Unos días hablamos de coches; otros días hablamos de referentes. El Mercedes-Benz Clase S es una eminencia en el mundo de la automoción y tras haberlo probado brevemente en su presentación, ahora nos ha tocado realizar una más que necesaria prueba completa.
La primera sensación que tuvimos al ponernos tras el volante del Clase S fue un tanto abrumadora con tanta tecnología. Ahora hemos hecho muchos más kilómetros con él y sigue siendo un coche ultra moderno, pero encierra mucho más: calidad, confort extremo, sofisticación, muchísima seguridad y unos pocos atributos más.
Mercedes-Benz S 500 4MATIC: el referente
Han pasado casi cuatro décadas desde que en 1972 apareció el primer Mercedes-Benz Clase S (W 116). Durante este tiempo la firma de Stuttgart se ha afanado porque su Clase S se convirtiera en sinónimo de vanguardia. Puede que se escape a la mayoría de los bolsillos o que sea demasiado señorial, pero hay que reconocer que Mercedes-Benz ha conseguido generación tras generación su propósito.
El Clase S es un coche vanguardista que ha maridado con gusto y elegancia una configuración de berlina de lujo con algunos de los avances más importantes como fueron en su día la frenada ABS, el control de estabilidad ESP o los airbag.
En 2021 ha llegado la que es su novena generación, y como de costumbre el Clase S W 223 no podía faltar a su cita con la innovación. Más aún cuando la tecnología está cada vez más presente en el sector de los automóviles. Entre otras cosas incluye los primeros airbag frontales para las plazas traseras, integrados en los asientos delanteros.
Pero empezando por fuera, el exterior del Mercedes-Benz Clase S evoluciona con respecto a la generación precedente (W 222) de una manera continuísta. No hay un punto de ruptura, sino de progresión hacia la línea de diseño de las últimas creaciones en la firma de la estrella.
La unidad que hemos probado era la versión S 500 4MATIC, un coche que se diferencia poco o nada del resto de variantes. Es un vehículo absolutamente imponente, con una planta descomunal y un diseño donde la elegancia lo es todo. Un coche al que algunos han tachado de ser demasiado sobrio. Un Audi A8 es considerablemente más espectacular a primera vista.
Tiene una longitud que supera por mucho los 5 metros de largo (5.179 mm). Es casi tan largo como el inmenso Mercedes-Benz GLS de siete plazas; se queda a tan solo 28 mm. También es muy ancho, con 1.921 mm de lado a lado, y destaca su enorme batalla con 3.106 mm: 29 mm menos que el GLS y 67 mm más que el Mercedes-Benz Clase E. Con respecto a la generación anterior ha crecido en 54, 22 y 10 mm de largo, ancho y alto respectivamente, además de sumar otros 71 mm entre ejes.
Es decir, que los cambios en la plataforma son más que sustanciales, pero el diseño es quizá mucho menos sorprendente y lo hace pasar desapercibido. Se ha apostado por unas líneas fluidas y que se integran de una forma más elegante.
La parrilla delantera es aún más grande, además de haberse colocado en una posición más baja para dejar un frontal más estilizado, reforzado además por unos faros delanteros alargados que le dan una imagen más dinámica. La parte inferior destaca por sus formas aerodinámicas bien integradas y el morro se remata con el emblema de la estrella en el extremo del capó.
Las formas suaves ayudan a que un coche tan grande no parezca... un coche TAN grande. Si miramos al Mercedes-Benz S 500 de perfil nos damos cuenta de sus proporciones reales con un capó eterno y un habitáculo alargado casi de eje a eje, con un techo que describe una curva constante y progresiva. En el lateral el punto elegante/techie lo ponen las nuevas manillas retráciles que se enrasan en la carrocería.
Llegando a la parte trasera se mantiene ese aire sobrio y sin estridencias. Quizá la parte trasera es donde más ha cambiado este coche, abandonando las formas descendentes por otras mucho más horizontales, sobre todo en los pilotos de forma triangular. En la zona baja queda un sutil difuros integrado y dos embellecedores de escape que ocultan dos pequeñas salidas dobles a cada lado.
Lujo, náutica y tecnología para el interior
Si por fuera el Clase S es un coche bastante tradicional, por dentro es todo lo contrario. El despliegue que ha hecho Mercedes-Benz en este nuevo interior se centra en dos vías distintas pero igual de importantes: minimalismo y tecnología.
Subirse en el nuevo Clase S es sumergirse en un mundo de lujo desde antes incluso de montarnos. Al acercarnos con el mando en el bolsillo las manillas se despliegan con suavidad. Un recurso sofisticado que deja una carrocería aún más limpia y elegante, pero que tiene una pega: al lavar el coche guardan agua en su interior y se quedan mojadas.
Pasando a su interior, justo delante nuestro queda el nuevo volante táctil estrenado por el Mercedes-Benz Clase E. En este caso es el volante AMG, ya que esta unidad equipaba el paquete deportivo. Es el mismo volante que probamos en el Mercedes-Benz E 300 de, lo que nos permitió familiarizarnos aún más con estos nuevos mandos repartidos en un volante de diámetro contenido, aro grueso y tres radios dobles.
El lado izquiero controla el cuadro de mandos y el control de crucero adaptativo; el derecho maneja la pantalla central, audio y llamadas. A medida que nos hemos ido acostumbrando a este nuevo volante nos ha resultado menos confuso, aunque sigue siendo más difícil de usar que la generación anterior de volantes al carecer de feedback a través del tacto de los botones y ser superficies en algunos casos (como los de la navegación por los menús) demasiado pequeños.
El cuadro de mandos es completamente digital, muy similar a lo que ya conocíamos hasta ahora pero con unos gráficos aún más completos que en esta ocasión se pueden mostrar en efecto tridimensional. Este recurso es realmente espectacular, pero carece de funcionalidad.
La puesta en escena de la electrónica es impactante y muy inmersiva, con una definición altísima y mucha información disponible, aparte de varias opciones de visualización. Es una verdadera pasada pero puede marear un poco o verse borroso, sobre todo visualizando el mapa de navegación.
Esta nueva generación prescinde de la doble pantalla corrida en favor de una nueva pantalla de 12,8 pulgadas OLED montada sobre la consola central. Simula ser una prolongación del túnel central, acabado en negro piano y que esconde un hueco con dos portabebidas, plataforma de carga inalámbrica, espacio para objetos pequeños.
Esta nueva pantalla es impresionante, tanto por resolución como por funcionamiento. Es extremadamente fluida y nítida, y sólo en condiciones de luz intensa y directa clarea un poco. Aglutina todos los mandos que antes podían ser físicos: desde la climatización al control del sistema de infoentretenimiento o incluso los ajustes lumbares, laterales y de hombros del asiento. Por supuesto desaparece también el mando de control de la consola central.
La combinación negro piano-pantalla apagada luce exquisita con el coche parado, pero como suele ocurrir no es la combinación más limpia. El negro piano tiende a arañarse aunque sea en un coche de más de 100.000 euros y la pantalla capta las huellas, aunque no interfieren en la visualización una vez está encendida.
El diseño del habitáculo es posiblemente la parte más controvertida del nuevo Clase S. Desde su anuncio hemos escuchado voces críticas pero ahora que hemos convivido con él durante días es justo decir que ha sido un cambio a mejor, aunque el estilo yate de lujo moderno puede no gustar a todo el mundo.
El salpicadero y las puertas reciben un tratamiento a caballo entre la arquitectura y el diseño náutico. Las partes superior e inferior del salpicadero están tapizadas, mientras que la zona media recibe una inserción de madera de poro abierto flanqueada por dos franjas LED de iluminación ambiental y un perfil metálico.
En las puertas pasa un poco lo mismo con unas líneas que se extienden desde el salpicadero. Todo tapizado, recubierto y retroiluminado, y con un reposabrazos que hace las veces de tirador flotante para la puerta. Incluso los cierres de los cinturones de seguridad están iluminados.
Todos los materiales utilizados son de una calidad excelente y los ajustes tan precisos como sólidos. No sólo aparenta calidad a la vista, sino que la impresión al tacto es soberbia y nos deja con un regusto muy agradable y muy habitable, porque además es un interior extremadamente espacioso y acogedor.
Entre tanto, el S 500 4MATIC sigue ofreciendo una dimensión de comodidad que es sencillamente inalcanzable para la gran mayoría de coches del mercado. Hay coches confortables y luego por encima, muy por encima, se encuentra el entorno apacible del Clase S.
Buena parte de la culpa la tienen unos asientos que son una obra exquisita de ingeniería aplicada a que el cuerpo se sienta cuidado. Las butacas están repletas de un acolchado blando en su justa medida pero por encima de la media, con múltiples ajustes, tres memorias, ventilados, calefactados, con regulación lumbar, de hombros, lateral, soporte lateral dinámico, función de masaje e incluso pequeñas almohadas en los reposacabezas. Si pudiera tendría uno de estos en casa.
Se nota que en Mercedes-Benz han puesto tanta atención en las plazas delanteras como en las traseras. Los asientos de la segunda fila son muy, muy confortables, con un mullido profundo que recoje bien el cuerpo, el respaldo inclinado lo justo y una barbaridad de asiento para las piernas (y eso que no hablamos del Clase S de batalla larga).
La plaza trasera central en cambio no es nada cómoda y su uso será testimonial. Está diseñada principalmente para ocultar un gran reposabrazos central con guantera con tapa, plataforma de carga inañambrica y portabebidas.
En cuanto al maletero, la capacidad de carga del Clase S alcanza los 550 litros para un espacio muy aprovechable gracias a un suelo plano, una altura de carga razonable (aunque podría ser mejor) y una profunidad notable. No destaca por ser especialmente amplio. Un Skoda Superb cubica 625 litros.
Calidad en movimiento
Una vez digerido el impacto inicial del habitáculo, pisamos el freno, pulsamos el botón de arranque y el Mercedes-Benz S 500 cobra vida. Apenas notamos una pequeña vibración y el ronroneo del motor, pero ya percibimos la altísima capacidad de aislamiento de este coche. Una vez sellan los cierres neumáticos de las puertas quedamos encerrados en una burbuja de confort acústico.
Engranamos la D y empezamos a movernos con un coche cuyas dimensiones ponen a prueba a cualquier aparcamiento que no sea demasiado espacioso. Lo bueno es que el compendio tecnológico del Clase S incluye un asistente de aparcamiento con múltiples sensores, cinco visualizaciones mediante cámaras del exterior y sensores perimetrales muy, muy precisos.
Para ser un coche tan grande sorprende por su capacidad de giro. Las maniobras se hacen sin demasiado esfuerzo más allá de calcular bien las distancias y eso que estamos hablando de una unidad que no equipa el eje trasero direccional con dos opciones: hasta 4,5º o 10º para las ruedas traseras.
Una vez en el exterior el nuevo Clase S es puro refinamiento. El S 500 4MATIC se mueve como si fuéramos montados en una nube de algodón. Las suspensiones filtran con una capacidad sublime las irregularidades, incluso las de calles muy bacheadas o adoquinadas.
El chasis es extremadamente noble y destaca por sus buenas aptitudes para convertir el movimiento en comodidad. No he probado ningún coche que se acerque al S 500 4MATIC en este aspecto. Es delicioso notar cómo trabaja la suspensión en tramos donde en otros coches recibimos sacudidas incómodas.
En modo S o S+ con las suspensiones endurecidas sigue sin resultar un coche duro, al contrario, se sigue primando el confort y notamos cómo el peso empuja el conjunto hacia fuera en curvas cerradas. En cambio en vías rápidas es donde muestra su mejor cara con una puesta a punto neutra, confortable y al mismo tiempo precisa.
Esta sensación de calidad de rodadura se complementa con un motor que abandona la arquitectura de ocho cilindros en uve. En esta nueva generación el S 500 confía a un bloque de seis cilindros en línea fabricado íntegramente en aluminio, pero que sigue mostrando un equilibrio elevadísimo.
Cubica 3.000 centímetros cúbicos y se vale de turboalimentación para ofrecer 435 CV de potencia máxima y 520 Nm de par motor. Y ojo, porque esa cifra de par se extiende de forma plana entre 1.800 y 5.500 rpm. Par omnipresente.
Traducido a la realidad, este motor es capaz de girar todo el tiempo muy bajo de vueltas con una reserva de potencia ingente esperando a que sea demandada por el pedal derecho.
Es un motor que en el exterior no es especialmente silencioso, pero que pasa completamente desapercibido en el interior. Es dócil a bajas revoluciones, pero si le buscamos el final del recorrido al acelerador nos encontramos con un empuje majestuoso y digno de los 4,9 segundos en el 0-100 km/h que declara.
Lo que es realmente importante es lo bien que empuja a bajas revoluciones, siempre lleno y siempre suave. Es más, circulando a 120 km/h el S 500 4MATIC gira a poco más de 1.000 revoluciones y eso se traduce en un mayor confort de marcha y un consumo contenido.
Buena parte de culpa de esto la tiene la caja de cambios. Se trata de una transmisión automática 9G Tronic por convertidor de par con nueve relaciones. Su funcionamiento es no especialmente rápido pero preciso y sobre todo suave, siempre buscando la zona buena de par a las menos revoluciones posibles.
En un coche así no le hemos visto el sentido a recurrir al cambio mediante levas, aunque sí es verdad que en determinadas ocasiones como adelantamientos repentinos en modo Eco o Comfort echamos en falta una gestión más ágil, aunque lo solventa con una capacidad de tracción y empuje perfecta.
Hemos recorrido más de 1.000 km con este Mercedes-Benz S 500 4MATIC y muchos de ellos han sido prácticamente sin parar en viajes largos por autopista. Es un coche que destaca por la capacidad para rodar de manera relajada a cualquier ritmo y que cuida de sus ocupantes para no acusar el paso de los kilómetros.
Desde las diferentes opciones de masaje al sutil funcionamiento de la climatización, la iluminación ambiental (que también se usa para alertarnos de vehículos en ángulo muerto, por ejemplo), el confort de los asientos y el aislamiento acústico. Escuchamos más el ruido aerodinámico a alta velocidad que el de rodadura, mientras que el ruido mecánico es casi imperceptible.
Mención aparte merece el apartado tecnológico y de ayudas a la conducción, destacando un control de crucero adaptativo con asistente de mantenimiento de carril que funciona con una precisión asombrosa, regulando la velocidad con suavidad y anticipándose al resto de vehículos de la carrereta.
El mantenimiento de carril mantiene el coche por el centro de la trazada con suavidad, sin apurar los márgenes, teniendo en cuenta las curvas y con una intervención realmente precisa. No nos gustó el reconocimiento automático de límites, poco preciso en algunos casos.
Aparte del Mercedes-Benz User Experience (MBUX) con funciones ampliadas, reconocimiento de lenguaje natural y realidad aumentada para las instrucciones del GPS, también hay que destacar el nuevo (y opcional) Head-Up Display.
Proyectado sobre una enorme superficie del parabrisas, el nuevo HUD es capaz de aglutinar más información que nunca, el mapa del GPS o las indicaciones del navegador en realidad aumentada, con flechas dinámicas que nos indica el rumbo en la siguiente intersección e incluso resalta al resto de vehículos cuando les detecta el control de crucero. Un recurso efectista y efectivo.
También recorrimos muchos kilómetros de noche por todo tipo de carreteras así que pudimos comprobar el funcionamiento de los nuevos faros LED con tecnología Digital Light.
Aparte de tener una luz extremadamente potente y nítida, estos faros pueden proyectar imágenes si es necesario sobre el asfalto. Su funcionamiento detectando a otros vehículos para no deslumbrarlos es excelente, pero en algunas condiciones nos pareció que el haz de luz es excesivamente potente, llegando a causar un reflejo molesto sobre algunos carteles blancos en autovía.
Mercedes-Benz S 500 4MATIC: una opulencia relativamente parca
Dentro de los calificativos que podríamos aplicar al Mercedes-Benz S 500 4MATIC están el de potente, lujoso, confortable, sobrio o tecnológico entre otros muchos, pero hay uno que nos ha sorprendido.
Es un coche relativamente austero. Durante nuestra prueba le hemos sacado un consumo medio de 9,4 l/100 km, pero que parcialmente en autovía lo hemos bajado a 7,4 l/100 km. El consumo homologado es de 8,1 l/100 km. Es cierto que no hemos hecho demasiada conducción urbana con él, pero sacar una media inferior a 10 litros por cada 100 km con un coche así tiene mérito.
Hay que recordar que estamos ante un coche de más de 5 metros de largo, que supera las 2 toneladas de peso y con una superficie frontal más que considerable. Para contrarrestar esto cuenta con sistema mild hybrid de 48 V (que le vale para conseguir la etiqueta ECO de la DGT) capaz de desconectar el motor en determinadas circunstancias o aerodinámica activa (incluso para los limpiaparabrisas), unido a la nueva configuación seis en línea.
Bajar de 10 litros a los 100 km no está nada mal para un coche de sus características y más de 100.000 euros. Concretamente el Mercedes-Benz S 500 4MATIC es un coche que parte de 139.950 euros. Y no, no es un precio precisamente barato, pero es uno de esos coches que valen lo que cuestan.
Es innovador, viene extremadamente bien equipado, está cuidado hasta el mínimo detalle, usa un motor muy evolucionado y su chasis es de lo mejor en el mercado. Sus argumentos están más que justificados.
Poniéndolo en la perspectiva del segmento de berlinas grandes de lujo de gasolina por encima de 5 metros de largo, el Clase S es más caro que cualquiera de sus rivales como el Audi A8 60 TFSI quattro (130.760 euros), BMW Serie 7 750i xDrive (135.750 euros), Jaguar XJ (entre 94.300 y 112.300 euros, a la espera de una renovación más que necesaria) o Lexus LS 500h AWD (117.000 euros).
El Clase S es actualmente el más moderno de todo el segmento, y hoy por hoy el rival a batir, tanto por tecnología como por la calidad a sus mandos. Un coche en el que es difícil decidir si queremos conducir o que nos lleven, porque en ambos casos la experiencia es digna de ser vivida.
Mercedes-Benz S 500 2021 - Valoración
8.1
A favor
- Consumo ajustado
- Calidad de rodadura
- Tecnología desbordante
- Etiqueta ECO
En contra
- Precio elevado
- Se siente pesado en curvas cerradas
- Negro piano innecesario
- Demasiado grande para ciertos entornos
El Mercedes-Benz S 500 es el buque insignia de la marca alemana, y esta nueva generación ha vuelto a demostrar por qué en Stuttgart hacen los coches que hacen.
La nueva Clase S es un escaparate para el mundo de la automoción de cómo ha de hacerse una berlina señorial que encierre todo lo necesario para conseguir un coche donde la comodidad y la sofisticación lo son todo.
El Clase S W 223 es una experiencia en sí mismo donde la tecnología se ha integrado de manera inteligente para que viajar en él, ya sea conduciendo o relajándose en las plazas traseras, justifique un precio que por supuesto está a la altura de su categoría.
Mercedes-Benz S 500 2021 - Ficha técnica
Mercedes-Benz S 500 4MATIC |
|
|
---|---|---|
Motor |
|
|
|
MOTOR |
Gasolina. Seis cilindros en línea turbo, 3.000 cc |
|
POTENCIA MÁXIMA |
435 CV a 5.900-6.100 rpm |
|
PAR MÁXIMO |
520 Nm a 1.800-5.000 rpm |
|
TRANSMISIÓN |
Automática por convertidor de par de nueve relaciones |
|
TRACCIÓN |
Total |
dimensiones |
|
|
|
LARGO |
5.179 mm |
|
ANCHO |
1.921 mm |
|
ALTO |
1.503 mm |
|
BATALLA |
3.106 mm |
|
PESO |
2.045 kg |
|
CAPACIDAD MALETERO |
550 litros |
Prestaciones y consumos |
|
|
|
0-100 KM/H |
4,9 segundos |
|
VELOCIDAD MÁXIMA |
250 km/h |
|
CONSUMO HOMOLOGADO (WLTP) |
8,1 l/100 km |
|
CONSUMO MEDIO PRUEBA |
9,4 l/100 km |
precio |
|
139.950 euros |
El coche para esta prueba ha sido prestado por Mercedes-Benz. Para más información consulta nuestra guía de relaciones con empresas. |
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