel Insignia OPC Unlimited, presentación y prueba en Alemania (parte 2)