Un Mercedes-AMG GT 63 S, fuego y un Youtuber ruso, la receta del éxito en visitas. Hace unos días, Mikhail Litvin, un vlogger ruso decidió prenderle fuego a su flamante Mercedes-AMG GT 63 S apodado 'shark' -tiburón- harto, según él, de los fallos recurrentes de su coche y sobre todo de que en su concesionario local no le hiciesen caso.
Al parecer, Litvin se encontró con una serie de problemas con su coche, unos problemas que el concesionario local se habría negado a solucionar. Supuestamente, dejó su coche en dicho concesionario en hasta cinco ocasiones. Y en todas ellas, el concesionario habría encontrado alguna excusa para no reparar el AMG o simplemente se quedó con el coche un par de semanas sin repararlo, según la versión de Litvin.
Independientemente del porqué, a Litvin le pareció una buena idea enviar un mensaje a Mercedes-AMG, expresando su opinión acerca del coche y lo que se merecía. Vamos, que había que plantarle fuego. Y así lo hizo.
En medio de un prado, Litvin roció su coche de gasolina, fue dejando un rastro de gasolina hacia una zona alejada del coche. Tras carbonizar unas cuantas salchichas en una barbacoa, intentó en varios ocasiones acertar con el rastro de gasolina para que su coche ardiera. Y lo convirtió en una de las hogueras más caras que pueda uno imaginar. La escena tragicómica termina irónicamente con él en un ZAZ 968 que necesitaba ser empujado para poder arrancar. Mejor en un ZAZ hecho polvo que en ese AMG, parece decir.
Ejercicio de marketing viral o no, suma millones de visitas
Litvin cuenta con casi 5 millones de suscriptores y en el momento de escribir estas líneas, el vídeo lleva más de 12,6 millones de visionados en tan sólo cinco días. Lógicamente, uno no puede evitar pensar que al final se trata de una acción de marketing viral.
Los creadores de contenido con 1.000 suscriptores y 4.000 horas de reproducción son elegibles para monetizar sus videos con anuncios al unirse al Programa de socios de YouTube. Es decir, a partir de ese nivel, se puede empezar a cobrar la comisión que da YouTube por los anuncios que aparecen antes, en medio y después del vídeo.
Estos anuncios son filtrados por Google y la cantidad de dinero que gana un creador depende del tiempo de reproducción del vídeo, la duración, el tipo de vídeo y los datos demográficos del espectador, entre otros factores. Hay temáticas que están vetadas para monetización (contenido violento o de odio, por ejemplo). Según ha podido saber Business Insider, un youtuber puede ganar entre 2.000 y 40.000 dólares por un millón de visionados.
Al final, no sabemos si Litvin se podrá comprar otro coche de alta gama o varios o ninguno después de esta operación. La política de pagos de YouTube es muy opaca y los Youtubers tienen prohibido por contrato publicar con exactitud cuánto les paga la plataforma. Aun así, el éxito en visionados es apabullante. Lo que le podría llevar a contratos de patrocinio (que es donde realmente está el dinero en YouTube y no en los visionados). Y solo por eso es probable que le haya valido la pena.
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