Los fabricantes de coches solicitaron a Europa rebajar los objetivos de emisiones para este 2025 y que se retrasaran hasta 2027, pero se toparon con la rotunda negativa del gobierno comunitario: "No. La respuesta es no".
Casi todas las marcas tendrán imposible cumplir la nueva meta, fijada en una media máxima de 93,6 g/km de CO₂ en todos los vehículos que vendan este año. La medicina para salvar las elevadas multas de la UE será la de comprar créditos de carbono a firmas exclusivamente eléctricas como Tesla o Polestar.
Tesla firmará este 2025 otro año de récord en la venta de créditos de emisiones: un negocio que le sale muy rentable
Con las ventas de eléctricos y enchufables estancadas, muchas marcas de coches tradicionales necesitan seguir vendiendo térmicos para no desaparecer. Según la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA), para cumplir con los 93,6 g/km de CO₂ los fabricantes este 2025 tendrían que dejar de producir unos 2,0 millones de coches o se expondrían a multas que podrían alcanzar los 15.000 millones de euros. Así lo señaló Luca De Meo, CEO de Renault y presidente de ACEA hasta diciembre.
Dado que la meta se mantendrán inamovible, la vía de escape es agrupar sus emisiones con las de fabricantes cuya gama es 100 % eléctrica, comprándoles créditos de emisiones para reducir sus promedios generales. Un crédito de carbono es una unidad equivalente a una tonelada de CO₂ evitada. Y según se recoge en un documento al que ha tenido acceso Reuters, así lo harán varias marcas y grupos automovilísticos.
La mayoría de marcas recurrirán a Tesla. Stellantis, Toyota, Ford, Mazda y Subaru planean agruparse con la firma de Elon Musk. Para ello deberán presentar una solicitud antes del 5 de febrero. De las mismas, según Reuters, Stellantis ya habría confirmado este movimiento que ayudará al grupo automovilístico a cumplir sus objetivos para 2025 "a la vez que optimizará nuestros recursos".
El grupo italo-galo admite que, para cumplir con las emisiones, tendría que aumentar su cuota de mercado de eléctricos del actual 12 % al 21 %. Algo complicado con las ventas de los cero emisiones congeladas, sumado a la fuerte competencia de los coches eléctricos llegados desde China. Stellantis tendría que asumir multas de 300 millones por cada punto porcentual que no llegue a ese 21%.
Por su parte, Mercedes-Benz planea hacer lo propio adhiriéndose a un grupo formado por Polestar, Volvo Cars y Smart. Polestar ha señalado a Reuters que venderán sus créditos excedentes a Mercedes, como también Volvo, pero sin dar detalles del acuerdo. Esta agrupación deberá solicitarse como tarde el 7 de febrero.
Tesla es la firma líder en venta de créditos de carbono a otras marcas de coches y le sale tremendamente rentable: representa casi el 3 % de sus ingresos totales. En 2023 cosechó 1.790 millones de dólares gracias a los créditos de emisiones, cifra que ha superado en 2024 firmando un aumento de casi el 53 %: entre enero y septiembre había ingresado 2.070 millones de dólares. No tanto es así para Volvo, y por tanto Polestar: la venta de créditos de carbono supusieron en 2023 el 0,3 % de sus ingresos.
Volkswagen planea sumarse también. En estas dos agrupaciones no se incluye de momento a Volkswagen, uno de los grupos automovilísticos que más ha presionado para que se retrasasen los limites de emisiones. La alemana criticó a Europa por fijar unas metas poco realistas para la realidad de las marcas de coches, valga la redundancia.
Volkswagen reiteró este martes que los objetivos de la UE para este 2025 son "particularmente desafiantes", pero también admitió que están considerando medidas para cumplirlos como la adhesión a un grupo de emisiones. Por tanto, bien podría sumarse a la compra de créditos de Tesla o bien en el grupo de Mercedes, Volvo y Polestar.
En 2020, los ajustados objetivos de emisiones europeos le costaron a Volkswagen multas superiores a 100 millones de euros. Y se ha señalado a la compañía germana como la que sufrirá sanciones más elevadas por los nuevos objetivos.
La firma Volkswagen atraviesa una de las peores crisis de su historia, tras una mala estrategia con sus coches eléctricos y con su rentabilidad amenazada. Así, el grupo planea una masiva reducción de plantilla con 35.000 despidos, bajadas de sueldos (que incluye el salario de directivos), reajustes de producción o, incluso, el cierre de fábricas en Alemania. Como por ejemplo la planta de Dresde que, previsiblemente, parará su producción a finales de año.
Hay que recordar que en 10 años (2035), en Europa no podrán venderse coches nuevos que no sean eléctricos, lo que se traducen en una media de emisiones de 0 g/km de CO₂. Un objetivo que, en una década, se antoja complicado para las marcas tradicionales aún muy dependientes de los térmicos.
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