La política de movilidad interna del Grupo PSA no ha gustado en Francia. El Grupo PSA tenía la intención de llevar un centenar de obreros de su factoría polaca de Gliwice y unos 50 de su fábrica española de Zaragoza para cubrir temporalmente el turno de noche en la planta de Hordain, en el norte de Francia.
Al día siguiente de conocer las intenciones del grupo francés, los ministros de Economía, Bruno Le Maire, y de Trabajo, Muriel Pénicaud, emitieron un comunicado conjunto pidiendo al grupo industrial que renunciará a este proyecto para dar prioridad al empleo local.
Finalmente, bajo la presión de los sindicatos y del gobierno, PSA da marcha atrás y contratará a eventuales locales. Para el gobierno, con la segunda vuelta de las elecciones municipales a la vuelta de la esquina (serán el 28 de junio), es un tema que debían tratar lo más rápido posible e impedirlo.
Para los sindicatos, además de querer favorecer el empleo local, no quieren que los empleados del Grupo PSA se conviertan en “nómadas de la industria automotriz”. Y es que el fabricante galo ya hace uso de lo que llama “la solidaridad industrial interna” en otra fábrica francesa.
En la planta de Metz, donde se fabrican cajas de cambios, ya trabajan desde hace una semana 50 empleados de la fábrica de Gliwice así como unos 15 de la factoría de Douvrin (Pas-de-Calais).
Los sindicatos franceses entienden que si no se frena esa práctica, se podría convertir en una norma en el grupo industrial, moviendo los empleados de un país a otro en función de las necesidades del grupo. Para Franck Théry, delegado CGT en Hordain, “los polacos no son los enemigos, son voluntarios forzados”.
En un contexto de crisis y sobre todo de incertidumbre, sorprende que una empresa no contrate a personal de la zona, muchos de ellos con años de experiencia en el sector, y recurra a empleados suyos pero de otros países.
Pero al mismo tiempo, que se le impida hacerlo, puede verse como un varapalo al propio proyecto europeo, según explicó Geoffroy Roux de Bézieux, presidente del MEDEF (la patronal gala).
Para él, aunque es una cuestión compleja es también una cuestión de solidaridad europea. Los empleados polacos que tenían que venir están en una situación de paro técnico, la antigua fábrica de Opel funciona a una capacidad muy inferior con respecto a su potencial y podría desembocar en un ERE.
“Si cada uno se repliega en su egoísmo nacional, no vamos a salir de esta”, añadió. Recordó además, que se les pagaría según el convenio colectivo en vigor en Francia y por tanto el Grupo PSA no se aprovecharía de un dumping laboral.
Roux de Bézieux añadió que si esa situación se diese entre dos fábricas del grupo en Francia, desplazar sus empleados tres meses, nadie vería un problema, pero al haber una frontera de por medio se convierte en un problema.
El presidente de la patronal abogó después por la creación de un salario mínimo interprofesional europeo, para avanzar en la armonización fiscal y laboral de la Unión Europea.
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