Desde mediados de agosto se lleva a cabo en el puerto neerlandés de Eems la operación de limpieza del carguero Fremantle Highway y de sus más de 3.500 coches que había a bordo, de los cuales casi 500 eran coches eléctricos.
A finales del pasado mes de julio, el buque Ro-Ro Fremantle Highway ardía a tan sólo 27 kilómetros al norte de la isla Ameland, en los Países Bajos. Uno de los 23 miembros de equipaje perdió la vida mientras que el resto de la tripulación fue evacuado con heridas de diversas consideración.
Tras estabilizar el barco y traerlo al puerto de Eems, comenzaron las operaciones de limpieza y recuperación de lo que se podía salvar.
A parecer se pueden salvar unos 1.000 coches de las cuatro cubiertas inferiores, pues parecen estar en buen estado. Sin embargo, las cubiertas superiores están dañadas hasta el punto que muchos coches que estaban ahí se han prácticamente fundido con las cubiertas, forman ya parte del barco, como lo que parece ser un Porsche Taycan y un par de Porsche 911.
Embalamiento térmico y descontaminación, los principales riesgos
Hace unos días, la televisión local de Eems ha publicado varios vídeos que muestran el avance de las tareas de limpieza del barco. Llama la atención lo laborioso y peligroso que resulta retirar un coche eléctrico dañado del barco.
Porque sí, había coches eléctricos a bordo. Y si bien todavía no se conoce la causa exacta del incendio, la presencia de centenares de coches eléctricos ha contribuido a que el incendio fuese más virulento por el "embalamiento térmico" (en inglés, 'thermal runaway') de las baterías.
Ya sea debido a un sobrecalentamiento o una perforación, los separadores entre ánodo y cátodo de la batería se rompen o derriten y empieza una reacción química en el litio que libera oxígeno, dióxido de carbono y otros gases nocivos y mucho calor.
Con esta reacción química la batería se calienta en un proceso llamado embalamiento térmico. Esta reacción química, que genera calor, se ve acelerada por la propia temperatura que genera, lo que hace que entre en un bucle que suele acabar en incendio. Un incendio en regla general difícil de apagar.
El ejemplo más claro no los da este vídeo. La grúa saca un Mercedes EQE medio calcinado y lo deposita en una cuba de agua, cerca de la cual sólo está una persona con todo el equipo de protección de protección individual, o EPI, y oxígeno.
El objetivo es hacer que lo queda de ese Mercedes EQE sea seguro de manipular y reciclar. El hecho de sumergir el coche y su batería en agua limita, por una parte, el embalamiento térmico de las celdas y, por otra parte, hace que la batería se descargue al completo.
De hecho, el humo es en parte vapor de agua ya que se está descargando la energía almacenada en la batería en el agua a una elevadísima temperatura. Luego, se procede a tapar el tanque de agua con una lona ignífuga para sofocar el incendio provocado.
No todos los coches eléctricos han ardido en el barco, pues hay todavía una buena hilera de Mercedes EQE que salieron por sus propios medios, como lo hacen los coches gasolina.
Aun así, que un coche pueda salir por su propio medio, no significa que sea tan fácil. En la puerta de desembarque del buque, los operarios han instalado un lavado a presión. El propósito es evitar que el coche cubierto de ceniza y toda clase de sustancias tóxicas generadas durante el incendio vaya esparciéndolas por ahí al salir del barco.
En este otro vídeo, a modo de curiosidad, se aprecia cómo han tenido que montar una campa improvisada para almacenar los BMW que se salvaron del incendio. Como curiosidad, se aprecian unos cuantos BMW Serie 2 Coupé, varios BMW M3 Touring y BMW M4 CSL de serie limitada. En total, la compañía encargada del rescate calcula que podrá salvar unos 900 coches y estima que otros 2.900 coches están irremediablemente perdidos.
El accidente ocurrido al Fremantle Highway pone de manifiesto de nuevo la necesidad de cambiar los protocolos y la manera de transportar los coches eléctricos en un buque cerrado.
El transporte aéreo, tras varios incidentes, como el de un vuelo de UPS en 2010, tomó medidas para el transporte comercial por avión de las baterías de iones de litio y productos que las contengan. Por ejemplo, la carga de la batería no puede exceder el 30% y la aerolínea deberá usar “contenedores de aeronaves capaces de resistir un incendio de baterías de litio para complementar la capacidad de extinción de incendios de la aeronave”.
En el caso del transporte marítimo de coches eléctricos, como recordábamos, la disposición de mantas térmicas, una formación adecuada para la tripulación, una mayor distancia entre los vehículos o la implementación de puentes compartimentados con cortafuegos en la bodega, para evitar que el fuego se propague, o cámaras térmicas en la bodega son algunas de las soluciones que comienzan -o deberían comenzar- a instalarse en los grandes barcos que transportan vehículos eléctricos.