Jean-Claude Juncker está exultante. El presidente de la Comisión Europea ha conseguido que la reunión con Donald Trump, acabe en tregua, y nadie daba un duro por este final. En tono triunfalista, el comisario europeo ha tuiteado: "Vine a por un trato, e hicimos un trato". Les costó tres horas de debate, pero el acuerdo entre las dos potencias persigue eliminar los aranceles en los bienes industriales y reevaluar los temidos gravámenes al acero y al aluminio.
De las represalias al "juntos contra los aranceles"
Cero aranceles, cero barreras no arancelarias y cero subsidios en los intercambios de bienes industriales no automotrices. Este es el acuerdo al que han llegado ambos presidentes. "Los Estados Unidos y la Unión Europea tienen una relación comercial bilateral de 1 billón de dólares, la mayor relación económica del mundo", ha dicho Trump. Y ha añadido "recíproco. Recíproco es mi palabra favorita".
También contempla la resolución de los gravámenes impuestos por Trump de 25 % al acero y del 10 % al aluminio europeo, mexicano y canadiense, que desataron la indignación de los fabricantes de coches y proveedores. Tampoco se hará efectiva la amenaza de imponer aranceles del 20 % sobre los coches europeos.
Es decir, estamos en un momento de paralización de nuevas barreras comerciales, pero hasta que no se alcance un entendimiento definitivo en los próximos meses, esos aranceles al acero y al aluminio se mantienen.
Para entender los términos del acuerdo, las barreras no arancelarias son regulaciones impuestas por los gobiernos para dificultar e incluso evitar la importación de mercancías extranjeras para favorecer productos locales. Es decir, una forma de proteccionismo que no hace uso de aranceles, si no regulaciones.
Por su parte, la financiación subsidiaria de las exportaciones puede ser utilizada para mejorar de forma artificial la competitividad de los precios de las exportaciones del país en cuestión.
El acuerdo también incluye reducir los aranceles y aumentar el comercio de servicios, productos químicos, productos farmacéuticos, productos médicos y soja. En un comunicado conjunto, se ha especificado que "la Unión Europea quiere importar más gas natural licuado (GNL) de los Estados Unidos para diversificar su suministro de energía".
Los Estados Unidos y la Unión Europea en conjunto cuentan con más de 830 millones de ciudadanos y más del 50 % del PIB mundial; aunque Europa tuviera todas las de perder, a Estados Unidos no le interesa enemistarse con un aliado de tal importancia.
Su política proteccionista tampoco ha sido bien recibida entre sus seguidores. Ni la industria ni el ala más conservadora de los republicanos caminaba junto a Trump en los últimos episodios de amenazas.
El sector industrial alemán, uno de los mayores afectados por la política proteccionista estadounidense, se muestra escéptico y cauto. Los aranceles aún no están fuera de la mesa. Creen que Europa no debe hacer concesiones.