Como la marca icónica que es, que está acostumbrada a ser, Ferrari tiene en su sede de Maranello no ya sólo la factoría de sus máquinas o el cuartel general de sus campañas en la pista. Tiene en ella también, y lo lleva muy a gala, un hogar para sus aficionados con las puertas siempre abiertas. Y entre quienes las cruzan a veces figuran nombres famosos como el de Sylvester Stallone.
Stallone, amante confeso de los coches en general y de los Ferrari en particular, no desaprovechó la invitación que le brindó la marca italiana en 1990 para empaparse del ambiente del 'cavallino', llegando incluso a visitar el circuito de Fiorano y probar sus monoplazas de F1.
Un 'potro' vestido de rojo
En aquel tiempo, mientras Saddam Hussein jugaba con la idea de quitarle a Kuwait sus pozos petrolíferos y las dos Alemanias arreglaban los papeles para volver a ser una sola, los cines de todo el mundo acogían el estreno de 'Rocky V'.
La quinta entrega de la saga de Rocky Balboa cerraba el ciclo vital del personaje que llevó a Stallone a la fama. El capítulo final de una historia basada, del primer al último minuto, en el espíritu de superación.
El mismo espíritu de una 'Scuderia' que había puesto en Alain Prost todas sus esperanzas para saciar de una vez su sed de gloria. El profesor francés, el Campeón del Mundo, el único capaz de mandar a la lona a Ayrton Senna, ese antagonista que (decía él) había sido elegido por Dios. Una trepidante superproducción cuyo final no sería el que piloto y equipo se prometieron.
Pero mientras este drama se cocinaba entre bambalinas, Stallone se las ingenió para cuadrar su agenda y visitar Maranello. Evidentemente, su condición de VIP le permitió gozar de ciertos placeres exclusivos, siendo el mayor de todos rodar en el circuito de Fiorano, el campo de prueba por excelencia de Ferrari.
Allí el actor estadounidense pudo probar todo un flamante F40, modelo del cual acabaría adquiriendo un ejemplar tiempo después. Pero el plato fuerte de aquel día fue la oportunidad de rodar con el mismo Ferrari 641 de Prost.
Las imágenes, tomadas en el momento por los fotógrafos de la marca italiana, muestran a un Stallone concentrado en la exigua cabina del monoplaza. Aquel coche que el campeón francés se había atrevido a definir como "un camión", no lo parecía tanto con Rocky Balboa embutido tras el volante.
De aquella visita surgió una larga relación entre ambas partes, a partir de la cual Stallone se convirtió en invitado habitual del 'hospitality' de Ferrari en la Fórmula 1. Llegando, incluso, a trabar una estrecha amistad con un Michael Schumacher que, ahora sí, le devolvía a los transalpinos el brillo que su color rojo merecía.
Y por la parte del celuloide, el bueno de 'Sly' conseguiría finalmente interpretar al piloto que quizá, un día, soñó con ser. En 2001, la película 'Driven' nos lo mostró en el papel de Joe Tanto, el veterano que regresaba para una última temporada frenética a los mandos de un monoplaza de la Champ Car.