Hace unos meses, BMW llevó al siguiente nivel las suscripciones en el mundo del automóvil pidiendo 17 euros al mes por usar los asientos calefactables. La idea es sencilla: si quieres utilizar determinado equipamiento por un tiempo determinado, tendrás que pagar por ello.
Pero la marca bávara no es la única que apuesta por esta receta. Cada vez más fabricantes son partidarios del pago por uso, desde Volkswagen hasta General Motors, sin embargo, ya hay quien intenta frenar esta práctica por considerarla abusiva de cara al cliente.
En contra de pagar por 'desbloquear' equipamiento
Los clientes de BMW tienen la posibilidad de equipar su coche y pagar por ciertos opcionales que pueden utilizar siempre o escoger un modelo de suscripción que les permite pagar por ese equipamiento únicamente cuando lo vayan a utilizar. De esta forma, es posible pagar una mensualidad por usar los asientos calefactados o el volante calefactado solamente en los meses de invierno.
El problema es que si optan por la suscripción están pagando por dos veces, en el momento de la compra del coche y cada vez que se suscriben al uso de determinado equipamiento. ¿Por qué? Muy simple, porque su coche ya viene equipado de serie con ese elemento, pero está su uso está desactivado hasta que vuelven a pasar por caja.
La idea no es nueva, la marca ya lo planteó en el año 2020, pero ha sido ahora cuando la ha llevado a cabo. En España, el volante calefactado de BMW está disponible desde 9 euros al mes, mientras que usar la calefacción de los asientos delanteros tiene un precio de 17 euros mensuales. También se puede pagar una cuota mensual por usar el Driving Assistant Plus o el Asistente de luz de carretera.
Como era de esperar, a muchos usuarios no les convence esta fórmula, pero tampoco a ciertos políticos, concretamente a los de New Jersey, Estados Unidos, que han declarado la guerra a los fabricantes para prohibir las suscripciones en los coches para el hardware preinstalado.
Uno de los senadores del estado de New Jersey, Paul D. Moriarty, ha presentado en la cámara un proyecto de ley para poner fin a esta práctica. Lo que pretende es evitar que un fabricante cobre una mensualidad por usar equipamiento que ya viene montado de fábrica en el coche, como los asientos calefactados, el volante con calefacción, el arranque manos libres o determinados sistemas de asistencia a la conducción.
Es decir, todos los elementos que no conllevan ningún gasto extra para el fabricante después de vender el coche. El proyecto de ley excluye los servicios que sí conllevan un coste para la marca a lo largo del tiempo.
Ya sea por depender de proveedores externos, como sucede con la conexión Wi-Fi de un vehículo, la radio por satélite o los servicios de llamada de emergencia que utilizan centros de asistencia para comunicarse con emergencias o asistencia en carretera.
De llevarse a cabo esta ley, las sanciones por incumplirla ascienden a 10.000 dólares la primera vez y “no más de 20.000 dólares por cualquier infracción posterior”.
Una de las razones que alude Paul D. Moriarty, impulsor de este proyecto de ley, es que “durante este tiempo de aumento de los precios al consumidor, es importante protegerse contra las prácticas comerciales que sirven principalmente para aumentar las ganancias corporativas”.
El proyecto de ley solo se opone al “pago recurrente, que puede ser semanal, mensual o anual”, por lo que no va en contra de lo que han hecho los fabricantes desde hace décadas: cobrar un extra en el momento de la compra del coche a cambio de que el cliente pueda utilizar un equipamiento concreto, eso sí, para siempre.