Corrían los primeros años de la década de los setenta cuando los ingenieros de Porsche comenzaron a experimentar con la turboalimentación en la gama 911, y qué mejor que un prototipo de carreras para poner en práctica todo aquello que podría servir para el modelo de calle.
Entre 1973 y 1974, el fabricante de Stuttgart se puso manos a la obra con su Carrera RSR Turbo de competición, un vehículo que pasaría a la historia por sus llamativas formas, su gran alerón y sus prestaciones, todo ello decorado con el bonito traje de Martini Racing.
Basado en el RSR 3.0, el Carrera RSR Turbo 2.1 serviría para recopilar valiosa información de cara a la producción en serie del 911 Turbo que llegaría a partir de 1975, y, de paso, para conseguir sorprendentes resultados en competición, como un segundo puesto en Le Mans, en 1974.
Porsche desarrolló un motor específico para el modelo, de 2.14 litros de cilindrada, con tal de atenerse a la normativa. Gracias a un turbocompresor KKK, el seis cilindros bóxer refrigerado por aire alcanzaba los 500 CV de potencia a 7.600 RPM y estaba acoplado a una transmisión de cinco velocidades en disposición transaxle.
Tanto el chasis como la suspensión se basaban en el nueveonce de producción, aunque convenientemente mejorados con componentes procedentes del RSR (frenos o los enormes rodillos traseros, por ejemplo) y del Porsche 917. La barra de torsión de la suspensión se sustituyó por un conjunto de brazos de aluminio y amortiguadores de titanio que ahorraban hasta 30 kilogramos de peso con respecto a las configuraciones de los 3.0 RSR.
Para conseguir un peso contenido, la carrocería se fabricó principalmente en fibra de vidrio, con elementos de plástico ligero para los paragolpes o puertas, entre otras cosas. El interior, por su parte, se aligeró también, eliminando cualquier detalle innecesario y añadiendo una jaula de seguridad de aluminio e instrumentación de competición.
Gracias a la fibra de vidrio y los componentes ligeros, el RSR Turbo pesaba apenas 820 kilogramos, lo que permitía una brutal aceleración. El sprint de 0 a 100 km/h lo llevaba a cabo en la franja de los tres segundos, y era capaz de alcanzar velocidades superiores a los 300 km/h.
Uno de los rasgos más significativos del Carrera RSR Turbo es la imponente anchura del eje trasero, que llega hasta los dos metros gracias a los prominentes pasos de rueda. El enorme alerón, de color negro, también aporta su granito de arena a la impresionante imagen del modelo.
El Porsche 911 Carrera RSR Turbo 2.1 hizo su debut oficial en competición en los 1.000 kilómetros de Monza de 1974, donde acabó quinto, aunque su mayor logro fue subir al segundo escalón del podio en Las 24 Horas de Le Mans de ese mismo año.
Este llamativo vehículo fue el primer Porsche 911 turboalimentado y sirvió como base e inspiración para futuros modelos de competición, como su descendiente directo, el Porsche 935 (también conocido como Moby Dick) o incluso el Porsche 961. Actualmente se puede admirar uno de los pocos RSR Turbo fabricados en el Museo Porsche de Stuttgart.
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