Con toda la producción vendida para los dos próximos años a pesar de ser el SUV más caro que existe, el Ferrari Purosangue está demostrando marca un antes y un después en la historia de la marca italiana.
Ferrari solo estaba dispuesta a adentrarse en el universo crossover a su manera y con el Purosangue lo ha hecho, puesto que es único en su especie. Aunque eso no impide que existan algunas lagunas en el excepcional trabajo de diseño que han hecho los de Maranello con su nuevo modelo.
La magia del diseño
Con el Ferrari Purosangue, la marca del Cavallino Rampante se ha propuesto que veamos a los SUV con otros ojos. Antes de su llegada ya existían los todocaminos deportivos con un nivel altísimo de prestaciones, pero el Purosangue establece un nuevo estándar, no solo en el segmento de los SUV de altos vuelos, sino en el mercado en general.
Si bien es cierto que no hemos tenido la oportunidad de probarlo, al menos de momento, solo hay que verlo para entender que es completamente distinto a cualquiera de sus rivales, si es que los tiene.
Y no hablamos de comportamiento, sino de diseño. Ferrari ha conseguido disimular las enormes dimensiones del Purosangue a través de sus líneas exteriores. De hecho, en las imágenes parece una suerte de crossover compacto, pero nada más lejos de la realidad porque mide 4,97 metros de largo, 2,02 metros de ancho y 1,59 metros de alto.
Son dimensiones similares a las de un Audi Q8 o un Polestar 3, pero da la impresión de que el Ferrari no es tan grande y pesado como estos modelos, aunque detiene la báscula en 2.030 kg. Es más, nadie diría que sus llantas son de 22 pulgadas delante y de 23 pulgadas detrás. Es la magia de las proporciones y del lápiz de los diseñadores del Centro Stile Ferrari donde ha sido concebido.
Por supuesto, el equipo de diseño capitaneado por Flavio Manzoni también se ha esforzado al máximo en el interior y el Purosangue logra sorprender con elementos como las puertas traseras de “estilo suicida”, sus cuatro asientos independientes o un maletero de 472 litros de capacidad.
Otra de sus características particulares es la disposición de mandos. Casi la totalidad de los coches actuales lleva una pantalla en el centro para manejar el sistema multimedia y otras funciones, pero en el Purosangue está ubicada delante del copiloto.
No es la primera vez que Ferrari coloca una pantalla en esta zona, pero sí es la primera que no se limita a mostrar información y sirve para gestionar todas las funciones del infoentretenimiento.
De esta forma, se crean dos espacios bien diferenciados, uno en el lado del conductor totalmente centrado en la conducción y otro en el lado del acompañante, que puede tomar las riendas del multimedia.
Tampoco que hay que olvidar que un diseño simétrico del salpicadero facilita mucho las cosas en términos de costes a la hora de adaptar el puesto de conducción a cada mercado según el lado en el que se conduzca allí.
Sea como sea, si el conductor viaja solo no hay problema. De la misma forma que en otros Ferrari, a través de los mandos del volante y la instrumentación digital también se puede manejar el multimedia. Pero el hecho de no tener cerca una pantalla táctil central evita soltar las manos del volante y apartar la mirada de la carretera.
Al menos eso es lo que dice la teoría, pero el planteamiento de Ferrari tiene una laguna: los mandos táctiles del climatizador. Si algo se ha criticado en los últimos años es la obligación de utilizar una pantalla táctil para funciones tan básicas como subir la temperatura del interior, apagar el climatizador o activar la calefacción de los asientos.
Cuando hay botones físicos para estas funciones todo es más sencillo. Es fácil familiarizarse con ellos y no hace falta apartar la vista de la carretera para utilizar estos controles, basta con guiarse por el tacto.
En cambio, cuando hay que acceder a diferentes menús a través de la pantalla táctil central o los propios mandos del climatizador son táctiles, todo se complica y algo que se podría hacer en segundos y de forma segura con botones se convierte, en algunos casos, en una odisea y en sinónimo de distracciones.
Hasta la ciencia dice que las pantallas táctiles son más peligrosas que los botones de un coche viejo. Y esta es, precisamente, la laguna del interior del Ferrari Purosangue porque todos las funciones del climatizador se manejan a través de mandos táctiles.
Desde la regulación de la temperatura hasta la climatización de los asientos, pasando por el desempañado de la luna delantera y la posterior. Se aprecia bien en uno de los vídeos que pudo grabar Shmee150 en la presentación del modelo italiano.
Por lo tanto, Ferrari ha conseguido reducir el riesgo de distracciones alejando la pantalla táctil central del conductor y, además, brinda la posibilidad al acompañante de tomar partida y manejar el infoentretenimiento a su antojo. Pero, aunque las distracciones no vengan por buscar una canción o utilizar Apple CarPlay, están garantizadas cuando toca utilizar el clima.
Lo único que se puede hacer sin mirar es subir y bajar la temperatura a través del mando giratorio que incorpora la pantalla táctil principal del clima. Y no hay que olvidarse de los mandos táctiles del volante, que tampoco parecen tener un manejo sencillo y recuerdan a los que ahora quiere eliminar el Grupo Volkswagen de sus coches tras reconocer que son un error. Desde luego, nadie es perfecto.