En 2012 Mazda tuvo tres SUV conviviendo, el recién llegado CX-5, el veterano CX-7 y el gran CX-9. Como el mediano fue devorado por sus hermanos, se dejó de fabricar hace dos años. Los de Hiroshima piensan en traer una segunda generación, esta vez mejorando su posicionamiento respecto a los otros dos.
Pero eso no será antes de la segunda generación del CX-9. El modelo actual mide 5,1 metros y está más pensado en mercados pro-gasolina como el norteamericano, Oriente Medio, Asia-Pacífico, etc. En Europa no es un modelo muy popular, ni tiene ni tendrá motor Diesel. Y ahí el CX-7 tiene oportunidades si saben mejorar su posicionamiento.
Por ejemplo, al CX-7 le vendría bien tener la posibilidad de tener siete asientos (5+2) como otros SUV del mismo segmento. Desde luego necesita motores más eficientes, pero eso ya está hecho. Sin que haya nada confirmado a nivel oficial, es razonable pensar en un sucesor de aquí a cinco años. Es un segmento donde Mazda tiene que estar.
La clave de la supervivencia del CX-7 pasa por hacerlo atractivo en Europa, y en donde compite con el CX-9, que tenga más sentido su adquisición. Además, tiene que ser un producto competitivo con los Premium, y me refiero a X3, GLK, Q5, Evoque, etc. Cuando eso sea posible, el CX-7 de segunda generación tendrá sentido.
Un medio australiano considera, a raíz de las reacciones de un alto responsable de la marca a sus sugerencias, que Mazda lo está estudiando. Si obviamos todo eso, un fabricante de éxito necesita tener SUV en segmentos C y D por lo menos, y si ya lo tiene en segmento B mejor. Eso último también está en estudio.
Vía | Car Advice
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