Una "guerra" inesperada se ha desatado en Europa por el veto a los coches gasolina y diésel a partir de 2035. Varios países se han alineado con Alemania en defensa de la excepción de los carburantes sintéticos, o e-fuels, que permitiría seguir vendiendo coches de combustión más allá de 2035.
Mientras, estados como Francia o España defienden la postura de Europa y se han mostrado críticos con el bloqueo de esta alianza para que se apruebe definitivamente la normativa.
Pero dado que el voto de países como Alemania o Italia es fundamental para que la prohibición se haga efectiva, desde Bruselas ya han adelantado su intención de incluir la excepción de los e-fuels para que la normativa reciba luz verde. Aunque el proceso apunta a que va a retrasarse más allá de 2024.
Europa, dividida
Todo saltó por los aires cuando Alemania, sobre la bocina, bloqueó la votación final para aprobar la prohibición de la venta de coches nuevos térmicos desde 2035. Tras este paso atrás, llegaron sus aliados en favor de los e-fuels, que se han reunido esta semana para definir y trasladar sus peticiones a Bruselas.
¿Qué países están en contra de la prohibición total desde 2035? Con Alemania a la cabeza Italia, República Checa, Polonia, Rumania, Hungría y Eslovaquia. Defienden que deben incluirse los combustibles sintéticos que dejarían abierta la puerta a los térmicos para, en su opinión, una transición más acorde con la realidad actual de la industria.
Hay que tener en cuenta que la industria del automóvil es esencial para la economía de todos estos países. Empezando por la propia Alemania, pero también para Italia o los estados de Europa del Este, donde es vital.
En definitiva, su interés es económico, pero también social, por los cientos de miles de puestos de trabajo que acoge la industria automovilística.
¿Y a favor del veto a los térmicos? En el otro lado de la balanza encontramos a España, que rápidamente se pronunció criticando el paso atrás de Alemania. Teresa Ribera, la ministra para la Transición Ecológica, lo tildó de "decepcionante", argumentando que todos los países debieran ir en la misma dirección al veto térmico para conseguir la descarbonización.
España es el segundo productor de coches de Europa y, se entiende, no quiere perder su posición. Pero también es cierto que no de marcas propias: la mayoría de plantas españolas pertenecen a Stellantis, el gigante automovilístico francés, aunque también a Volkswagen, incluyendo departamentos I+D.
Además lleva tiempo encaminando sus esfuerzos al coche 100 % eléctrico, siguiendo la ruta marcada por Europa. Por ejemplo ya se ha asegurado una gigafactoría de baterías para coches eléctricos del Grupo Volkswagen en Sagunto (Valencia) o va a reorganizar las plantas de Martorell (Barcelona) y Landaben (Navarra) para la fabricación de los coches eléctricos pequeños.
Y por su parte Francia, otro de los grandes de Europa, ha radicalizado ahora su postura sobre el veto de los térmicos. El país galo defendió en su momento que la prohibición total no era la solución, solicitando una moratoria para los híbridos enchufables. Pero ahora su ministro de Economía Bruno Le Maire, ha señalado como "peligroso" el bloqueo de Alemania y de esta reciente alianza contraria al veto térmico total.
Le Maire considera que el uso de los e-fuels es "económicamente inconsistente" y "peligroso" a nivel industrial. "No es nuestro interés nacional y no es el interés de nuestros fabricantes nacionales y, sobre todo, no es el interés de Francia, que debe estar a la vanguardia de la lucha climática", argumenta.
Asimismo, tacha de injusto que se quiera dar un paso atrás cuando Stellantis o Renault han realizado inversiones millonarias para la electrificación total. A lo que se añade que Francia se alinea en una postura ecologista a nivel de política local, apostando por el coche eléctrico en las ciudades. Por no olvidar su fuerte posición de producción eléctrica mediante centrales nucleares.
También las marcas de coches. En esta batalla no solo se han pronunciado los países: también los fabricantes, con voces tanto a favor como en contra. Jim Rowan, CEO de Volvo ha declarado que el bloqueo es "preocupante y decepcionante" y considera que "no es el momento de dar marcha atrás y bloquear los objetivos climáticos basados en la ciencia para nuestra industria".
Mientras, Porsche (perteneciente a Volkswagen) defiende la coexistencia entre coches eléctricos y térmicos gracias a los e-fuels, que considera indispensables "para descarbonizar los coches de combustión". No hay que olvidar que Porsche ya dado el paso en el desarrollo de estos carburantes y que ya los está produciendo en Chile.
Tímida propuesta para los e-fuels desde Bruselas
Ante esta tesitura, y según recoge Automotive News Europe, fuentes de la Unión Europea han afirmado que se está valorando incluir la excepción del uso de los carburantes sintéticos. Lo que significaría que se podrían seguir comercializándose coches de combustión nuevos más allá de 2035.
Aunque ya se plantea con reservas. Según lo publicado por este medio y que no revela la fuente por confidencialidad, la normativa definiría qué coches con motor térmicos se podrán continuar vendiendo gracias al uso de los e-fuels. De ello se deduce que no serían todos.
Además se ha señalado que, dado que los combustibles sintéticos son molecularmente idénticos a los convencionales, se tendrían que incorporar aditivos y tecnologías para que asegurar que no se utilicen carburantes tradicionales más allá de 2035.
Este tímido movimiento quizá no sea suficiente para que Alemania, y la recién creada alianza contra el veto total a los térmicos, den el sí a la normativa. No en vano, el ofrecimiento se hizo antes de la reunión celebrada por estos países el lunes de esta semana.
Hay que recordar que el paso atrás de Alemania se fundamenta en que en el texto final no se incluyera la excepción del uso de los e-fuels, pese a que se solicitó en noviembre a la Comisión Europea. Y es que desde Bruselas no tienen tan claro la efectividad de los carburantes sintéticos, pues consideran que su producción es cara y exige mucha electricidad renovable.
La votación, posiblemente ya en 2024. Modificar el texto llevará un nuevo proceso, para el que no se ha dado fecha. Y una vez esté la normativa con las modificaciones incluidas, debe pasar de nuevo por el proceso de votación. Dado que las elecciones del Parlamento se celebran en mayo del año que viene, ya se adelanta que se prevé que no sea hasta 2024 cuando se vote nuevamente.