El sector de las autopistas de peaje es uno de tantos sectores sobredimensionados de los últimos años en nuestro país.
Son otro hit patrio como los equipos de fútbol que no pagan a la Administración, aeropuertos sin aviones, edificios públicos que no se inauguran, la arquitectura de diseño que cuesta mucho más de lo presupuestado, etc.
Para comprender lo que pasa, tenemos que ver antes varias cosas, y trataré de explicarlo lo mejor que pueda. No es un problema con solución fácil, ni rápida. El desenlace, cuando se produzca, será muy costoso, o no llegaremos a verlo con vida.
¿Qué es una autopista de peaje?
Normalmente las infraestructuras viarias se hacen con iniciativa pública, es decir, se pagan con los impuestos para tener una utilidad para todos, sin coste adicional. Es para favorecer el transporte, la movilidad de las personas, la actividad económica y un largo etcétera.
Cuando el sector público no puede o no quiere hacer frente a esas inversiones, es cuando entra el sector privado (empresas e inversores). Ellos pondrán el dinero y pagarán la obra con su dinero, a cambio de poder explotar dicha infraestructura (concesión) o de pedir un canon a la Administración (peaje en sombra).
Durante los años del boom inmobiliario, se proyectaron varias autopistas de peaje para ayudar a la saturada red viaria de Madrid, que se iba inflando de tráfico por el aumento de la población y la actividad económica. Era un modelo mixto, con vías paralelas a las rutas radiales que llevan años ahí.
Para construir una autopista, hace falta comprar mucho área en terrenos, o realizar expropiaciones forzosas (recibir una cantidad pactada a cambio de que te quiten tus tierras). Además, está el coste en construcción, sueldos de operarios, casetas de cobro, conexión con las vías gratuitas, mantenimiento, etc.
Además, cuando se construye una infraestructura así, se hacen cálculos de tráfico estimado. Se llega a la conclusión de que tanto tráfico circulará por allí, y extrapolando a las tarifas del peaje, se puede hacer una previsión de ingresos que cubran los costes y generen un margen.
La idea de una autopista de peaje es generar dinero, cubrir el coste inicial y producir un beneficio. Cuando la infraestructura está amortizada, es cuando pasaría a estar liberada para el uso público. Eso es lo que pasaría en un país serio, pero ¡esto es España! (hay que declamar como el Rey Leónidas en “300”)
¿Qué ha pasado con las concesionarias de estas autopistas?
Lo resumiré de forma coloquial, han hecho un FAIL. Se han cometido cuatro grandes errores en la construcción de las citadas autopistas de peaje, a saber:
- La mayoría del capital no venía de recursos propios de las constructoras, sino de deuda con varias entidades financieras. Ese dinero genera intereses y hay que devolverlo
- Las previsiones de tráfico no consideraron ni una posible crisis, ni fue realista. También se hicieron previsiones en base a una hipotética fiebre de construcción (como en el caso de Murcia) o que a la gente del Residencial Francisco Hernando (o los pisos del “pocero” en Seseña) y similares llenasen esas carreteras
- Los costes de las expropiaciones fueron muy superiores a los previstos, ya que los tribunales les dieron más valor del que tenían, y eso disparó los costes de construcción
- O bien las alternativas gratuitas son casi igual de buenas, o no representan una ganancia significativa (p.e. ahorrar 10 minutos de atasco por 7 euros)
Ya tenemos diagnóstico, ¿y ahora qué?
Se hizo una previsión de ingresos y una de costes, pero los ingresos han bajado mucho, y los costes han subido mucho. Cuando se suman esas dos cosas, el resultado es: desastre. Son 9 concesionarias las que están a punto de quebrar, y dejarían un boquete de más de 3.800 millones de euros.
¿Quién perdería ese dinero? Lo fácil es que lo perdiesen los acreedores de las concesionarias, a saber: bancos, constructoras, inversores… Pero no es tan fácil, la Administración puede tener una responsabilidad patrimonial, y tener que asumir esa deuda con los acreedores. Sería el caso más duro de todos.
Es decir, si se deja que estas empresas se terminen de estrellar, no es que las carreteras pasen a ser gratis. Si la justicia determina que la Administración fue responsable del hundimiento de esas empresas, lo tendríamos que pagar de nuestro bolsillo a través de más déficit público. Es decir, que pagaríamos sí o sí.
Hay quien sostiene, como nuestros compañeros de El Blog Salmón, que hay que dejar que caiga quien caiga, y jugárnosla en los tribunales, a ver si hay responsabilidad patrimonial pública o no. Si no la hay, hacemos un “simpa” a los acreedores de las concesionarias, su inversión salió mal, ajo y agua, y aquí no pasó nada.
Desde la ASETA, la patronal de las autopistas de peaje, dan alternativas: extender las concesiones más años, implantar un repago en las autopistas públicas (peajes), refinanciar su deuda (alargar el problema) o expropiar las concesiones que no son rentables. Pero es que hay concesiones que NUNCA van a ser rentables.
Por lo visto, entre lo que recaudan estas autopistas de peaje que os hemos mencionado, no les llega el dinero ni para pagar los intereses de su deuda. Muchos piensan que si les dan una ventaja adicional sobre las públicas, como eliminar o subir mucho los límites de velocidad, se convertirían en más atractivas para el conductor.
De momento, el Ministerio de Fomento dará 290 millones de euros en compensaciones económicas a las concesionarias, dentro de su partida presupuestaria (sin aumentar déficit) para que puedan seguir funcionando. Es una forma encubierta de socializar las pérdidas, es decir, que todos paguemos por los errores de la iniciativa privada.
En cambio, cuando una autopista de peaje da beneficios, ese dinero no se convierte en público. Es más, en Cataluña, donde las concesiones se han amortizado no una sino muchas veces, van a seguir cobrando peajes. Al menos, el Parlament ya está pensando en hacer descuentos a los usuarios habituales, algo es algo.
Por cierto, todo esto no trata de que los catalanes sigan pagando las autopistas deficitarias de Madrid, eso es intoxicación informativa. Cuando se habla de alargar las concesiones, se refiere a las concesiones que están en peligro, no las que dan dinero. De todas formas, eso puede ser ilegal según la normativa comunitaria.
Se habla más que nunca de compensar el pufo de las autopistas ruinosas de peaje haciendo que todos tengamos que pagar por las carreteras gratuitas, la misma pu**da que les han hecho a los portugueses. Pasó lo que tenía que pasar, que han espantado hasta el 50% del tráfico de algunas vías y su entorno está en serios aprietos por falta de clientes.
Van a pasar años hasta que se mitiguen los efectos de la última década, y vamos a pagar, de una forma o de otra, los errores de los diferentes gestores públicos y privados, independientemente de su signo político, de que hayan tenido ánimo de lucro (corrupción) o que simplemente hayan vivido por encima de nuestras posibilidades como país.
Las concesionarias moribundas dan a elegir dos alternativas: la amputación de la gangrena (duele) o su caída (dolería más). De momento se ha optado por alargar su agonía, a menos que vengan miles de coches de quién sabe dónde, como Ganímedes, provoque atascos en las vías de peaje y de repente, las convierta en rentables. Para todo lo demás, Master Card nuestro bolsillo.
Fuente | El País, Invertia, Autobild, Escolar.net, ASETA
En El Blog Salmón | Que quiebren las autopistas