China, el mayor mercado automotriz del mundo, suele copar portadas por el impulso que está dando a la electromovilidad ante límites de emisiones contaminantes insostenibles para la población. Pero desde hace unos meses está siendo noticia por la guerra comercial que Estados Unidos ha emprendido contra el país (que ha respondido), donde las ventas de vehículos están experimentando su mayor caída en casi siete años y la inflación está haciendo mella en el consumo.
Gigantes como Ford, BMW y Honda están cayendo estrepitosamente en el país asiático, pero depositan sus esperanzas en los vehículos eléctricos.
Desaceleración económica y guerra comercial: el cóctel perfecto
Las ventas de coches en China registraron en septiembre la mayor caída en casi siete años y las matriculaciones han disminuido un 11,6 % en comparación con el mismo periodo que el año pasado. Es el tercer mes consecutivo de caída, provocado por la desaceleración económica.
Según datos de la cabecera Nikkei Asian Review, el Gobierno chino impuso un arancel adicional del 25 % a los vehículos estadounidenses en julio, lo que elevó la tasa al 40 %. Por ende, los fabricantes están pasando el sobrecoste a los consumidores.
Un ejemplo que ya abordamos lo encontramos en Tesla: un Model S ha pasado de costar 710.000 yuanes (unos 88.800 euros) a 850.000 (más de 110.000 euros). Por su parte, BMW y Daimler han aumentado los precios de sus SUV 'made in USA' de un 4 % a un 7 %.
La caída de las ventas en los grandes de la industria
Mientras tanto, las ventas de Ford en China cayeron un 43 % en septiembre respecto al mismo mes de 2017, y ni siquiera sus asociaciones con empresas locales como Zotye han impedido esta desaceleración del consumo.
El aumento de los costes de los materiales, como el acero y el aluminio, también juegan un papel importante que repercute no solo en las ventas, si no en los puestos de trabajo. El CEO de Ford, Jim Hackett, dijo durante una conferencia de Bloomberg que los aranceles al acero y aluminio le costarán a la compañía mil millones de dólares en 2018 y 2019.
BMW se enfrenta a problemas similares. Sus SUV X3 y X5, que se fabrican en Carolina del Sur, son muy populares en China, pero también ruedan bajo el paraguas de la guerra arancelaria, y las exportaciones desde el Puerto de Charleston están disminuyendo más de un 30 %, según datos de la cabecera The Post and Courier.
Y es que China ha impuesto, en represalia, un 40 % de aranceles a los vehículos fabricados en Estados Unidos. Y los fabricantes claman al cielo. "Los continuos conflictos comerciales internacionales están agravando la situación del mercado y alimentando la incertidumbre", dijo BMW a The Post and Courier.
En Volkswagen y General Motors, que dependen de China en aproximadamente el 40 % de sus volúmenes de ventas, las ventas anuales en septiembre disminuyeron un 11 % y un 15 % respectivamente.
Honda por su parte, ha expresado su preocupación acerca de esta situación, que calcula les está costando cientos de millones de dólares en costos que no estaban previstos y con los que deberán cubrir el nuevo precio del acero, que ya no solo es más caro a la hora de importarlo, si no también el que se fabrica dentro de las fronteras estadounidenses.
Por su parte, Jaguar Land Rover anunció hace unos días un cierre de dos semanas en su planta de Solihull, después de que sus ventas en China cayeran un 46 %.