Los coches deberían tener prohibida la circulación en zonas en las que hay colegios, hospitales y residencias. Esta es la primera conclusión a la que ha llegado el instituto de Salud Pública de Reino Unido, que ha publicado un informe del que se desprenden una serie de recomendaciones para mejorar la calidad del aire del país y la salud pública.
Los coches eléctricos también tienen su papel.
Un cambio cultural
En el informe destacan la importancia de proteger la salud de los niños y recomiendan no dejar el coche al ralentí cerca de colegios e incluso alejar todo tipo de vehículos motorizados de áreas donde hay niños, residentes u enfermos, como los hospitales.
Ante la amenaza que suponen las emisiones contaminantes en las grandes ciudades, desde el organismo de Salud Pública de Inglaterra creen que el Gobierno local y nacional debería tomarse en serio sus recomendaciones, entre las que destacan:
- Prohibir la circulación de coches contaminantes por áreas con alta densidad de población o en zonas de bajas emisiones.
- Fomentar la instalación de puntos de recarga para coches eléctricos así como la transición de vehículos de combustión a vehículos de energías alternativas.
- Impulsar la inversión en transporte público limpio así como las rutas a pie y en bicicleta.
- Rediseñar las ciudades de forma que las personas no vivan cerca de carreteras.
Todo un cambio cultural que va desde la planificación urbanística hasta la concienciación de la población, que tiene -o debería tener- la última palabra en cuanto a qué medio de transporte decide utilizar.
El organismo de Salud Pública inglés describe la contaminación del aire como la mayor amenaza ambiental para la salud en el Reino Unido, con entre 28.000 y 36.000 muertes al año atribuidas a la exposición a largo plazo.
"Hay pruebas sólidas de que la contaminación del aire causa el desarrollo de enfermedades coronarias, derrames cerebrales, enfermedades respiratorias y cáncer de pulmón, y empeora el asma", asegura.
De hecho, un estudio publicado en 2018 por investigadores de China y Estados Unidos reveló el impacto cognitivo de la contaminación en las personas, mientras que otro estudio elaborado por un grupo de científicos del ISGlobal de Barcelona constató que la contaminación del aire provoca un efecto neurotóxico en los niños.
Se descubrió que el contacto diario con altos niveles de carbono elemental y dióxido de nitrógeno producen variaciones en la función de atención de los niños, y que además hace que desarrollen menos la memoria a largo plazo.
Un problema idéntico al que tiene la ciudad de Madrid, que en 36 días ha superado los límites de contaminación para todo 2019. Curiosamente, la plaza Fernández Ladreda, ubicada en Plaza Elíptica, es uno de los principales puntos negros de contaminación de la ciudad, donde hay precisamente un colegio.
Y donde no llegan las restricciones de Madrid Central.