Hace ya un tiempo, en la antigua Unión Soviética y sus países satélites se producían toda clase de turismos bajo diferentes marcas y algunos (muy pocos) llegaron a tener cierto éxito en mercados como el norteamericano o el europeo, como el Skoda 1000MB o el Trabant.
Pero también se fabricaron algunas rarezas como “superdeportivos” rusos con motor LADA e incluso coches de lujo que contradecían lo que el comunismo soviético fomentaba y lo que proporcionaba. Es el caso de este curioso GAZ-13 Chaika adaptado para circular por vías de tren, inspirado en modelos como los Packard americanos de mediados de la década de 1950.
Elegante como ninguno, pero poco práctico
Este extraño one-off derivado del lujoso GAZ-13 Chaika o ‘gaviota’, de más de 5,5 m de longitud, sin volante y apto para circular por las vías del tren, se fabricó en la década de 1960 y hoy en día se conserva en el Parque Histórico Ferroviario de Budapest junto a más de un centenar de vehículos ferroviarios históricos.
Pasó de ser un coche VIP a convertirse en un vehículo de trabajo. Conserva la mecánica original pero se le extirpó el volante y los mandos para cambiarlo por los controles ferroviarios opostunos. En la actualidad sigue operativo e incluso se utiliza de cuando en cuando en las vías del enorme museo.
Por lo general, en la Unión Soviética del s.XX el deseo de poder acceder a algún coche más allá del típico VAZ 2101 (el conocido Lada/Fiat 124) y sus derivados eran más fuertes que las posibilidades reales que ofrecía la dictadura soviética a la inmensa mayoría de la ciudadanía.
Para los pocos que podían permitirse el lujo, algunos fabricantes locales intentaban copiar modelos occidentales.
Es el caso del opulento GAZ-13 y derivados, cuyo diseño exterior firmado por Lev Yeremeev (padre también del GAZ Volga) mezclaba reminiscencias a los Packard Patrician y Packard Caribbean e incluso al Lincoln Capri de la segunda mitad de los años cincuenta. Estaba construido sobre un inusual chasis en forma de X y es conocido por ser el primer coche soviético en utilizar neumáticos sin cámara.
En cuanto a la mecánica de esta peculiar limusina con tres filas de asientos, “estaba inspirada” en Chrysler, pues bajo el capó llevaba un motor V8 de 5,5 litros asociado a un cambio automático de tres velocidades que otorgaba 195 CV y 409 Nm de par. Nada mal para su contexto histórico, pero no podemos decir que fuese innovador.
Apenas salieron de fábrica 3.179 unidades, de los que la mayoría se reservaron para el uso de altos cargos del estado y otros tantos se dice que eran populares para alquilar en bodas.
Según Europabahnen, pasó buena parte de su vida prestando servicio al Primer Ministro de Hungría, Jenő Fock, quien lo utilizó como coche oficial.
Para los estándares de la época el vehículo estaba equipado con todo lujo de detalles, pues entre otras cosas, contaba con asientos de cuero, elevalunas eléctricos y radio.
En 1973 se retiró del servicio y lo adquirió la empresa estatal de ferrocarriles estatales húngaros (MÁV), que decidió convertirlo, con permiso del entrañable Fiat 500 Motocarrello, en uno de los vehículos de inspección de las vías de tren más elegantes de todos los tiempos.