Cambiarse de un coche de gasolina a uno eléctrico es un paso que ya han dado muchos conductores. Y según una reciente encuesta, no darían marcha atrás: más del 90 % afirma que se comprarían de nuevo un coche eléctrico. O dicho de otro modo, no volverían a un modelo de combustión, ya sea gasolina o diésel.
El principal motivo de mantenerse en las cero emisiones son los menores costes de uso de los coches eléctricos, por encima de los medioambientales o su dinámica, entre otros. Pero esta encuesta también pone de relieve que a pesar de permanecer fieles a los eléctricos, consideran que cargarlos es un engorro.
La inmensa mayoría está satisfecha de ser conductor de un eléctrico
Quien firma este sondeo recién publicado es Global EV Drivers Alliance (GEVA) una asociación mundial de conductores de vehículos eléctricos que representa a más de 335.000 propietarios. Por tanto, esta asociación es muy pro vehículos eléctricos.
En total han participado 23.254 conductores pertenecientes a 18 países, la mayoría europeos: Alemania, Francia, Reino Unido, Noruega, Países Bajos, Suecia, Austria o Polonia.
Solo un 1 % volvería a un gasolina. La encuesta se centrado en tres aspectos: que motivó a estos conductores a cambiarse a un coche eléctrico, cuáles son las ventajas e inconvenientes de los cero emisiones y si volverían a un coche térmico. La respuesta a esta última cuestión ha sido abrumadora: el 92 % afirma que se volverá a comprar un coche eléctrico cuando se cambie de automóvil.
Únicamente el 1% aseguró que sí volvería a un coche térmico y un 4 % señaló que optaría por un híbrido enchufable en su lugar. "A los conductores les encanta la experiencia de los vehículos eléctricos y demuestra que estos vehículos han llegado para quedarse", defiende Joel Levin, presidente de GEVA.
Este resultado contrasta con el de otra reciente encuesta de la consultora McKinsey&Co, centrada en analizar tendencias de mercado y movilidad. En su caso, un 29 % de los dueños de un coche eléctrico aseguró que volvería a un coche de gasolina o diésel, o al menos con motor térmico. ¿El motivo? Que los eléctricos son un incordio en viajes largos.
Pocos puntos de carga rápida en ruta. Entre estas dos encuestas encontramos precisamente este punto en común: los usuarios de coches eléctricos señalan la recarga pública como el principal inconveniente de moverse con un eléctrico. Especialmente en ruta. En ambos casos, los conductores consideran que la infraestructura es todavía limitada, lo que a su vez limita su uso en viajes.
En el caso del sondeo de GEVA la mayoría de conductores observaron que hay aún pocos cargadores rápidos de alta potencia y que es habitual que se encuentren fuera de servicio. Por ello en su mayoría se mostraron de acuerdo en que viajar con un eléctrico exige mucha más planificación que con un térmico.
A esto se añade que la red de carga no es homogénea: pertenecen a diferentes operadores lo que supone estar dado de alta en diferentes compañías para disfrutar de un precio reducido. Además, muchas de las estaciones exigen una app para pagar, lo que obliga a disponer de varias aplicaciones en el teléfono. Los conductores preguntados por GEVA también señalan esto como inconveniente.
Además, otro aspecto negativo que se señalan desde GEVA es que los coches eléctricos aun son caros: "Si los sectores y los responsables políticos quieren ayudar a los clientes potenciales, deben centrarse en hacer que el precio del automóvil sea competitivo y mejorar la infraestructura de carga", afirma Petter Haugneland, secretario general adjunto de la Asociación Noruega de Vehículos Eléctricos. Antes de ayudas, la mayoría arranca de 40.000 euros en adelante: pocos bajan de los 30.000 euros y aún menos rondan los 20.000 euros.
Más baratos para circular, aunque no tanto de mantener. Los dueños de coches eléctricos, en su mayoría, coinciden en que volverían a comprarse un cero emisiones porque sus menores costes de uso respecto a un térmico: así lo afirmó un 45 %, según datos de esta encuesta detallados por Bloomerg.
Es decir que cargarlos es en general más barato (sobre todo si se hace en casa) a lo que se añaden las bonificaciones de ciudades y países por circular con ellos. Por ejemplo aquí en España hay varias ciudades donde es gratuito aparcar con un eléctrico en las zonas de estacionamiento regulado. Además, también disfrutan de bonificaciones fiscales aparte de la propia ayuda de compra.
Pero no tanto los costes de mantenimiento: únicamente un 18 % señaló este motivo. Si bien un coche eléctrico a priori sí que es más barato en revisiones rutinarias al prescindir de elementos mecánicos (cambio de aceite, distribución, filtros etc.), las reparaciones son más costosas. Lo que se debe esencialmente a la batería: las marcas raramente las reparan y optan por cambiarlas, lo que puede suponer hasta más de 30.000 euros. Esto en talleres oficiales, aunque no tanto en independientes.
Los otros aspectos más votados tienen que ver con sus cero emisiones: un 40 % de los encuestados aseguró que seguiría con un eléctrico porque son vehículos más respetuosos con el medio ambiente y un 32 % argumentó que por reducir la contaminación en sus ciudades o países.
Sea como fuere, y en general, el 97 % de los participantes de la encuesta de GEVA se muestra satisfecho con ser conductor de un coche eléctrico y tenerlo en propiedad.