Para fomentar la compra de coches eléctricos, muchos son los países que ponen en marcha incentivos, como una fiscalidad muy reducida y ayudas directas para la compra. En el caso de las ayudas directas, la mayoría de países pone un tope al precio del coche, como en España donde no puede superar los 48.400 euros (en Península y Baleares). En muchos países que ofrecen una ayuda, los Tesla se quedan fuera de los planes de ayudas por ser demasiado caros. Es el caso de Canadá y para que al menos el Model 3 puede sea elegible para las ayudas, Tesla ha rebajado su precio y su autonomía máxima hasta unos sorprendentes 150 km.
Para la compra de un coche eléctrico en Canadá, el gobierno federal ofrece un descuento de 5.000 dólares canadienses (que luego paga al vendedor) por la compra de un coche eléctrico siempre y cuando su precio de venta de base no supere los 45.000 dólares incluyendo las tasas de entrega y que su precio final con opciones incluidas no supere los 55.000 dólares canadienses.
Además de este descuento de 5.000 dólares, se añaden otras ayudas en función de la provincia de residencia. Por ejemplo, en Québec, si el coche cuesta menos de 75.000 dólares, el gobierno provincial aporta otros 8.000 dólares, mientras que la Colombia Británica aporta otros 5.000 dólares si el coche cuesta menos de 77.000 dólares. Algunas no ofrecen ayuda adicional o simplemente el acceso al carril bus-VAO, como en Ontario.
El problema para quien quería comprarse un Tesla con las ayudas federales es que no había ningún modelo de la marca que fuese elegible para la ayuda. El Model 3 de base, el Estándar de 35.000 dólares (US) que ya no está disponible en la web y solo bajo pedido en tienda física, costaba 47.000 dólares canadienses. Por tanto se quedaba fuera.
Tesla, como cualquier fabricante, necesita vender y debe adaptarse a cada mercado. Así, el modelo de base en Canadá, el Model Standard Range pasa ahora a costar 44.999 dólares canadienses al mismo tiempo que el Standard Range Plus pasa a costar 53.700 dólares. El truco de Tesla está en colocar el Model 3 Standard Range Plus como un Standar Range “full equip”, como se suele decir, a menos de 55.000 dólares y así poder optar al descuento federal.
El problema para Tesla es que si baja el precio del modelo probablemente ya no le sea rentable. En Estados Unidos, el Model 3 Standard Range solo se puede pedir en tiendas físicas y no se puede comprar online.Es decir, la propia marca está poniendo trabas para su compra.
Pero si el Standard Range pasa a costarle al cliente 39.999 euros, tras la ayuda federal, e incluso 31.999 dólares si es un cliente de Québec, las ventas de esa versión se van a disparar.
Y eso es un problema para Tesla. Recordemos que en realidad no le interesa vender el Standard Range. ¿La solución? Limitar la autonomía del coche a 150 km. De ese modo, aunque a un cliente de Montréal el coche le cueste menos de 32.000 dólares, se lo pensará dos veces antes de pedir ese coche. Y es que perdería interés. ¿Quién querría un Tesla con 150 km de autonomía?
El objetivo final es que el cliente opte por el Standard Range Plus de 53.700 dólares y autonomía de 385 km, que en el caso de los clientes canadieneses “sólo” pagarían 48.700 dólares (40.700 dólares en Québec).
Nada nuevo bajo el sol
Podemos sorprendernos de la actitud de Tesla, pero en el fondo, por muy empresa tecnológica que sea sigue fabricando principalmente automóviles y se comporta como un fabricante de coches. De hecho, no es la primera vez que un fabricante saca un modelo con un motor adaptado para que sus clientes puedan sacar partido de la fiscalidad de un determinado país.
Por ejemplo, en Italia y en Portugal en los años 80, los coches con una cilindrada superior a los 2.0 litros estaban gravados con unos impuestos especiales que los hacían absurdamente caros. Ferrari, para no perder clientela en su país natal, sacó al mercado una versión de 2.0 litros del Ferrari 308.
El Ferrari 208 GTB Turbo llegó en 1982 y el GTS Turbo en 1983. El V8 de estos dos coches veía su cilindrada limitada a 2.0 litros y recibía un turbo para no perder prestaciones frente al Ferrari 308 GTB/GTS equipado de un V8 de 3.0 litros.
BMW también hizo lo mismo con el ya icónico BMW 320is. El BMW M3 de 1985 equipaba un motor de 200 CV de 2.3 litros. Esos 300 cc de más convertían al M3 E30 en un coche al alcance de realmente muy pocos en Portugal e Italia.
BMW mantuvo el M3 en el catálogo de esos países, pero añadió en 1987 una versión especial: el 320is. No disponía de las aletas ensanchadas del M3 ni de su kit carrocería, ni tampoco de las suspensiones, pero sí compartían la caja de cambios y el motor, aunque aquí rebajado a 1.990 cc. La potencia bajó a 192 CV, pero el coche era también 88 kg más ligero que un M3.
Tampoco es el único ejemplo de BMW. En los años 80 desarrolló coches expresamente para Sudáfrica, como el 745i M88 y el BMW 333i. Al fin y al cabo, las marcas deben adaptarse al mercado.