Que la historia de la Fórmula 1 está plagada de triquiñuelas es algo de sobras conocido, y que Michael Schumacher estuvo implicado en muchas de ellas tampoco sorprenderá a los más avanzados en este mundillo. Pero pocas como la que ocurrió en Silverstone durante el Gran Premio de Gran Bretaña de 1998.
Aquella tórrida temporada no se resolvió hasta la última carrera, en una batalla muy apretada entre el Ferrari de Schumacher y el McLaren de Mika Hakkinen. Finalmente el finlandés se adjudicó el título, pero a punto estuvo de perderlo por la jugada que Ferrari pergeñó desde su muro en el Gran Premio de Gran Bretaña.
Schumacher vio la bandera a cuadros pasando por meta a través del pit lane
En aquella jornada de julio de 1998 Silverstone recibió a la Fórmula 1 con una tarde veraniega tradicional en Inglaterra, es decir, con mucha lluvia. Hakkinen iba líder del mundial, pero Schumacher estaba a solo seis puntos y siempre era favorito en condiciones mojadas, donde imponía su talento especial.
La carrera comenzó de cara para Hakkinen, que pudo escaparse en cabeza de carrera a pesar de la lluvia gracias a que se vio muy beneficiado por una buena estrategia de McLaren. Mientras que Schumacher puso ruedas intermedias, Hakkinen apostó por las de lluvia extrema. Rápidamente tomó 30 segundos de ventaja.
Sin embargo la carrera viró por completo cuando David Coulthard se salió de pista y el coche de seguridad neutralizó la prueba. Schumacher pudo enjugar de golpe su desventaja con Hakkinen, justo a tiempo de atacar por la victoria en el tramo final de la carrera. Y, efectivamente, en la relanzada se puso líder, Hakkinen tuvo una salida de pista y Schumacher se escapó.
Pero entonces llegó el quilombo. Schumacher iba tan encendido que no se dio cuenta de las banderas amarillas que ondeaban por el trompo de Olivier Panis. Schumacher dobló a Alex Wurz con banderas amarillas, y los comisarios se percataron. En una época en la que no se estilaban las actuales sanciones de cinco segundos, Schumacher estaba condenado.
A 'El Kaiser' le cayó un Stop and Go, de diez segundos. Es decir, debía entrar en boxes, detenerse diez segundos en su cajón y luego reincorporarse a la carrera. Este tipo de sanciones tenían un margen de tres vueltas para ser cumplidas, pero Ferrari se percató de algo: la notificación había llegado en la antepenúltima vuelta. El cavallino ya estaba maquinando.
Desde el muro, Ross Brawn y Jean Todt encontraron el resquicio legal que le iba a dar la victoria a Schumacher: iban a cumplir el Stop and Go en la última vuelta. Con un pequeño asterisco, y es que la línea de meta estaba antes del box de Ferrari. Por lo tanto, técnicamente, Schumacher cumpliría la sanción con la carrera ya acabada.
Y así fue. Schumacher entró en boxes en la última vuelta, vio la bandera a cuadro por el carril del pit lane y después se paró en su garaje a cumplir los diez segundos de sanción. Al reincorporarse a pista, obviamente estaba detrás de Hakkinen, pero ya daba igual: aquello solo era la vuelta de honor, y Schumacher ya había ganado la carrera pasando por meta por boxes.
McLaren reclamó, pero no hubo nada que hacer. Ferrari había aprovechado una laguna en el reglamento de la FIA para que Schumacher ganase una de las carreras más polémicas de la Fórmula 1.