China ha tardado 30 años en construir una presa tan gigantesca que ha desviado el eje de la Tierra e inundado 20 ciudades. Ha valido la pena

En los últimos 30 años, China ha pasado de ser un país con medio siglo de retraso sobre el resto del mundo a adelantarlo por la derecha. Todos sus proyectos de infraestructuras son mega proyectos, desde su red de trenes de alta velocidad hasta sus puentes. Pero sin duda el proyecto más bestia de todos es la central hidroeléctrica de las Tres Gargantas, sobre el río Yangtsé (río Azul).

Las autoridades chinas lo repetían una y otra vez, mucho antes de que empezara la construcción en 1994. “La presa de las Tres Gargantas será la más grande del mundo”. Un argumento claramente de propaganda para uso interno y externo. Aun así, nadie le puede negar su calidad de coloso. Mide más de 2,3 km de largo y 185 metros de alto. Y sobre todo tiene la mayor capacidad de producción hidroeléctrica del mundo. Pero todo eso tiene un precio ecológico y humano.

Una central que genera en un día la energía que Madrid y Barcelona juntas necesitan en un mes

La central hidroeléctrica de las Tres Gargantas, situada en el corazón de China, es la más grande del mundo, sencillamente. Con una potencia de 18.200 megavatios, puede producir 84.700 millones kWh de electricidad al año gracias a sus 32 turbinas, cada una de las cuales pesa 3.300 toneladas.

En 2021, alcanzó el pleno rendimiento y es capaz de generar 0,54 TWh de electricidad al día, una cantidad suficiente para abastecer a 5,4 millones de hogares durante un mes, suponiendo que el consumo medio mensual de electricidad de una familia de tres miembros sea de 100 KWh. Es decir, cada día produce tanta energía como para abastecer Madrid y Barcelona juntas durante un mes.

Es una presa tan bestial que cuenta incluso con un ascensor para barcos de 3.000 toneladas. En el momento de su finalización, a finales de 2015, el ascensor, que tenía 120 metros de largo, 18 metros de ancho y 3,5 metros de profundidad, era el mayor ascensor de buques del mundo.

Ese ascensor permite así salvar el colosal desnivel entre las dos caras de la presa de una altura apenas superior a la de la Torre Caleido (Madrid) o la Torre Sevilla (Sevilla). De hecho es más alto que la torre de Iberdrola en Bilbao o que el Hotel Arts de Barcelona, pero el ascensor sube y baja buques como si nada.

Un sueño milenario hecho realidad

La presa es un sueño casi milenario, cuentan en China. Siempre se quiso proteger al país de las devastadoras inundaciones del Yangtsé. Tercer río del mundo por su caudal (30.000 metros cúbicos por segundo) y longitud (casi 6.300 kilómetros) después del Nilo y el Amazonas, se alimenta de casi 3.600 afluentes en una región sometida a fuertes precipitaciones.

Desde siempre, ha provocado inmensas y mortíferas riadas en épocas de lluvias. La inundación de 1931 mató al menos a 150.000 personas, la de 1954 se cobró casi 30.000 vidas y dejó sin hogar a 19 millones, por no hablar de la devastación de más de tres millones de hectáreas de tierras de cultivo.

Vista de la presa de las Tres Gargantas desde el espacio. (Foto satélite procesada por Pierre Markuse. CC BY 2.0)

En 1919, Sun Yat-sen, el primer presidente de la República de China, propuso la idea de una presa, que se retomó bajo el liderazgo de Mao Zedong, pero tuvo que ser abandonada por falta de fondos. No fue hasta el crecimiento económico sostenido de los años 80 y el apoyo del Primer Ministro Li Peng, un antiguo ingeniero hidroeléctrico, cuando se reactivó el proyecto. Deng Xiaoping dio luz verde y Jiang Zemin la llevó a cabo.

El nombre de la estructura, las “Tres Gargantas”, procede de su ubicación aguas abajo de tres escarpados valles excavados por el río, espectaculares y turísticos. La construcción de este coloso de hormigón duró quince años, de 1994 a 2012. Desde sus inicios fue objeto de críticas y dudas, primero sobre la integridad de sus estructura, y luego por el coste ecológico y humano que ha supuesto.

La construcción de la presa formó un embalse río arriba de más 600 km de largo y retiene la friolera de 40.000 billones de litros de agua. Sí, casi 40 km3 de agua. Es una masa de agua tan enorme que, según la NASA, ha acabado desplazando el eje de rotación de la Tierra unos 2 cm.

Semejante embalse hizo que pueblos, lugares históricos y valles enteros fueran engullidos por las aguas. En total, 1,4 millones de personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares y tierras y trasladarse a ciudades, a veces hasta en provincias vecinas. En algunos casos, varias veces como en la ciudad de Badong, situada a unos 30 km aguas arriba de la presa y que tuvo que reconstruirse dos veces, ya que el primer emplazamiento resultó inestable. Y no es la única manera en la que la presa afecta a millones de personas.

Fuente: Li Heming and Philip Rees. School of Geography, University of Leeds.

El agua del embalse, que se extiende 660 kilómetros hasta la ciudad de Chongqing, amenaza con convertirse en una suerte de cloaca gigante; los corrimientos de tierra se multiplican, las ciudades se ven amenazadas, nuevas poblaciones tendrán que ser desplazadas y la presa se está llenando de toneladas de sedimentos más rápido de lo previsto.

“El embalse de la presa está situado en una cuenca de población de 30 millones de habitantes, que produce cada año 1.400 millones de metros cúbicos de aguas residuales, decenas de miles de toneladas de residuos y vierte millones de cuerpos flotantes en la superficie del río, así como fertilizantes, pesticidas y tres conglomerados químicos están en las orillas del río”, recordaba el ecologista Wu Dengming, fundador de la Liga Verde.

“Cada año, el Yangtsé arrastra 600 millones de toneladas de sedimentos. A este ritmo, la presa estará llena dentro de 70 años. Sus principales funciones, la prevención de inundaciones y la generación de electricidad, se verán afectadas”, añade.

El Yangtsé, como muchos ríos, es una vía vital para la agricultura que lleva los depósitos aluviales a las tierras por las que pasa, como aquí en la llanura central de China. Sin embargo, con los sedimentos atrapados en el embalse, sus aguas se han vuelto más claras, permitiendo que se filtre más luz, lo que favorece la fotosíntesis y la proliferación de algas. Además, los niveles de fosfato y nitrato del embalse se han multiplicado por diez en los últimos diez años. El resultado es una proliferación de algas tóxicas que hace que el agua no sea potable en algunos lugares.

Aun así y a pesar de todo, para China “las ventajas de la presa superan a los inconvenientes”, como recordaba Li Yong'an, el vicedirector de la presa.

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