China es el mercado de automóvil más jugoso del mundo, por su volumen y potencial de crecimiento. Al popularizarse el automóvil, las autoridades chinas buscaron proteger su industria local de los embistes mortales que les habrían propinado los fabricantes de fuera, con décadas de experiencia.
Por otro lado, el consumidor chino, que mejora su poder adquisitivo, elige siempre que puede una marca extranjera, aunque haya sido fabricada en su país. Todos los fabricantes domésticos chinos acumulan el 30% del mercado (49,2% en 2010), están en una clarísima desventaja y su situación es delicada, especialmente para los más pequeños.
A día de hoy, para que una marca extranjera pueda vender coches en China sin que le crujan a impuestos arancelarios, debe formar una empresa con un fabricante local, es decir, una joint-venture. El extranjero no podrá tener más del 50% de la empresa conjunta, lo que impide su control.
Ayuda extranjera... a la fuerza
La ley también fuerza a los fabricantes extranjeros a instalar centros de i+D dentro de China, así como transferir tecnología a sus colegas chinos. En otras palabras, como estos últimos no tienen ni idea de cómo hacer buenos coches, obligan a los demás a que les enseñen. Sin paños calientes es así.
Estos movimientos han buscado favorecer la competitividad de los fabricantes chinos, que se han basado mucho en la copia pura y dura (inadmisible fuera de China), los costes salariales bajos y una impresionante falta de experiencia que conlleva productos mediocres y de calidad discutible.
Las autoridades chinas se plantean relajar esa normativa, al revés que hace meses, facilitando las cosas a los extranjeros, y cómo no, la patronal de fabricantes chinos ya ha dado la voz de alarma. Es lo mismo que condenarles a desaparecer, son incapaces de competir con el producto extranjero, venga de donde venga. Excepciones hay pocas.
Y si relajan la normativa, ¿qué pasará?
En otros países sí, puede haber pegas a la importación de coches, pero no obligan a los fabricantes a meterse en la cama --con perdón de la expresión-- con los fabricantes locales. A veces solo les piden que el ensamblaje final sea allí, y los coches vienen del extranjero en forma de piezas, pero dan trabajo local.
En el caso de que dejen vía libre a los fabricantes extranjeros para poseer más del 50% de esas empresas conjuntas, o tener la i+D fuera... pues los chinos probarán su propia medicina... perderán puestos de trabajo, competitividad, y tendrán que cerrar empresas. Sin la protección de papi Estado están a merced de los demás.
Además, gran parte del accionariado de los fabricantes chinos es propiedad del propio Estado. Las empresas funcionan donde menos problemas tengan y mayores rendimientos obtengan, mediante políticas artificiales eso se puede limitar, pero hasta cierto punto. La goma se puede tensar hasta que se parte.
Los fabricantes de lujo no han puesto factorías en China, ya que sus clientes pagan los coches con o sin aranceles, les da igual. Los que sí lo han hecho son los generalistas, donde no es fácil competir si tu producto está cargado a aranceles y el de los competidores no.
Indudablemente los fabricantes chinos habrán aprendido mucho de la experiencia de los demás, pero como dijo un comentarista de Motorpasión, no es lo mismo un jamón Cinco Jotas que carne de cerdo, manteca, conservantes, sal y especias. Gran parte de los procesos siguen siendo opacos a esos fabricantes, la mayor parte de la ingeniería se hace fuera.
Si los fabricantes chinos quieren espabilar, no tienen que pedir políticas tan duras. Si no tienen el talento, que lo contraten. Si no saben, que paguen una formación. Me encantaría saber hasta dónde puede llegar un fabricante de pacotilla si ponen en la silla a un personaje con las agallas de Carlos Ghosn...
Vía | Automotive News