En la Fórmula 1 siempre ha habido grandes campeones de los que todo el mundo se acuerda, pero también pilotos que pasan sin dejar demasiado recuerdo en la categoría. Heinz-Harald Frentzen parecía que iba a ser de los primeros, pero terminó siendo de los segundos, aunque eso no quita que haya varias buenos motivos para recordarle.
Como cualquier aficionado que siguiese la Fórmula 1 por TVE en 2003 sabe, Heinz-Harald Frentzen es medio español. Su madre, Carmen Lladosa, es alcoyana, y el pequeño Frentzen, que ya cumple 54 años, habla fluido castellano sin nada de acento. Lo que menos gente sabe es que Frentzen fue subcampeón de Fórmula 1 y el primer gran rival de Michael Schumacher.
Frentzen era el gran rival de Schumacher en las categorías de formación
Aunque su madre era valenciana, Heinz-Harald Frentzen corría bajo bandera alemana, y ya es mala suerte hacerlo cuando tus iniciales son HH. Pero a Frentzen no le quedó más remedio: fue la federación alemana de automovilismo quién le puso la escalera para que pudiese llegar a la Fórmula 1. Y en ella conoció a un chaval de Kerpen dos años menor.
Era Michael Schumacher, y la vida de Frentzen iba a estar íntimamente ligada a la suya, demasiado íntimamente para el gusto de Heinz-Harald: su novia de por entonces era Corinna Betsch, la actual pareja de Schumacher. El caso es que Bernie Ecclestone quería un piloto alemán competitivo en la Fórmula 1, así que, con la federación alemana, se puso manos a la obra.
Tres chavales estaban destacando mucho en el país teutón. Eran Frentzen, Schumacher y Karl Wendlinger, que era austríaco. Para no decidirse tan pronto por uno de ellos la federación alemana decidió crear un equipo de Fórmula 3 en el que los tres prometedores pilotos alemanes serían compañeros de equipo.
Al que antes ganase una carrera de la categoría se le prometió hacer un test con un Fórmula 1, y ese fue Schumacher, que se llevó la victoria en la cita inaugural tras un polémico toque con Frentzen. Era el inicio de una rivalidad, aunque, cosas de la vida, ninguno de los dos ganó la Fórmula 3 ese año.
El campeón fue Wendlinger con solo un punto de ventaja sobre Schumacher y Frentzen, que acabaron empatados. No cabe duda de que el equipo de Fórmula 3 alemán funcionó, y deparó una de las mejores temporadas de la historia de la categoría. Frentzen ganó más carreras e hizo más poles de Schumacher, pero su único abandonó le condenó.
Por aquella época se consideraba a Frentzen como el más rápido de los tres, pero a Schumacher como el más fiable. En cualquier caso, a 'El Kaiser' nunca le cumplieron la promesa de probar un Fórmula 1 y los tres acabaron con Mercedes y Sauber en el Campeonato Mundial de Sport Prototipos, lo que hoy vendría a ser el WEC. Carreras de resistencia.
Frentzen fue subcampeón de Fórmula 1 poco antes de que llegase Fernando Alonso
Mientras que a Schumacher le llegó la oportunidad en la Fórmula 1 de la forma más rocambolesca posible, Frentzen siguió enfangado en la Fórmula 3000 hasta 1994, cuando Sauber y Mercedes se lo llevaron a la Fórmula 1 para el nuevo proyecto, que solo duró una temporada. A Frentzen se le vieron maneras, sumó siete puntos y rozó el podio en Magny-Cours.
Mercedes se marchó a McLaren y Sauber se quedó con Ford. En Monza, en 1995, llegó el primer podio de Frentzen, pero daba la sensación que la carrera del alemán se estaba estancando tras dos temporadas en las que seguía siendo un piloto que sumaba puntos con cierta regularidad, pero poco más. Mientras tanto, Schumacher ya era bicampeón.
Pero el destino le iba a dar una oportunidad en 1997. Damon Hill, el vigente campeón del mundo, se peleó con Williams a cuenta de un incremento salarial al que Frank Williams se negaba. Acabó fuera del equipo, y en Grove ficharon a Frentzen para que fuese el compañero de equipo de Jacques Villeneuve. Con el mejor coche, había opciones de título.
Sin embargo los problemas mecánicos se cebaron con Frentzen, y Villeneuve, en su mejor temporada en la Fórmula 1, no le dio ninguna opción. Al menos Heinz-Harald se llevó la victoria en Imola, la primera de su carrera deportiva, pero la lucha por el título iba a ser entre Villeneuve y, como no, Schumacher.
Cualquier aficionado a la Fórmula 1 conoce el desenlace. Schumacher provocó un accidente con Villeneuve que no le salió bien. No solo porque él quedó atascado en la puzolana, sino porque después la FIA descalificó a Schumacher de todo el mundial. ¿Y quién subió una posición? Heinz-Harald Frentzen, que sin comerlo ni beberlo pasó a ser subcampeón del mundo.
Frentzen siguió en Williams, pero 1998 marcó el inicio de la decadencia del equipo, y a final de temporada tanto él como Villeneuve salieron del equipo. Su sustituto, Ralf Schumacher, el hermano de su gran rival. A Frentzen le era imposible despegarse de aquel apellido que le perseguía. Pero, lejos de quedarse en el paro, a Frentzen le llegó su momento.
Pasar de Williams a Jordan en los años '90 no parecía una gran noticia, pero seguramente la temporada 1999 fue la mejor oportunidad de Heinz-Harald Frentzen para ser campeón del mundo de Fórmula 1. Ganó dos carreras, en Magny-Cours y en Monza, y a tres Grandes Premios del final solo le separaban diez puntos del líder, pero fueron desastrosos.
A partir de ahí empezó un descenso a los infiernos. Una decadencia lenta primero en Jordan, de donde salió despedido a mitad del proyecto con Honda, luego con Prost, un paso ruinoso por Arrows y finalmente la retirada de vuelta en Sauber, donde al menos el destino le quiso regalar un milagroso podio en la penúltima carrera, en la lluvia de Indianápolis.
Un piloto rápido pero fugaz, capaz de sacar lo mejor de su coche en días puntuales pero que nunca tuvo la consistencia de Schumacher para sacar grandes resultados. Aún así, tres victorias, dos poles, 18 podios y un subcampeonato de Fórmula 1, aunque fuese de rebote. Lo más español con palmarés a lo que nos podíamos agarrar hasta que llegó Alonso.
Después ha estado corriendo en el DTM y hasta se dejó ver por las 24 Horas de Le Mans de nuevo, pero seguro que Frentzen nunca ha pilotado un coche más extraño que el fúnebre de su familia. Sí, su familia tiene una funeraria y a Frentzen, con sus victorias en la Fórmula 1, no se le han caído los anillos para conducir el coche fúnebre. Un tipo especial.
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