A 80 kilómetros al noreste de Moscú se encuentra una de esas reliquias que nos recuerdan lo cerca que estuvo el mundo de la destrucción total durante la Guerra Fría. El canal de televisión del Ministerio de Defensa ruso ha mostrado un túnel donde se sometía a los vehículos la mayor destrucción conocida por el hombre: las explosiones nucleares.
Esta especie de megacañón de impacto en la actualidad se sigue utilizando para comprobar los efectos de las deflagraciones sobre la nueva familia Kunga de vehículos de tierra no tripulados, pero durante años se ha utilizado sobre todo tipo de vehículos
UT-5000: un túnel para conducir la destrucción
La Guerra Fría nos dejó algunas invenciones para el recuerdo. Dentro de un proceso tan convulso y tenso, los científicos, ingenieros y diseñadores fueron llevados al máximo de sus posibilidades generalmente con fines bélicos.
Bajo la constante amenaza de una guerra nuclear contra Estados Unidos, Rusia se lanzó en una carrera por la defensa (y ataque también, claro) ante una ofensiva de proporciones desconocidas y que sólo mostró una parte de su potencial tras los tristes acontecimientos de Hiroshima y Nagasaki en 1945.
Una parte de la respuesta soviética fue la creación del centro 12-ый ЦНИИ. Unas instalaciones que se inauguraron en 1950 en pleno conflicto cuyo fin era estudiar los efectos de las armas más devastadoras para crear maquinaria bélica lo suficientemente robusta.
Entre otros dispositivos realmente extraños para simular el efecto destructivo de los rayos, crearon un dispositivo jamás visto hasta la fecha pero que en realidad era la única manera de comprobar cómo afectaría un ataque termonuclear a diferentes objetos en la vida real.
Denominado UT-5000, este dispositivo (que es más bien un edificio) es único en Rusia y se encarga de recoger la onda expansiva generada por una explosión de magnitud variable y dirigirla de manera directa sobre un objeto. La utilidad principal del UT-5000 es comprobar in situ la capacidad devastadora de una onda de choque sobre los vehículos, sus ocupantes y los sistemas.
Si la Unión Soviética quería fabricar vehículos de combate a prueba de bombas sólo había una manera, y lo llevaron al extremo. Al efecto de las propias ondas de choque también podían añadir un pulso electromagnético (PEM) para simular los efectos de una bomba atómica, sólo necesitaban llevar al extremo la resistencia de la estructura añadiendo más material explosivo.
Básicamente consistía en una estructura de hormigón reforzado, un túnel con un diámetro de 5 metros y unos 110 metros de largo en cuyo extremo inicial se situaba una plataforma para soportar las detonaciones encargadas de generar la onda de choque. Esta onda se canalizaba por el interior y en el otro extremo se colocaba el objeto que iba a ser estudiado.
En el caso del vídeo, la demostración se hace sobre un pequeño coche que, al recibir la onda de choque (totalmente visible por cierto gracias al clima invernal), es lanzado a más de 10 metros de distancia. La onda de choque es tan contundente que no sólo tiene efecto en el frente que recibe el impacto, sino que todo el coche que destruido.
Las piezas del coche quedan repartidas a más de 150 metros. Y no sólo eso, sino que dejan objetos alrededor de la zona de impacto (no en la trayectoria de la onda) como la escalera y una garrafa de agua. Objetos que por supuesto sufren una aceleración súbita que los catapulta a decenas de metros. Una de las cámaras de la grabación también queda totalmente aniquilada.
Por cierto, sí, encima del coche colocan una televisión. En teoría se utiliza para comprobar los efectos del pulso electromagnético, pero no entendemos muy bien en este caso para qué lo utilizan si la televisión queda totalmente volatilizada.
Tal y como se al final del vídeo, el ejército ruso lo ha utilizado sobre todo para estudiar la viabilidad de los centros de mando móviles y su capacidad para mantener a salvo en su interior a los militares, sobreviviendo al impacto y (a ser posible) sin que el vehículo volcase mientras tratan de conservar en funcionamiento los equipos.
Lo que da más miedo de todo es saber que la demostración grabada fue una mera demostración, muy lejos posiblemente de la capacidad real.
Recordemos que el programa nuclear soviético (al igual que el estadounidense) incluyó cientos de detonaciones nucleares con las que conocer el alcance de su armamento. Parte del vídeo más extenso publicado por TV Zvezda muestra con imágenes de archivo cómo incluso un blindado de transporte de infantería BMD-1 de 7,5 toneladas es literalmente arrasado por la onda expansiva de una bomba nuclear.
Pero este tipo de dispositivos no es único en el mundo. Como no podía ser menos en Estados Unidos también hay un homólogo moderno. El Laboratorio Nacional Sandia dependiente del Departamento de Energía cuenta con un cañón de choque escalable.
Mediante diferentes secciones de entre 1 y 3,6 metros, el enorme tubo americano puede digerir detonaciones de hasta 1.180 kg de explosivos para testar las piezas de las naves espaciales que se enfrentan a la reentrada en la atmósfera.
Como curiosidad hay que apuntar que en 1968 Rusia, Estados Unidos y otros países firmaron el Tratado de No Proliferación Nuclear, y cinco años antes ya ratificaron un acuerdo previo para no experimentar con este tipo de armas de destrucción masiva sobre la superficie del planeta. Pero no hacer pruebas con armas nucleares no quiere decir no estudiar sus efectos. Ni tampoco que ninguna potencia mundial esté trabajando en este tipo de arsenal.
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