El fabricante de neumáticos Michelin anunció esta semana el cierre de dos de sus fábricas francesas, en Cholet y Vannes, lo que afectará a unos 1.250 trabajadores. La empresa francesa, fundada hace 135 años, citó los altos costes y la competencia asiática barata para el cierre de estas factorías del oeste de Francia.
El anuncio de Michelin se produce un año después de anunciar el cierre de dos fábricas en Alemania, pocas semanas después de que los sindicatos de Volkswagen, el mayor fabricante de automóviles de Europa, advirtieran del cierre de plantas y el mismo día que la alemana Schaeffler, otro importante proveedor de la industria del automóvil, anunció que despediría a 4.700 personas. Para Florent Menegaux, Presidente de Michelin, las causas de la pérdida constante de cuotas de mercado frente a China, que se traduce en pérdidas de empleo, son imputables esencialmente a Europa.
Una Europa demasiado lenta en sus reacciones
Los cerca de 1.000 empleados de Cholet fabrican neumáticos para vehículos comerciales pequeños, mientras que los 225 empleados de Vannes fabrican componentes para los neumáticos. “Hemos evaluado nuestras opciones, pero no hemos podido encontrar alternativas al cierre de estos dos centros”, declaró el presidente de Michelin, Florent Menegaux, al diario 'Le Monde', añadiendo: “La única constante en Michelin es que siempre está en movimiento”. También reitiró que los centros de producción fuera de Francia están a salvo.
Al mismo tiempo, Menegaux no dudó en señalar en 'Les Échos' cuáles son algunas de las causas que han llevado a Michelin y, de cierto modo, a toda la industria del automóvil europea a vivir una crisis que, cada vez, más se asemeja a una cuestión de supervivencia. Para el dirigente francés, el exceso de burocracia y reglamentos europeos alejados de la realidad del mercado es un freno para la industria europea.
“Debemos evitar una regulación excesiva en Europa. Garantizar la trazabilidad del caucho natural, por ejemplo, nos va a costar entre 150 y 200 millones de euros al año, pero ninguno de nuestros competidores cumplirá esta normativa y no se realizará ningún control”, asegura.
Y cita otro ejemplo del sector del neumático. Michelin pedía reglas claras sobre la abrasión, para echar del mercado a los neumáticos de mala calidad que se desgastan demasiado rápido, según Menegaux. Se tardaron seis o siete años en convencer a Europa y la nueva norma entrará en vigor a finales de 2027. “Mientras tanto, perdemos entre 0,5 y 1 punto de cuota de mercado al año”, se indigna Menegaux.
Por otra parte, la falta de reactividad europea es otro freno. Europa es lenta, considera. “Cuando Estados Unidos introdujo el IRA [Decreto de Reducción de la Inflación], lo hizo en cuestión de semanas. Se tarda un año en construir una planta en Texas. En el mismo plazo, en Europa ni siquiera tenemos autorización para presentar los planos”.
Para el dirigente de Michelin, los costes energéticos de Europa no son competitivos y los costes salariales son demasiado elevados debido a las cargas. A eso se añade, considera, una competencia desleal en la que Europa se deja pisar. Y pone el ejemplo la prohibición de Michelin de exportar a la India, mientras que la marca pierde 15 puntos de cuota de mercado en los neumáticos agrícolas en Francia por culpa de un rival indio que sí vende en Europa y lo hace a precio de derribo.
No es algo muy diferente de la situación en la industria automóvil con respecto a China. Mientras la UE impuso aranceles del 10% a los coches importados de China (con la reciente excepción de los eléctricos con impuestos mucho más elevados), durante décadas China obligó a los fabricantes extranjeros a producir en suelo chino con un socio local si querían vender evitando los aranceles de entre el 20% y el 25%, según los modelos. Y si bien ese impuesto se redujo al 15% en 2018, hay un evidente desequilibrio.