El sector automotriz se enfrenta actualmente a dos grandes desafíos: la escasez mundial de semiconductores y el silencioso encarecimiento del transporte marítimo, un problema que se ha ido agravando por la pandemia y que ya afecta a las tocadas cadenas de suministro globales.
Según datos del Drewry World Container Index, el coste de enviar un contenedor de 40 pies desde Shanghái a Los Ángeles ha llegado a superar los 11.500 dólares: ocho veces más que antes de la pandemia.
Los escollos de los fabricantes para enviar mercancías
Con un escenario de incertidumbre, aderezado por la falta de elementos esenciales como los microchips, los parones en la producción y el aumento de la demanda de bienes fuera de Asia, el transporte de contenedores intenta mantener el irregular ritmo con atascos en los principales puertos.
En China hay una gran cantidad de contenedores que no se están enviando debido a los rebrotes de la variante Delta, mientras que los contenedores vacíos no salen de Estados Unidos con la suficiente rapidez, lo que también provoca una escasez, según explican desde el Centro Erasmus de Economía Urbana, Portuaria y del Transporte.
Precisamente estas constantes interrupciones están haciendo elevar el costo de los envíos, hasta el punto de que el tercer mayor transportista de contenedores del mundo ha decidido congelar sus precios durante cinco meses para que no sigan subiendo.
El 70 % de los bienes que conforman el comercio mundial es transportado a bordo de barcos y enviados a través de puertos marítimos de todo el mundo, constituyendo un barómetro del clima económico mundial.
Y será el consumidor el que verá -y está viendo- repercutido en el precio de esos bienes esta situación. Fabricantes como BMW o Mercedes-Benz ya han advertido de que mantendrán sus precios altos aún cuando termine la crisis de microchips.
Y es que están viendo que sus clientes están no solo dispuestos a esperar meses para comprar sus productos, sino que toleran bien el aumento de precios.
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