Las 24 Horas de Le Mans 2016 serán recordadas por lo que pudo ser y no fue. Toyota tenía su primera victoria al alcance de la mano. Con Kazuki Nakajima al volante, la marca japonesa se disponía a hacer historia. Estaban a punto de lograr su primera victoria en una de las competiciones más importantes del mundo del motor, pero algo falló.
La primera señal de que algo no marchaba bien la daba el piloto. Nakajima avisaba por radio al equipo de que tenían algún tipo de problema. El coche estaba perdiendo potencia y cada vez le costaba más avanzar. Las caras dentro del equipo eran presagio de lo que terminaría por suceder. El Toyota número #5 se quedaba parado en la recta de meta y el Porsche #2 pasaba a su lado como un tiro camino a la segunda victoria consecutiva para la marca de Stuttgart y decimoctava de la historia. ¿Pero qué pudo pasar en ese Toyota TS050 HYBRID?
Esa es una de las preguntas más recurrentes en el día de hoy. La mayoría esperábamos que la marca diese cuenta de lo sucedido en el comunicado de prensa posterior a la carrera pero optaron por dar carpetazo a lo sucedido alegando que lo estudiarán para que no vuelva a suceder la próxima temporada, en la que ya podemos dar por hecho que volverán a luchar por esa victoria que se les resiste.
Desde la web británica DailysSportCar.com afirman, no obstante, haber escuchado a un miembro del equipo Toyota Gazoo Racing hablar de un fallo en el turbo del TS050 HYBRID. Algo que resulta factible, si tenemos en cuenta el modo en el que desarollaron los hechos.
El proveedor de turbo de los coches de Audi, Porsche y Toyota en LMP1 y de Ford en GTE Pro es el mismo, Honeywell. Por lo que de confirmarse una avería en el turbo del Toyota, no sería la única de estas 24 Horas de Le Mans. De hecho, Audi vio cómo se le escapaban todas sus opciones en el coche #7 cuando tuvo que parar poco después de dar comienzo la carrera a sustituir el suyo.
No fue una gran derrota, porque no salieron a arrasar
(por Josep Camós, E.E.)
No llegaron a Le Mans arrasando, sino que se presentaron con humildad. Con la humildad del que sabe que las 24 Horas de Le Mans son muy largas y traicioneras, y que en cualquier momento puede ocurrir lo que sea. Quizá por eso en la rueda de prensa previa a la salida nos dejaron algo tibios cuando nos dijeron de forma muy tranquila que harían lo que mejor pudieran, pero que sin duda necesitarían "suerte". Una presentación de equipo y estrategia que contrastaba por completo con el desaforado triunfalismo que acompañaba pocos minutos después a quienes se vieron a sí mismos como ganadores incluso antes de librar la batalla.
Ya en carrera, y a medida que los Toyota iban ganando posiciones, y sobre todo a partir del momento en el que Porsche perdió un coche, se fue percibiendo esa suerte de emoción contenida del que no se cree que un día le pueda llegar, por fin, el ansiado momento. Las caras no eran de alegría, sino de una mezcla de satisfacción contenida por la incredulidad, por si acaso.
Ese sentimiento estuvo ahí durante las 23 horas que duró la carrera, después de la hora perdida por culpa de la lluvia que deslució una salida que, con todo, fue una buena garantía para que el duelo entre coches que iban al límite casi alcanzara el final de la contienda. Ese casi duró los fatídicos últimos minutos, arropado por el momento de algarabía que acompañó a un inesperado cambio de rueda de última hora en Porche. ¿Por fin la suerte les sonreía? ¿Sería la segunda vez que un equipo japonés lograba la victoria? Ni por esas se lo acabaron de creer.
Obviamente, cayeron derrotados de la forma más cruel posible. Sin embargo, no tuvieron que lidiar con un exceso de egos ni con los pronósticos más triunfalistas. Al revés: recibieron enseguida la comprensión y el apoyo de todos los que habían visto una impresionante evolución que, finalmente, se vio asombrosamente cercenada. El de las 23:57 será uno de esos momentos que se recordará, por la impotencia que invadió a sus protagonistas.
Ahora, ha sido Akio Toyoda, presidente de Toyota Motor Corporation, quien se ha encargado de canalizar la rabia y la decepción que mostraban ayer los rostros de los japoneses, en una buena lección de resiliencia. Su discurso merece ser leído con el mayor de los respetos:
"No competimos sin conocer el sentimiento de derrota. Habiendo probado el amargo sabor de la derrota, volveremos a la arena del Campeonato Mundial de Resistencia el próximo año, y volveremos a competir en este campo de batalla que son las 24 Horas de Le Mans. Por nuestra búsqueda de fabricar coches aún mejores... Por eso, ciertamente volveremos a las carreteras de Le Mans. Me gustaría expresar mi gratitud a todos los fabricantes y pilotos que lucharon contra nosotros en Le Mans, especialmente a Porsche y Audi. Volveremos el año que viene, renacidos y listos para enfrentarnos con todas nuestras fuerzas. Cuidado con estos "pobres perdedores", Toyota, en el circuito el año que viene. ¡La lucha no ha terminado!"
Veremos qué sucede, pues, en el circuito de la Sarthe en 2017.
En Motorpasión | 24 Horas de Le Mans, cuando lo importante es participar en la fiesta