Ya sabemos que ha llegado a España el restyling del Citroën C3, y vimos qué motores, versiones, equipamientos y precios tiene. Hoy podemos hablaros qué nos ha parecido el coche después de probar la que puede ser la versión diésel más recomendable de la gama, la de potencia intermedia con 92 CV.
En concreto codujimos un Citroën C3 1.6 e-HDi 90 Airdream Exclusive, la versión más equipada y con caja de cambios manual de cinco velocidades. El que véis es uno de los colores de pintura nuevos que se estrenan con el restyling, un azul noche muy oscuro, en el que los elementos cromados, más abundantes que lo que viene a ser normal en los utilitarios de segmento B, destacan y le confieren un aspecto un poco más clásico y elegante.
Sin grandes cambios a la vista
No hay grandes cambios ni en lo estético ni en lo técnico, pero donde estos se notan más es en la parte frontal, sobre todo por la nueva parrilla de chevrones cromados, la parrilla inferior y las luces de marcha diurna LED. Las llantas de aleación de 17 pulgadas de la versión Exclusive, bicolor y con el frente pulido, si bien no son de nuevo diseño, dan gran prestancia a este pequeño coche.
En el interior los cambios son aún más sutiles, y dependen de cuál de las cinco versiones se considere. Explica Citroën que hay algunos detalles de decoración y tapicería nuevos. Frente a otras opciones más austeras, el C3 tiene un interior con un diseño menos simplificado, que combina múltiples texturas y colores.
En general, y siendo un utilitario, uno tiene la sensación de buena calidad de acabado, aunque tengo que reconocer que es un poco dispar.
Por ejemplo el plástico acolchado de la parte alta del salpicadero, el frente del mismo, de plástico pintado en gris metalizado, y algunos detalles en aluminio pulido, son sobresalientes, pero en cambio el plástico del parasol del cuadro de instrumentos, y de la parte alta del panelado interior de las puertas, de plástido duro, rugoso y sonoro, no está mal, pero no se encuentra al mismo nivel. El plástico negro piano (brillante), como en tantos otros coches, no me parece práctico (huellas, polvo, reflejos).
La tapicería de esta versión, con algunas partes en alcántara, da también muy buena sensación de calidad. Los asientos son cómodos, con suficiente refuerzo lumbar, y ligeramente blandos, en un conseguido equilibrio que me pareció muy acertado. La sujeción lateral está dentro de la media, ni mucho ni poco, y solo puedo criticar que los reposacabezas quedan algo alejados.
Se agradece que el volante se regule en altura y profundidad, y que el asiento del conductor se regule en altura. Aún así uno percibe que está más bien alto, incluso con el asiento en la posición más baja. El acompañante, cuyo asiento no se regula en altura, diría que todavía acusa más esta sensación de ir muy alto. Esto no es algo que tenga que ser negativo, simplemente podrá gustar más o menos según gustos.
En las plazas delanteras se está bastante bien de espacio, y de hecho en anchura me sentí cómodo y sin aprietos. La altura libre hasta al techo, sin ser escasa, no es tanta como en otros (pero por ejemplo el nuevo Renault Clio también lo encuentro un poco bajo), y puede que fuera por el parabrisas panorámico que montaba la unidad, que incluye un parasol deslizante a través de un doble techo.
Lo mismo sucede en las plazas traseras, en las que la altura libre es justa para un adulto de 1,80 m. El espacio para las piernas es razonable, sobre todo porque es un coche que no llega a cuatro metros de largo, y también esta dentro de la media (un Fiat Punto por ejemplo tiene algo más de espacio, pero claro, también mide más).
El maletero del Citroën C3 es bueno, tiene 300 litros y formas muy regulares (un Seat Ibiza, por citar un modelo similar, tiene algo menos de maletero y eso que mide algo más), eso sí, hay que tener presente que no lleva rueda de repuesto, y por eso tiene algo más de profundidad y el borde de carga puede quedar un poco elevado. Se encuentra totalmente tapizado y el respaldo de los asientos traseros se abata en dos partes asimétricas.
Citroën C3: equilibrado y cómodo
Y si equilibrado y cómodo resulta por dentro, equilibrado y cómodo resulta al conducirlo. En líneas generales se puede decir que Citroën hay buscado un utilitario más bien cómodo y que cuide al conductor, frente a otros modelos que pueden tener un toque más deportivo.
La dirección es blanda y suave, quizás algo de más para mi gusto, pero aún así la encontré bastante sensible (es probable que los neumáticos de perfil bajo ayudaran a ello). También suaves son los pedales, en especial el embrague, que es realmente blando y apenas cuesta esfuerzo pisarlo.
Y el tercer elemento del trinomio, el cambio, también resulta algo blando y suave, con recorridos de la palanca ligeramente largos en comparación con otros, no tan rápido de accionar, aunque las marchas entran sin problemas. Para mi talla, la palanca de cambio me parecía quedar un poco baja, y el reposabrazos central delantero puede molestar un poco en cierto momentos
Con una conducción normal, por ciudad, autovía y muy poco de carretera secundaria, sin correr ni mucho ni poco, la suspensión parece bien balanceada, de nuevo con un toque ligeramente blando, para primar el confort. Filtra bastante bien los baches.
Es un coche bastante tranquilo y agradable, en cuanto a ruido también. El motor diésel ronronea un poco al ralentí, donde otros modelos llegan a ser más silenciosos, pero luego en marcha, y sobre todo en carretera, se muestra muy silencioso.
El ruido aerodinámico es muy contenido, y el de rodadura tampoco se hacía notar mucho, por lo que en marcha se completa un conjunto que como he dicho al principio, busca primar la comodidad frente a otras cosas.
Motor de buena respuesta
El motor 1.6 e-HDi de 92 CV de este Citroën C3 responde bastante bien, es muy progresivo y lineal, y hasta tiene cierto margen de uso incluso a bajas vueltas, si no se pretenden grandes aceleraciones, manteniendo una marcha larga, aunque diría que a partir de 1.800 rpm se encuentra más alegre.
En quinta velocidad, con el motor girando a 2.000 rpm, se mantienen aproximadamente los 100 km/h. Con una prueba corta no es muy fiable hablar de consumos, pero de manera aproximada, sin hacer conducción eficiente y con casi tanta ciudad como autovía, el consumo medio se movía en aproximadamente 5,5 l/100 km.
Me gustó cómo funcionaba el sistema stop-start, es rápido arrancando, pero sobre todo es rápido parando el motor. Llegando a un semáforo, unos metros antes de que el coche estuviera detenido, el sistema ya apagaba el motor, y esto en ciudad sí que ayuda a reducir unas décimas el consumo.
El precio de la unidad probada, muy equipada, y además con pintura metalizada y navegador GPS con cámara de marcha atrás añadidos como opción, tiene un precio con promoción, pero sin Plan PIVE 2, de 18.630 euros. Es un precio, a la mayor igualdad de equipamiento posible, algo menor que el que tendría un Volkswagen Polo, pero considerablemente mayor al de un Kia Rio. De hecho aún siendo un utilitario bastante redondo, por ese precio tengo la sensación de que muchas personas mirarían hacia un modelo de segmento C (un Citroën C4 mismamente).
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