El nuevo Mercedes-Benz Clase S ya está aquí. Es un coche continuísta y rompedor al mismo tiempo. Un coche que sigue fiel a sus principios y uno de los cuales es la innovación, por lo que posiblemente estemos ante un coche con avances que son inalcanzables para el resto de fabricantes al menos hasta dentro de unos pocos años.
Nos hemos subido al Clase S 500 4MATIC, una berlina señorial y extremadamente burguesa donde el confort y la tecnología son sus argumentos principales. Todo envuelto en un espíritu de calidad muy por encima de la media y 435 CV con etiqueta ECO.
Mercedes-Benz Clase S: más allá del premium
La renovación del Mercedes-Benz Clase S ha llegado. Con esta van nueve generaciones de uno de los coches de referencia para el sector de la automoción, y es que el Clase S no es sólo la punta de lanza de la marca alemana, sino un coche en el que se mira el resto de la industria desde hace décadas.
El Mercedes-Benz Clase S lleva como tal, con la S en su denominación de manera oficial desde 1972 con el W 116 (aunque su filosofía es anterior, desde el "Ponton" de 1954). Desde entonces ha superado los 4 millones de unidades vendidas en todo el mundo y ha sido el pionero en introducir avances tan importantes como el ABS, ESP o los airbag.
La llegada de esta novena generación supone un nuevo hito en la marca. La seguridad vuelve a ser una obsesión para los ingenieros alemanes y entre otros avances tecnológicos esta generación W 223 introduce los airbag frontales para las plazas traseras. Unas bolsas de aire que se despliegan del respaldo de los asientos delanteros.
Pero no adelantemos acontecimientos, porque lo primero que nos ha de llamar la atención del nuevo Mercedes-Benz Clase S es su estética. Visto desde fuera es cierto que no aparenta demasiados cambios y algunos verán en este coche un Clase S más, pero lo cierto es que con respecto al W 222 anterior hay cambios notables.
En la parte delantera los grupos ópticos se han rediseñado, son más esbeltos y acompañan a la perfección a una nueva parrilla delantera más amplia y de aspecto muy clásico. Sobre la parte delantera del capó se alza la estrella de la marca. En la trasera pasa un poco lo mismo con unos pilotos en disposición triangular y unidos por la parte superior por una línea horizontal. Por debajo dos embellecedores de escape y un pequeño difusor integrado.
Lo cierto es que no es un diseño sorprendente ni mucho menos. Los diseñadores han mantenido una línea continuísta para que su buque insignia siga siendo fácilmente reconocible, aunque hay rasgos distintivos que marcan diferencias como una carrocería aún más limpia gracias al uso de manillas reráctiles en todas las puertas.
Por dimensiones también hay cambios con 5,18 metros de largo por 1,92 de ancho y 1,50 de alto. Es decir, es 54 mm más largo, 22 mm más ancho y 10 mm más alto. Gana en todas las cotas a la generación saliente pero sus líneas suaves y depuradas no hacen que parezca un coche de casi 5,2 metros de largo en la versión de batalla corta (el Clase S de batalla larga se va hasta los 5,29 metros de largo). Es más largo que un Audi Q7 y ligeramente más largo que un Audi A8.
Con respecto al acabado estético y al equipamiento, cabe destacar que para el mercado español Mercedes-Benz incorpora elementos específicos. El paquete AMG se monta de serie tanto exterior como interior, así que las llantas de 19 pulgadas vienen sin sobrecoste así como el nuevo volante de tres radios dobles.
Un habitáculo con argumentos convincentes
Una de las grandes dudas que teníamos al enfrentarnos al nuevo Clase S era la percepción del interior. Sí, por fuera no hay ninguna revolución precisamente, pero en el interior sí se ha optado por un cambio de rumbo con respecto a lo que conocíamos hasta ahora.
Para empezar el volante es nuevo a medias. Es el mismo aro que se utiliza en los nuevos Mercedes-Benz Clase S con botoneras multifunción táctiles. Se prescinde de los botones físicos en favor de mandos integrados. Como ya vimos en la toma de contacto del Clase E estéticamente es mucho más limpio y agradable, pero su funcionamiento es algo más complejo pues hay más botones de menor tamaño y algunos no ofrecen un feedback táctil. Tenemos sentimientos encontrados.
Pero dejemos a un lado el volante, porque detrás de él se esconde uno de los nuevos elementos protagonistas del interior. El cuadro de mandos ahora puede ser un panel digital con tecnología tridimensional. Esto quiere decir que el cuadro simula profundidad en sus elementos mediante capas y un sistema denominado eyetracking que sigue nuestra mirada, modifica los gráficos y nos indica dónde debemos posicionarnos para ver correctamente el panel.
Resulta hipnótico fijarse cómo incluso en los modos de visualización más sencillos la aguja o los números del cuentakilómetros se despegan del fondo. Es un cuadro realmente espectacular, con una definición de muy alta calidad y representaciones muy vistosas especialmente cuando visualizamos el navegador.
Ahora bien, más allá de la espectacularidad visual o de la cantidad de información que se puede representar, no hay una ventaja técnica comparativa con un panel digital convencional o incluso con un cuadro analógico. Lo que sí hay es cierta sensación de desenfoque al fijar la mirada sobre el cuadro.
Otro elemento (opcional) es el Head-Up Display que va un paso más allá nuevamente y en lugar de limitarse a representarnos datos, también integra las indicaciones del navegador mediante realidad aumentada. Este sistema utiliza las mismas flechas azules que se utilizan en los navegadores de la casa con realidad aumentada proyectadas sobre la pantalla central, pero ahora se traspasan al parabrisas simulando estar sobre la carretera.
De esta manera las flechas detectan la próxima indicación y la marcan de manera dinámica, moviéndose hacia nosotros a medida que nos acercamos. Es curioso y efectivo, igual que también se utiliza el Head-Up Display para subrayar los vehículos que se encuentran por delante nuestro con una especie de aura cuando llevamos conectado el control de crucero adaptativo, indicándonos que el Clase S está viendo al coche que nos precede. Puede proyectar imágenes simuladas hasta 10 metros por delante del coche y con una anchura inusitada.
Mirando un poco más lejos del puesto de conducción nos encontramos con un lenguaje de diseño que cambia sustancialmente. En Mercedes-Benz han optado por la digitalización total del interior por un lado y por la limpieza de líneas por otro. Así los elementos como la parte superior del salpicadero o las molduras de las puertas se han simplificado con líneas suaves y redondeadas, a capas, con ciertos guiños a la industria náutica.
Las inserciones de madera dispuestas a modo de lamas, o los reposabrazos volados que hacen las veces de tiradores de las puertas contribuyen a crear un entorno sencillo pero de aspecto muy lujoso, con materiales de altísima calidad, ensamblajes perfectos y recurriendo nuevamente a la iluminación ambiental, aunque en este caso mediante franjas LED embutidas en las propias molduras y acompañadas por otros LED ocultos incluso para los pies de las plazas traseras o de los huecos portaobjetos. Sólo nos chirría que en un habitáculo de este nivel de acabados sigamos encontrando elementos de negro piano como la consola central, el volante o algunas piezas de las puertas.
Y pasamos a la otra gran protagonista de este cambio. Sobre el salpicadero tenemos una gigantesca pantalla OLED de 12,8 pulgadas que acapara toda la atención del interior. Bueno, la atención y todos los mandos ya que absolutamente todo se integra ahora en este módulo.
Su visualización es perfecta y tanto el funcionamiento como las animaciones que utiliza son fluidas. Sí es cierto que no hay un cambio visual relevante a nivel de software con respecto a lo que ya conocíamos, pero las diferentes funciones del sistema de infoentretenimiento se integran de manera elegante con los mandos de la climatización.
Si tuvíeramos que echar algo en falta a esta pantalla es, aparte del proceso de adaptación que requiere tener todos los mandos aglutinados de forma digital, que no haya una respuesta táctil como sí ha integrado Audi en su última generación de paneles. Que la pantalla responda al tacto para saber que hemos pulsado realmente algo. Aparte su posición es quizá demasiado baja y con según qué luz genera ciertos brillos, pero como prácticamente toda la información la tenemos en el cuadro de mandos no será necesario manejarla más allá de la climatización.
Primera clase delante y detrás
Salimos a rodar con el nuevo Clase S en esta primera toma de contacto y nada más arrancarlo notamos que es muy Mercedes-Benz. La punta de lanza de la marca se siente un coche agradable desde el primer momento y cuando arranca el motor el sonido es apenas imperceptible gracias a un excelente aislamiento.
La suavidad con la que se mueve el Mercedes-Benz Clase S delata un coche en el que el confort de marcha lo es todo. Los mandos responden con finura y la calidad de rodadura está al alcance de sólo unos pocos coches del mercado. A medida que ganamos velocidad esta sensación se refuerza. Es una verdadera pasada hacer kilómetros en un coche que se mueve aparentemente aislado del asfalto o del resto del tráfico.
La habitabilidad es más que generosa. Las plazas delanteras cuentan con asientos de alto confort, con regulaciones eléctricas múltiples y la posibilidad de generar más apoyo lateral al tomar una curva para que el cuerpo quede mejor sujeto. El detalle de las pequeñas almohadas en los reposacabezas es muy premium.
Las plazas traseras también pudimos probarlas en marcha, y al igual que nos ocurrió en la generación anterior es complicado decidir si queremos conducir o que nos lleven. De serie no cuentan con regulación pero el espacio las piernas es muy generoso. En altura también hay sitio disponible para estaturas medias-altas y sólo pecaría de anchura disponible para llevar a tres ocupantes. Dos van la mar de cómodos.
En este primer contacto hemos podido conducir el Clase S 500, el que es por el momento el Clase S más potente con 435 CV. Y pues qué podemos decir, es fácil percibir el mimo que se le ha puesto para que trabaje de manera solvente sin querer ser el protagonista. En un coche de este rango el motor no puede restar enteros al confort y sólo notaremos su presencia si le exigimos. A bajas revoluciones gira con una suavidad exquisita.
El empuje es poderoso y constante si así lo queremos, es muy lineal, gracias también en buena parte a la caja de cambios automática de nueve relaciones de doble embrague. Por defecto esta transmisión jugará en un rango bajo pero siempre buscando la zona buena de par. Si exigimos más entonces reduce y empuja con decisión. A decir verdad, pisando a fondo y en modo Sport responde de manera más enérgida de lo que esperábamos y nos hace plantearnos si realmente es necesario optar por un S 500 salvo que vayamos a circular habitualmente a velocidad muy alta en las carreteras alemanas que lo permitan.
El tacto de la dirección por su parte es muy, muy filtrado, junto con una suspensión Airmatic adaptativa. La dirección está muy asistida pese a ser de dureza variable, ultrafiltrada. A alta velocidad no se percibe imprecisión ninguna y destaca por su neutralidad. No hay que hacer apenas esfuerzo sobre el volante. Eso sí, en maniobras hay que tener en cuenta sus dimensiones.
Opcionalmente estarán disponibles dos paquetes con eje trasero direccional. El Performance puede girar hasta 4,5º las ruedas traseras y el Ciudad hasta 10º. Cada uno de estos paquetes cuestan 1.430 euros (sin impuestos) y pueden reducir el radio de giro de 12,8 metros a 11,9 o 10,9 metros en función del paquete escogido. A menos de 60 km/h las ruedas traseras giran en el sentido opuesto a las delanteras para ganar agilidad y a más de 60 km/h giran en el mismo sentido para dar una mayor estabilidad al conjunto.
A nivel tecnológico el nuevo Clase S es abrumador. La experiencia a bordo es excelente con hasta cinco pantallas (dos delante y tres detrás), la integración de Spotify para escuchar música en línea y un equipo de audio 4D envolvente que hará las delicias de los más melómanos junto a la soberbia insonorización del modelo. Tampoco puede faltar plataforma de carga inalámbrica o la compatibilidad con Android Auto y Apple CarPlay.
El sistema de inteligencia artificial Mercedes-Benz User Experience (MBUX) curiosamente se estrenó con el Clase A, pero ahora en la gama superior es donde cobra más sentido. El MBUX del Clase S tiene funciones ampliadas, sabe incluso reconocer órdenes gestuales para abrir el techo panorámico y está disponible opcionalmente para las plazas traseras.
Siendo un coche tan tecnológico también han querido darle un extra de seguridad, y así el nuevo Mercedes-Benz Clase S utiliza autentificación biométrica por huella dactilar, reconocimiento facial o solicitando un PIN de verificación. Así se acceden a los diferentes perfiles de conducción que pueden guardarse en la nube y traspasarse a otros coches (si tuviéramos varios Clase S).
Si hay una cosa que en este breve contacto nos ha llamado la atención es que las asistencias a la conducción son aún mejores de lo que ya eran. El control de crucero adaptativo y el asistente de mantenimiento de carril funcionan con un nivel de precisión, predicción y naturalidad que nada tienen que ver con los sistemas equipados hace sólo unos pocos años.
Es más, el Mercedes-Benz Clase S llega listo para desarrollar nuevos sistemas de conducción autónoma con capacidad para conducción autónoma de nivel 3 SAE a partir de 2021 en algunas autopistas alemanas y nivel 4 SAE Automated Valet Parking. Este último implica que nos podemos bajar del coche y se va a aparcar solo, o podemos pedirle que salga de su plaza y nos recoja, aunque esta habilidad sólo está disponible en el Museo del Automóvil de Stuttgart y el aparcamiento del aeropuerto de la misma ciudad alemana.
Hay mucho, muchísimo que contar sobre el despliegue tecnológico y las ayudas a la conducción que incorpora este nuevo Mercedes-Benz Clase S. Tanto que no hemos podido ni hacernos una ligera idea de sus habilidades durante los pocos kilómetros que hemos podido conducirlo, así que estamos deseando tenerlo en el garaje para hacerle una prueba a fondo.
Mercedes-Benz Clase S: desde 108.150 euros
La nueva Clase S estará compuesta incialmente por dos motores diésel y uno de gasolina. El escalón de acceso será el S 350d con 286 CV y 600 Nm de par motor (opcionalmente S 350d 4MATIC), además del S 400d con 330 CV y 700 Nm de par motor. En ambos casos se comparte el mismo bloque de seis cilindros en línea de 2.925 cc.
El motor de gasolina será la estrella de la gama, el Mercedes-Benz Clase S 500 4MATIC, con un seis cilindros en línea turbo de 2.999 cc (no, no hay V8), 435 CV y 520 Nm de par motor, que será el único microhíbrido de la gama con un empuje extra de 22 CV y 250 Nm. Más adelante llegará el Clase S híbrido enchufable que ya ha sido presentado con hasta 103 km de autonomía eléctrica y las versiones AMG que aún no han sido anunciadas.
En cuanto a los precios, el Clase S 350d se sitúa como el escalón de acceso con 108.150 euros, seguido por el S 350d 4MATIC por 114.450 euros y 117.700 euros para el Clase S 400d. El Clase S 500 4MATIC parte de más arriba con 139.950 euros. Para todas las variantes si se escoge con carrocería larga hay que desembolsar 1.800 euros más.
Nos despedimos del Mercedes-Benz Clase S con muchas ganas de hacerle una prueba completa porque si somos sinceros, es fácil sentir cierta congoja con todo el cargamento tecnológico que ofrece, así que esperamos tenerlo pronto para analizarlo con calma y poder contaros más sobre un coche que realmente parece adelantado a su tiempo.
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