El Mercedes SLS AMG del que hasta ayer os hemos ofrecido la prueba en carretera (parte 1, parte 2, parte 3 y parte 4), es uno de los superdeportivos más admirados y eficaces del momento, y eso que la competencia no es poca. Pero el origen de este coche, el primero diseñado y fabricado íntegramente por AMG, viene de muy atrás.
Estamos asistiendo a la reedición de muchos coches míticos de la historia de la automoción, y este no es uno más. MINI ha vuelto a la vida de la mano del Grupo BMW con éxito, Fiat ha lanzado un 500 que pobla las calles del Siglo XXI igual que hace algunas décadas el modelo original lo hizo en Italia, y porqué no hablar del Volkswagen Beetle que supuso una de las primeras reediciones de éxito de los últimos años.
Pero Mercedes ha querido ir más allá, y ha creado el Mercedes SLS AMG como una auténtica reedición del Mercedes 300 SL, uno de los coches más admirados de la historia y que gracias a la forma de sus puertas de apertura vertical, es conocido como “alas de gaviota”. Localizar un Mercedes 300 SL hoy en día no es tarea sencilla. Solo se fabricaron 1.400 unidades y las mejores unidades están valoradas en más de 500.000 euros. Pero lo hemos conseguido y os mostramos con detalle este momento único: cuando el abuelo conoce a su nieto…
El Mercedes 300 SL
Derivado de un coche de competición ganador de la Panamericana y segundo clasificado en las Mille Miglia, fue el importador de coches a EEUU Mr. Max Hoffman quien consiguió convencer a Mercedes de que tenía que fabricar el 300 SL para uso en carretera. El Mercedes 300 SL fue presentado primero como prototipo en el Salón del Automóvil de Nueva York de 1954, y su éxito fue atronador. Hoffman era optimista y decía que podrían vender incluso más de 1000 unidades de carretera. Y no se equivocó.
Todo el mundo soñaba con tener un Mercedes 300 SL, así que la marca alemana decidió seguir con el desarrollo y lanzarlo en 1954. El Mercedes 300 SL se fabricó entre los años 1954 y 1957 y su impulsor dentro de la casa alemana fue Rudolf Uhlenhaut, que decía: “cogimos el motor de la berlina 300 completamente de serie y construímos partiendo de él un chasis tubular y una carrocería de aluminio“. El resultado es espectacular.
Las siglas SL vienen de la abreviatura de “sportlich” (deportivo) y “leich” (ligero). El motor del Mercedes 300 SL era un seis cilindros de 2.996 C.C de cilindrada, que entregaba 215 caballos de potencia. Llevaba arbol de levas deportivo, y entrgaba 71,5 caballos por litro de cilindrada, todo un logro para la época.
También sorprendía que podía subir hasta 6.600 RPM, todo un record también para el momento. Era el coche del momento, y por algo ha pasado a la historia como uno de los mejores coches de la historia. La mayoría de las 1.400 unidades que se fabricaron y vendieron, se fueron a EEUU de la mano de Mr. Hoffman, un visionario que también importaba Porsche allí.
En el mercado tuvo que competir con coches como el Jaguar E-Type, mucho más barato en su momento que un Mercedes 300 SL. Ambos han conseguido situarse como dos mitos del mundo de las cuatro ruedas, pero hay que admitir que el Mercedes ha conseguido ganarle la batalla.
Por ello encontrar hoy en día una unidad en buen estado en Europa no es tarea fácil, aunque todavía las hay afortunadamente. Para el “encuentro entre abuelo y nieto”, contamos con la colaboración de uno de los mejores coleccionistas de coches clásicos de España y parte de Europa, que nos cedió un 300 SL para la sesión de fotos en un estado dificilmente descriptible.
Nunca en mi vida había visto un coche tan bien restaurado. Desde la primera hasta la última pieza en él parecían recién salidas de la fábrica de Mercedes. La tapicería del mismo color rojo que la del Mercedes SLS AMG, el color gris de la carrocería, el perfecto funcionamiento de las puertas de tipo “alas de gaviota”...
Todo estaba preparado para que el abuelo 300 SL, a sus 61 años de edad, conociese por primera vez a su nieto el SLS AMG, de solo dos añitos de edad. Y hablo de abuelo y nieto porque considero que entre ellos ha habido otro coche que, aunque no con tanta exactitud, también ha sido descendiente de la misma saga, el Mercedes SLR McLaren.
Juntar el 300 SL y el SLS AMG
Cuando llegamos en el SLS AMG al garaje dónde estaba guardado el 300 SL, sabía que iba a asistir a un momento único. Entro en el garaje y al fondo, entre otras muchas joyas del mundo del automóvil, veo reluciente el Mercedes 300 SL. Pido al encargado de mantenimiento de los coches que por favor me lo saque fuera, porque allí sería dónde íbamos a hacer la breve sesión de fotos antes de que la lluvia estropease de nuevo ese momento mágico.
El sonido del motor de seis cilindros es precioso, no comparable al del SLS AMG pero si elegante y discreto. Los escapes salen por la parte baja de la aleta lateral delantera, como en el SLR McLaren.
Cuando el 300 SL salió al exterior y se quedó al lado del SLS AMG, me quedé impresionado de las enormes similitudes entre ambos. No solo con las puertas abiertas, que es cuando más se parecen ambos parientes, sino en muchos otros detalles. El Mercedes 300 SL tiene una de las traseras más bonitas que he visto en mi vida, con unas líneas muy redondeadas que le dan gran personalidad.
Lo mismo ocurre en el Mercedes SLS AMG, la trasera es estilizada y discreta con formas curvas, el alerón retráctil está muy bien integrado y las semejanzas entre ambos son más que evidentes.
Pero lo mismo ocurre en la delantera. Las parrillas de los dos son auténticas obras de arte, con la estrella presidiendo la vista frontal y dotándoles de carácter a cada uno de ellos.
Y la casualidad ha querido que las tapicerías de ambos coches fuesen casi idénticas, mismo tono, mismo tacto con 61 años de diferencia entre ambos. Moviéndolos para hacer las fotos en varias posiciones, tuve oportunidad de montar dentro del 300 SL, y he de decir que las críticas que recibió en su momento por la dificultad que tenía para montarse dentro eran ciertas.
Es mucho más complicado montar en el 300 SL que en el SLS AMG. Entre los nervios por tratar de no rascar con el calzado la inmaculada tapicería del 300 SL y en escaso espacio que tiene de largo la puerta, casi hay que dejar apoyar el trasero en el asiento y ayudarte con el brazo a meter las piernas desde fuera.
Tiene el voladizo lateral que cubre el chasis multitubular de aluminio muy alto, esto complica enormemente el acceso al interior. Luego, una vez dentro la sensación llega a parecerse a la que tienes desde el puesto de conducción del SLS AMG, vas bastante bajo, con un morro largo delante y sentado bastante atrás.
El Mercedes 300 SL y el SLS AMG abren sus puertas
Pero sin duda el momento más espectacular llegó cuando abrimos las puertas de ambos coches. En principio las del 300 SL se quedaron en una posición un poco “baja” y es que los años no pasan en valde y el abuelo no puede levantar tanto sus alas. Para nada, no se trataba de eso sino de que hay que empujar ligeramente las puertas hacia arriba para que se queden en su posición más vertical.
La estampa de los dos coches con las puertas abiertas hacia arriba es sencillamente espectacular. Las semejanzas entre ambos se multiplican, y queda claro que el moderno está basado en el antiguo. Fue un momento único poder juntar estas dos joyas, una que marcó época a mediados de siglo y está considerado todavía hoy uno de los mejores coches de la historia. El otro, la viva imagen de al evolución que ha sufrido desde entonces la industria automovilística.
Por desgracia, la incesante lluvia de la que ya hablamos en la prueba del SLS AMG comenzaba a acercarse, y había que llevar al “abuelo” 300 SL dentro para que no se mojase y no cogiese frío. Abuelo y nieto se miraron y con un gesto de complicidad bajaron sus puertas en acto de despedida. Ha sido bonito, pero esperamos juntarlos algún otro día rodando juntos en carretera y poder mostrároslo en un bonito video…
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Agradecimientos al propietario del Mercedes 300 SL por dejarnos fotografiar su vehículo para esta ocasión tan especial.
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