Esta semana, Nissan ha completado la compra de un porcentaje de control en Mitsubishi Motors. Nissan posee ahora el 34 % de Mitsubishi tras pagar 237.000 millones de yenes (unos 2.290 millones de dólares). Así, la compra anunciada el pasado mes de mayo se hace efectiva y oficial.
La entrada indirecta de Mitsubishi en la Alianza permitirá a Nissan y a Mitsubishi ahorrar cerca de 500 millones de dólares al año gracias a las sinergias de grupo, como la producción en común, compras comunes, colaboraciones en nuevos productos, etc.
Tras la compra, Carlos Ghosn se ha convertido en el nuevo CEO de Mitsubishi (sí, también lo es de Nissan y de Renault), aunque deja en manos de Osamu Masuko la presidencia del consejo de Mitsubishi. Debido al cúmulo de mandatos, Carlos Ghosn nombró al vice presidente de Nissan, Hiroto Saikawa, co-CEO de Nissan y así calmar los inversos acerca de su implicación en Nissan. Temen que ahora le dedique más tiempo a levantar Mitsubishi.
Masuko y Ghosn han expresado en rueda de prensa diferentes áreas de colaboración. Además de las áreas tradicionales, como las compras en común, el desarrollo de nuevos modelos e I+D, Nissan empezará a vender como propio un pequeño monovolúmen Mitsubishi en el sureste asiático, mientras que los sistemas híbridos enchufables de Mitsubishi se convertirán en la norma para híbridos en la Alianza.
Una Mitsubishi en horas bajas, pero que empezaba a levantar la cabeza
Aún así no son pocos los analistas que temen por la salud de la Alianza. Si Nissan pudo hacerse con el control de Mitsubishi es porque la marca está pasando por su peor momento. Tras cerrar su única fábrica en Estados Unidos (debido a más de una década de ventas en caída libre) se barajó la posibilidad de abandonar el mercado norteamericano. Por si fuera poco, el pasado mes de abril la cúpula de Mitsubishi confesó haber falseado las cifras de emisiones de algunos de sus modelos.
Carlos Ghosn confía en poder levantar Mitsubishi y devolver el brillo a la marca tal y como lo hizo con Nissan. En Mitsubishi no estará solo para lograrlo. Contará con la ayuda de Masuko, el hombre que había empezado a reestructurar Mitsubishi con éxito cuando se destapó el escándalo de las emisiones. Ghosn le instó a no dimitir o de lo contrario Nissan no vendría en ayuda de Mitsubishi.
Un nuevo escenario mundial y nipón
Frente al coste de desarrollo de nuevas tecnologías (coches eléctricos, autónomos, seguridad activa, conectividad) para los nuevos modelos, la llegada de Mitsubishi permitirá repercutir el coste de esas inversiones en un mayor número de vehículos y así cada marca ahorraría en el desarrollo.
Con Mitsubishi la nueva Alianza, que incluye Renault, Dacia, Nissan, Infiniti, Datsun y AvtoVAZ, entra también en el exclusivo club de los 10 millones de coches al año, junto a Toyota, Volkswagen y General Motors. Mientras tanto, al industria automóvil nipona queda divida en dos campos, por una parte Nissan y Mitsubishi y por otra parte, Toyota y la multitud de pequeñas marcas que tienen algún tipo de acuerdo con el gigante nipón, como Subaru, Suzuki, Isuzu e incluso Mazda (colaboran en vehículos de pila de combustible). Honda, por su parte, se queda en medio de esos dos polos gigantes.