El próximo día 23 habrá una votación en la Unión Europea para decidir si se avanza en el Tratado de Libre Comercio con Japón (TLC), en castellano, eliminar barreras arancelarias entre ambos bloques económicos. La ACEA recuerda que la medida no le hace mucha gracia, aunque ya lo dijo antes.
Es normal, tampoco le hacía gracia el TLC con Corea del Sur, que empezó en 2011 y provocó un aumento de las exportaciones surcoreanas hacia Europa muy notable. Al reducir precios, fueron tan agresivos con sus ofertas que a fabricantes como PSA les hicieron mucho daño. ¿Y si se repite la historia?
Para los japoneses es un negocio estupendo, eliminando el 10% de aranceles lo tienen fácil para exportar más coches a Europa, aunque la mayoría de lo que venden se produce en nuestro continente. Llegarían más coches de gama alta y serían más competitivos.
Para los europeos no es tan buen negocio. Japón tiene un mercado de importación muy pequeño, aunque está creciendo. Además, el 40% del mercado doméstico (JDM) está vetado a los europeos porque no tienen ningún coche homologable como _kei car_. ACEA pide el fin del tratamiento favorable a esos coches.
Además, Japón tiene otra barrera no arancelaria, que tienen su propia normativa de seguridad y emisiones, lo que añade complejidad al desarrollo y para un mercado de muy pocas unidades. ACEA quiere también que Japón adopte nuestras normas y simplifiquen las cosas.
Bueno, lo cierto es que los japoneses ahí ganarían, porque el ciclo de homologación JC08 es mucho más irreal que el europeo NEDC (y ya es decir). Su normativa anticontaminación ha ido por delante de la europea varios años, aunque Euro 6 ya será algo muy cercano a sus estándares.
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